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COLUMNA

Ángelus Dominical

Ángelus dominical: Lo real y lo virtual

No le des a la virtualidad un lugar como si fuera real, y no dejes que la realidad se quede en la virtualidad

13 septiembre, 2020
Ángelus dominical: Lo real y lo virtual
Angelus Dominical.

AQUÍ NO SOMOS -ni por equivocación- dados a la nota roja, al chisme o el escándalo, ni de la farándula, ni de la política (¿qué diferencia habrá?), ni de los adversarios, enemigos, contrincantes o competidores, mucho menos de lo que ni nos incumbe o afecta; más bien queremos hacer caso de lo que vale el gusto y provoca alegría…

PERO DADOS LOS HECHOS recientes (aquí o en cualquier lugar del planeta o la galaxia), hoy tendremos que hacer una honrosa excepción que confirme la regla y ¡si!, aunque obste algo a nuestro habitual recato, les daremos amplios pormenores de un pleitazo superlativo que no cabría en otro medio con todo y que fuera especializado, un encontronazo que -¡Dios guarde la hora!- se dieron dos primos hermanos, casi hermanos, con consecuencias que aún no acaban de manifestarse en su totalidad…

ADVERTENCIA: EL CONTENIDO de las siguientes líneas puede herir susceptibilidades y contiene datos (palabras y hechos) de violencia inusitada que pueden provocarle algún shock y cuyo impacto no es previsible en modo alguno; si continúa leyendo lo hará bajo su propio riesgo y responsabilidad…

TODO IBA VIENTO en popa entre los dos primos, tersa y nítidamente como quien se mira en un espejo de alta calidad, pero justamente fue la similitud y cercanía lo que provocó que a puñetazos, patadas y mordiscos, ya de frente o por la espalda, ya a mano limpia o con lo primero que tuvieron al alcance de la mano se dieran ¡con todo! los personajes en cuestión: lo Real y lo Virtual…

JAMÁS VISTA CON anterioridad una lucha con tanta saña y coraje, con explícito encono y decisión flagrante de aniquilamiento del adversario: total, si ya estaban entrados a golpes, lo demás sería lo de menos; y el ritmo de golpes fue contundente, no se dieron respiro siquiera para restaurar fuerzas, lo que les movía era acabar con el contrincante a la brevedad: lo Real tenía razón de ser, pero lo Virtual solo tenía ser en la razón (¿que qué?)…

EN EL FRAGOR del zipizape se dio una confusión que afectó hasta la identidad de cada cual, ¡con decirles que en lugar de dos primos hermanos, el pleito parecía de primas gemelas!, pues ya no solo era lo Real contra lo Virtual, sino la Realidad virtual contra la Virtualidad real…

NO IMAGINÉ QUE -muy en contra de mi morbo- llegado a este punto me vea impelido a dejar a un lado la trifulca que por grotesca parece más real, y por virtual, también; mejor daré algunos datos que nos ayuden a entender tal caos (si acaso es posible) y que nos lleven a poner paz, que la guerra de plano es destrucción…

POR SUPUESTO QUE lo Real es lo que existe por sí mismo sin necesidad de soporte ajeno a su propio ser: lo Real es un vaso de leche, una golondrina pasajera, un astro en la inmensidad del firmamento, mientras que lo Virtual necesita -al menos- un espejo que refleje, una pantalla que proyecte, un vacío que provoque eco, una imaginación y fantasía que construya lo inexistente…

NO ACABA EL PLEITO entre dos (lo Real y lo Virtual) que debiéndose fidelidad y apoyo mutuo, hoy se debaten en la palma de la mano con el artilugio o dispositivo de moda, en la pantalla (chica, mediana o gigante) omnipresente y obsesiva que pretende ser puerta de ingreso a otra dimensión, y que ha incursionado en lo que debía permanecer íntimo y se ha repetido hasta la saciedad, desplazándonos hasta convertirnos en “emoticonos” o “gifs”…

TRAIGO CON RAPIDEZ una escena del evangelio -como bocanada de aire puro- que nos reubique para ayudar a poner paz en tamaño pleito que parece inacabable: en medio de la noche, en medio del mar, en medio de la tormenta, en medio del miedo y de la inseguridad de los apóstoles, Jesús les dice con firmeza: “Soy Yo, no tengan miedo”, ¡es Él!, ni es fantasma, ni es virtual, ni es reflejo, ni es aparecido, ni es proyección holográfica, ni nada sino solo Él…

ASÍ QUE POR MÁS que digas “nos vemos en el zoom” o “te mando un guasáp”, no habrá nada como la mera realidad real; y aunque ha resultado herramienta muy útil la videoconferencia y la Misa en internet, no le des a la virtualidad un lugar como si fuera real, y no dejes que la realidad se quede en la virtualidad (¡charros!, hasta como que yo mismo me hago bolas)…

ENTIENDO SIN MÁS los rincones privados y preventivos a donde nos ha llevado la pandemia, pero no me resistiré a dejar como visitado un museo si la visita fue en 3D, ni me conformaré con disfrutar un helado de chocolate sólo en la imagen hiperreal de mi pantalla de megapixeles, ni me quedaré satisfecho con enviarle puras tarjetas virtuales a la chica de mis sueños, no…

ANTES DE CONCLUIR esta columna debo dejar constancia de mis sentimientos, y pido perdón si al presenciar el pleito anterior alguien recibió un golpe (¡fue virtual!), o si apareció un leve cuestionamiento incómodo (¡fue real!), pero todo está dicho y escrito para que no dejemos de aterrizar en paz luego de haber volado con toda la imaginación, que lo real no está ni en el espejo, ni en la pantalla, ni en mis fantasmas, sino en la presencia y la cercanía, tal como dijo Jesús: “Soy Yo, no tengan miedo”…

 

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