VIDEO: Paloma blanca sorprende al posarse sobre Cristo en la fiesta de Pentecostés
La paloma se posó en lo más alto del Cristo que corona el templo católico, justo en la fiesta de Pentecostés.
Usualmente, las aves son virales, bien sea porque intentan volar en avión, porque suben a un tren, o porque sus acciones nos resultan tan divertidas como curiosas. En esta ocasión, el hecho registrado en video ocurrió en el interior de una Iglesia marcando un gesto al que muchos le dan un peculiar simbolismo.
La irrupción del ave habría pasado desapercibida, de no ser por el hecho de que tras recorrer con su aleteo la nave central de la Iglesia, se posó en lo más alto del Cristo que corona el templo católico, justo en la fiesta de Pentecostés. Un hecho simpático que cautivó, generó aplausos y sacó varias sonrisas.
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Además, sirve como recurso catequético, toda vez que el Espíritu Santo se suele representar con una paloma. De hecho, aunque también se emplean otros símbolos como el agua, el aire y el fuego, a la tercera persona de la Santísima Trinidad se le representa de esta forma desde la antigüedad.
Particularmente sobre el símbolo de la paloma, el papa Juan Pablo II enseña que, según los sinópticos y el evangelio de Juan, se manifiesta con ocasión del bautismo de Jesús en el Jordán.
Explica el pontífice que “este símbolo es más apto que el del viento para indicar la Persona del Espíritu Santo, porque la paloma es un ser vivo, mientras que el viento es sólo un fenómeno natural. Los evangelistas hablan de él en términos casi idénticos”.
¿Por qué la paloma es símbolo del Espíritu Santo?
“Escribe Mateo (3, 16): “Se abrieron los cielos y vio al Espíritu de Dios que bajaba en forma de paloma y venía sobre él” (es decir, sobre Jesús). Así también Marcos (1, 10), Lucas (3, 21-22), Juan (1, 32). Por la importancia de este momento en la vida de Jesús, que recibe de modo visible ‘la investidura mesiánica’, el símbolo de la paloma se consolidó en las imágenes artísticas y en la misma representación imaginativa del misterio del Espíritu Santo, de su acción y de su Persona”.
Además, abunda el pontífice, “en el Antiguo Testamento, la paloma había sido mensajera de la reconciliación de Dios con la humanidad en los tiempos de Noé. En efecto, había llevado a aquel patriarca el anuncio del término del diluvio que sufría la tierra” (cf. Gn 8, 9-11).
Paloma, un símbolo tradicional en la iconografía cristiana
El Catecismo de la Iglesia Católica profundiza al respecto. Señala en su numeral 701 sobre esta ave que, al final del diluvio (cuyo simbolismo se refiere al Bautismo), “la paloma soltada por Noé vuelve con una rama tierna de olivo en el pico, signo de que la tierra es habitable de nuevo (cf. Gn 8, 8-12)”.
Añade el texto que cuando Cristo sale del agua de su bautismo, “el Espíritu Santo, en forma de paloma, baja y se posa sobre él (cf. Mt 3, 16 paralelos). El Espíritu desciende y reposa en el corazón purificado de los bautizados”.
Más aún, “en algunos templos, la Santa Reserva eucarística se conserva en un receptáculo metálico en forma de paloma (el columbarium), suspendido por encima del altar. El símbolo de la paloma para sugerir al Espíritu Santo es tradicional en la iconografía cristiana”.
El Espíritu Santo en el marco de la fiesta de Pentecostés
Otro motivo de especial alegría es la fecha, pues la Iglesia Católica celebra por estos días la solemnidad de Pentecostés, cuando por obra de Dios se recibe al Espíritu Santo y su auxilio divino. Sobre esta particularidad, señala el papa (Juan Pablo II, domingo de Pentecostés, 31 de mayo de 1998) que el Espíritu Santo, descendiendo sobre ellos con fuerza extraordinaria, los hizo capaces de anunciar a todo el mundo la enseñanza de Cristo Jesús”.
“Era tan grande su valentía, tan segura su decisión, que estaban dispuestos a todo, incluso a dar su vida. El don del Espíritu había puesto en movimiento sus energías más profundas, dirigiéndolas al servicio de la misión que les había confiado el Redentor”.
Y su trascendencia, argumentará el Santo Padre, es aún más relevante y poderosa: “El Espíritu Santo, en su misterioso vínculo de comunión divina con el Redentor del hombre, continúa su obra; recibe de Cristo y lo transmite a todos, entrando incesantemente en la historia del mundo a través del corazón del hombre”.
“La Iglesia con su corazón, que abarca todos los corazones humanos, pide al Espíritu Santo la felicidad que sólo en Dios tiene su realización plena: la alegría «que nadie podrá quitar», la alegría que es fruto del amor y, por consiguiente, de Dios que es amor; pide «justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo» en el que, según San Pablo, consiste el Reino de Dios”.