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COLUMNA

Cielo y tierra

La Sagrada Familia: ¿por qué encomendarnos a Jesús, María y José?

Jesús, María y José no son una imagen lejana ni una familia inalcanzable. La Sagrada Familia comprende nuestras pérdidas, nuestras preocupaciones y nuestras esperanzas, y nos invita a hacerles un lugar en nuestro hogar y en el corazón.

25 diciembre, 2020
La Sagrada Familia: ¿por qué encomendarnos a Jesús, María y José?
La Sagrada Familia: Jesús, María y José. Foto: Cathopic
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Autor

Es escritora católica y creadora del sitio web Ediciones 72, colaboradora de Desde La Fe por más de 25 años. 

** Esta columna se actualizó el 26 de diciembre de 2025

Sucedió hace años. Fui al hospital a visitar a una pareja de esposos que acababa de tener un bebé. Toqué suavemente la puerta y no respondió nadie. Toqué un poco más fuerte, y nada. En eso, la persona del aseo entró a vaciar el bote de basura y, aprovechando la puerta abierta, me colé al cuarto.

Escribí una notita, la puse sobre la mesa junto al regalito que les llevaba, eché una mirada nostálgica a los chocolatitos que no probaría y ya me iba, cuando de pronto se abrió la puerta. Salió el papá del bebé, sorprendido de verme ya de salida. Le expliqué lo ocurrido; él me aseguró que les encantaba recibir visitas y me invitó a entrar a conocer a su precioso recién nacido.

La mamá, que estaba despierta, lo tenía en brazos. Pudimos platicar, tomar fotos y hasta disfrutar uno que otro chocolatito. Pensé entonces: ¡todo lo que me hubiera perdido si me hubiera ido!

Había un sofá, una mesita que confieso llamó mi atención —porque tenía chocolates para las visitas— y una puerta que daba al cuarto donde estaban los papás con su bebé. No se oía nada. Pensé que dormían y me dio pena interrumpir. También me dio pena haber ido hasta allá para terminar yéndome sin verlos.

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Jesús, María y José están más cerca de lo que pensamos

Reflexionaba en que algo parecido puede pasarnos a muchos cuando vemos una imagen de José y María con el Niño Jesús. Los contemplamos tan absortos, tan silenciosos, mirándolo con ternura, que sentimos que estamos de más. Pensamos que vamos a interrumpirlos, y nos alejamos casi de puntitas para no incomodar.

Nos gusta mirarlos, pero los sentimos lejanos, metidos en una intimidad en la que creemos no poder participar.

Sin embargo, al igual que aquella pareja que visité, María y José no quieren que nos vayamos sin saludar, que nos alejemos discretamente con el pretexto de no molestar. Les encantan las visitas; más aún, les encanta visitarnos.

Dice el Evangelio que no hubo lugar para ellos en la posada. Y entonces surge la pregunta inevitable: ¿y si les hacemos lugar en nuestra casa?, ¿y si los invitamos a quedarse con nosotros? Son, sin duda, los mejores huéspedes que existen.

La Sagrada Familia.

La Sagrada Familia.

Comparte con la Sagrada Familia lo que llevas en el corazón

Háblales. Comparte con ellos lo que sientes, lo que te inquieta, lo que te duele, lo que esperas, lo que temes, lo que anhelas, lo que te haría feliz. Nadie puede entenderte mejor que ellos.

Si lloras la muerte de un ser querido del que no pudiste despedirte, recuerda que cuando María y José huyeron a medianoche a Egipto no pudieron avisar a nadie. No podían arriesgarse a que ese aviso llegara a oídos de quienes querían matar al Niño. No se despidieron de sus padres, de sus parientes, de sus amigos.

Seguramente muchos fallecieron durante los años que estuvieron fuera, y ya no los encontraron al regresar. Ellos conocen ese dolor.

Si perdiste a tu cónyuge o a un familiar muy amado, recuerda que María vio morir al compañero de su vida y vio morir a su Hijo. Comprende tu tristeza, tu vacío, tu silencio.

Si de pronto te quedaste sin ingresos, piensa que cuando José y María huyeron a Egipto, él tuvo que abandonar su taller, su trabajo seguro, a sus clientes, y enfrentarse al desempleo en un país donde los judíos no eran bien recibidos.

Podríamos encontrar incontables ejemplos. Bastan estos para comprender que la Sagrada Familia camina a nuestro lado, nos ama, nos entiende y desea estar con nosotros.

Invita a la Sagrada Familia a tu hogar

Invita a Jesús, María y José a tu casa y disfruta cada día su apoyo, su consuelo, su solidaridad, su amor incondicional y su entrañable compañía.

Al despertar, cada mañana, pídeles con sencillez:
“Jesús, María y José, por favor acompáñenme”.

Y a lo largo de la jornada, mantén viva la certeza de que están contigo: cuando sales y cuando vuelves, cuando cocinas, cuando haces el quehacer, cuando estudias o trabajas. En todo momento, la Sagrada Familia está a tu lado.


Autor

Es escritora católica y creadora del sitio web Ediciones 72, colaboradora de Desde La Fe por más de 25 años.