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COLUMNA

Cielo y tierra

¿Qué puede separarnos del amor de Cristo?

San Pablo se pregunta si podría apartarnos del amor de Cristo la tribulación, la angustia, la persecución, el hambre, la desnudez, los peligros, la espada, y él mismo responde que no.

5 abril, 2024
¿Qué puede separarnos del amor de Cristo?
Imagen de Jesús rescatando a una persona de las aguas turbulentas / Imagen: Especial
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Es escritora católica y creadora del sitio web Ediciones 72, colaboradora de Desde La Fe por más de 25 años. 

Es una interesante pregunta que plantea san Pablo en su Carta a los Romanos (ver Rom 8, 35).

Y resulta oportuno planteárnosla en este Segundo Domingo de Pascua, en que celebramos la Fiesta de la Divina Misericordia, el amor incondicional de Dios, que nos ama a pesar de nuestras miserias.

San Pablo se pregunta si podría apartarnos del amor de Cristo la tribulación, la angustia, la persecución, el hambre, la desnudez, los peligros, la espada, y él mismo responde que no.

Solemos interpretar que se refiere a que no hay nada en este mundo que pueda hacer que Dios nos ame menos de lo que nos ama, o que nos deje de amar, lo cual desde luego, es verdad, el amor de Dios por nosotros es infinito e inmutable.

Pero tal vez podríamos reflexionar sobre este texto desde otro ángulo.

Las situaciones que menciona no tendrían por qué afectar el amor de Dios hacia nosotros. Si luego de preguntar “¿qué puede separarnos del amor de Cristo?”, hubiera añadido: ‘¿nuestra indiferencia?, ¿nuestra tibieza?, ¿nuestra maldad?, ¿nuestro pecado?’, entonces sí que cabría interpretar que se refiere a actitudes nuestras que podrían apartarnos de Dios, y que está afirmando que a pesar de ellas, Dios no nos dejará de amar.

Pero lo que san Pablo menciona como ejemplo, puede motivarnos a cuestionarnos acerca de si somos nosotros los que podemos permitir que algo nos separe del amor de Cristo. ¿Nos apartamos voluntariamente de Su lado cuando nos toca vivir situaciones que ponen a prueba nuestra confianza en Él?

Si la respuesta es afirmativa, significa que amamos a Dios interesadamente, por conveniencia, para ver qué nos da, qué le sacamos, en qué nos ayuda, qué favor nos concede, que milagro nos hace.

Nos está faltando aprender a amarlo con un amor como el Suyo, incondicional, inmutable, a prueba de todo.

Pero, y esto es lo maravilloso, y lo que quiere Jesús que tengamos claro y por eso se reveló como el Señor de la Divina Misericordia: que aunque nosotros no lo sepamos amar o incluso queramos separarnos de Su lado, Él nunca nos deja de amar.

Visita la página de Alejandra Sosa: Ediciones 72


Autor

Es escritora católica y creadora del sitio web Ediciones 72, colaboradora de Desde La Fe por más de 25 años.