Es tiempo de renovar nuestra identidad como bautizados
La conmemoración del 17o. centenario del Concilio de Nicea, nos pone en campo de reflexión y gratitud y en oportunidad para estrechar víncculos con la diversidad de comunidades
RECIÉN EL JUEVES PASADO -18 de septiembre- empezó a correr la noticia del primer viaje internacional del Papa León XIV: tendrá como destino primordial la ciudad de Iznik, llamada Nicea en el pasado, para conmemorar el 17° centenario del Concilio ahí celebrado y cuya vigencia será perpetua, pues definió el núcleo de la fe que profesamos en Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre… LEJOS DE SER MERO DATO para las efemérides, tal centenario nos pone en campo de reflexión y gratitud, en tiempo de renovar nuestra identidad como bautizados, en oportunidad para estrechar vínculos con la diversidad de comunidades eclesiales, en ocasión para profundizar el contenido de nuestra fe, tan descuidada en ocasiones… NOS HEMOS HABITUADO a navegar en un mundo repleto de opiniones, donde parecería que todas tienen valor y consistencia siendo que muchas no pasan de ser mera ocurrencia; nos han repetido hasta el cansancio que todas son respetables por el mero hecho de que alguien –quien sea- las exprese; y casi hasta hay quienes exigen que se tomen en cuenta, pero es necesario aclarar algún punto básico… PARECE UNA AFIRMACIÓN obvia decir que es respetable lo que merece respeto, y tal condición es para aquello que contiene un valor, un ideal, un beneficio común, un derecho inalienable, una verdad básica, una coherencia científica, una belleza elemental, un orden natural, una fe auténticamente religiosa… SI ESTÁS EN TUS CINCO sentidos, no podrás decir que es respetable un crimen, ni la contaminación, ni la descalificación gratuita de quienes no piensan como tú, ni la opresión o el abuso de todo tipo, ni tal teoría pseudocientífica, ni tal monstruosidad evidente; una vez más: se respeta lo respetable… QUIENES DAN VALOR incondicional a cualquier mera opinión, con frecuencia llevan la intención de minar algún principio o valor básico (como la vida); o tal vez lo hacen con la pretensión de dar peso a un punto de vista (que luego no va más allá de ser la vista desde un punto); o acaso albergan la intención de volatizar lo que estorbe a su beneficio particular (como quien opina que es libre de hacer lo que quiera)… NOS HACEN FALTA fundamentos sólidos para construir una empresa, para iniciar o continuar una investigación científica, para iniciar una familia, para procurar justicia real, para emprender cualquier acción de bien; para quejarse, para destruir, para ofender, para descalificar, para cometer crimen o injusticia es suficiente cualquier pretexto, cualquier ocurrencia banal, cualquier berrinche por sí mismo irracional… ME DISCULPARÁS QUE me puse denso y pesado con los párrafos anteriores, pero es con la intención de afirmar que lo establecido en el Concilio de Nicea, hace 1700 años, supera toda opinión y moda, toda ocurrencia o fantasía, y lleva un nombre que hoy produce irritación y disgusto a muchos, que más bien prefieren andar como veletas lubricadas que como rocas firmes: se llama dogma de fe… EN MULTITUD DE ÁREAS de la actividad humana se han establecido verdades básicas y firmes, datos y hechos que así son y no pueden ser de otro modo: se les el nombre de axiomas, primeros principios, también puede hablarse de aforismos o apotegmas, que en el fondo son verdades por sí mismas evidentes, van más allá de una mera opinión pasajeras y marcan una pauta de valor… TAN LAMENTABLE ES QUE se confunda un dogma con una necedad como que se banalice toda opinión auténtica dejándola como ocurrencia fugaz: una opinión fundada es válida y sin duda bella, un dogma establecido merece estudio y análisis; lo que no merece atención es la tozudez y cerrilidad, la obcecación y empecinamiento… QUE JESUCRISTO ES verdadero Dios y verdadero hombre, que es una sola persona con dos naturalezas (humana y divina), es lo que teológicamente se llama “unión hipostática” y es lo que definieron como dogma los Obispos que asistieron al Concilio de Nicea en el año 325 y que sigue siendo piedra de toque de nuestra fe; celebramos, pues, la verdad que nos da identidad como cristianos, y no es poca cosa… POR FAVOR, VUELVE a repetir el Credo con la atención y devoción de quien abre su mente y su corazón a Dios mismo, que se hizo cercano en Jesucristo, Dios y hombre verdadero…