Ángelus dominical: Que impere la lógica sencilla y directa
Jesús enseñaba una lógica sencilla y directa diciendo que nadie enciende una vela para ponerla debajo de la cama (Lc 8,16)
HAY TRES PUNTOS que me llevan a pensar que estoy perdiendo el juicio: mi casa tiene tremendas goteras y más bien estoy pensando en pintarla de morado, me ha surgido un tremendo dolor hepático y más bien sigo planeando tres semanas de vacación, se saturó la memoria de mi computadora y ando viendo a qué vecino de otra colonia echarle la culpa porque a los de mi barrio ya los he culpado de otras cosas y no me la van a creer…
SÉ PERFECTAMENTE QUE luego del número uno sigue el dos, y luego viene el tres, pero no acabo de entender cómo nos empeñamos en complicar las cosas y quisiéramos anteponer el 4732 al 14 y seguir con el 45.38, y –para colmo- nos justificamos diciendo que es un nuevo orden, que es una manera diferente de ver las cosas, que es necesario romper esquemas caducos, que quien escribe 1, 2, 3, 4, 5 y así sigue pues es un “conservador”…
ADMIRO A QUIENES plantean objetivos con claridad y establecen estrategias y medios adecuados para llegar a una meta, a quienes buscan aprovechar los recursos disponibles y probables, a quienes saben sumar fuerzas y voluntades para lograr cualquier ideal: ¡la lógica y el orden les acompañan para alcanzar el éxito!…
ADMITO Y RECONOZCO que mucho me falta para ser ordenado y preciso, pero de ahí a querer amarrar perros con longaniza, o a construir una panadería donde no hay ni gente, o pretender vender miles de cobijas en Acapulco, pues no, la verdad no me atrevería aunque muchos levantaran la mano dándome su aprobación incondicional…
SIN DUDA PENSARÁS que estoy hablando de cosas que están sucediendo en nuestro entorno nacional y no te faltará razón; tampoco andarás errado si me dices que antes de pintar la casa debo tapar las goteras, y más que pensar en vacaciones debo atenderme el hígado, y que deje yo de andar repartiendo culpas y mejor busque darle mantenimiento a mi computadora…
DE MODO QUE SI TÚ vas analizando si es más importante conservar una selva única que construir un tren destruyéndola, o si es más urgente una refinería que un sistema de salud pública estable, o que es realmente más valioso solucionar el clima de violencia e inseguridad que andar exhibiendo ganancias y haberes de cualquier fulano –aunque sea periodista-, pues ya me ayudarás a mantener el juicio sano y lozano…
QUE IMPERE SOBRE MÍ una lógica sencilla y directa como lo enseñaba Jesús, diciendo que nadie enciende una vela para ponerla debajo de la cama (Lc 8,16), o cuando preguntaba: ¿acaso se recogen uvas de los espinos o higos de los cardos? (Mt 7,16); cuando nos apartamos de la lógica más elemental, sin duda terminaremos confundiendo transformaciones con deformaciones…
SI LLEGARA EL DÍA en que perdiera el razonamiento, ni me preocuparía que me encerraran en un manicomio o al menos me tuvieran fuera del alcance de dañar a cualquier prójimo, pero si además de obnubilarse el entendimiento me aferrara a presumir que todos deben pensar como yo mismo digo que pienso, ya estaría haciendo del mundo un manicomio en donde todos están locos menos yo…
EL DIÁLOGO QUE TUVE con aquellas señoras derivó en abordar lo que popularmente llamamos la “falta de respeto”; por supuesto que hablamos de valores y dignidades, de situaciones y emergencias, de educación e irreverencia, y me llamó la atención que el punto central seguía siendo la malicia del corazón, la voluntad torcida, las ganas de fastidiar al prójimo lo que define –en el fondo- una “falta de respeto”…
BUENOS DÍAS, ¿EN QUÉ le puedo atender?; así me saludan cuando voy a comprar pintura o cuando en el mostrador del laboratorio pido que me hagan análisis de sangre; pero si la persona que me recibe ya está pensando en darme gato por liebre o anda viendo cómo me estafará, pues por más cortesía que me muestre sencillamente me está faltando al respeto…
HE PODIDO CONOCER varios tipos de locos, y más bien son pocos los que llegan a perder –junto con el juicio- el respeto a los demás que aprendieron en su ambiente familiar desde la infancia; y más que locos –ya diría yo “desquiciados” y con malévolo acento- los que imponen su necedad con velada malicia o soterrada codicia, los que se empeñan no en barrer sino en ensuciar las escaleras desde arriba hasta abajo, por un lado y por el otro, las propias y las ajenas, las que ya no se usan y las que están por construirse; y más que desquiciados los que hacen guerra diciendo que quieren paz, o los que dicen que estamos felices cuando nos ven colmados de tanta inseguridad; (le pediré a Dios que aunque yo pierda el juicio, nunca pierda el respeto)…
El padre Eduardo Lozano es sacerdote de la Arquidiócesis Primada de México.
Más de este autor: La figura de Tomás refleja la de tantos contemporáneos