Monjas se convierten en protectoras del ajolote en México: hacen “milagros” para impedir que se extingan
Los ajolotes están en peligro de extinción, algo que unas monjas intentan impedir por medio de un santuario creado para protegerlos.
De excepcional interés científico, el ajolote mexicano (Ambystoma mexicanum) intenta sobrevivir tras la virtual desaparición de su hábitat natural, lo que amenaza con eliminarlo por completo del planeta.
No obstante, desde hace más de tres décadas, un grupo religioso femenino hace esfuerzos extraordinarios por cuidarlo en un santuario ecológico que le ha permitido reproducir la especie en cautiverio. Pero, ¿por qué es tan especial este anfibio, y quiénes son las monjas que se han hecho famosas por cuidarlo?
Una especie de salamandra endémica
El ajolote (Axolótl) es una una especie de salamandra que habita en México, es sumamente apreciada y se le considera un ícono cultural.
Resulta fascinante para la ciencia porque el anfibio tiene una sorprendente capacidad para regenerarse. En efecto, los científicos consideran que su secreto biológico resulta de interés para entender la regeneración de órganos o tejidos con miras a lograr avances para el ser humano en el futuro.
Y es que cuando este animalito se queda sin una de sus extremidades, puede regenerarla. De hecho, es capaz de aplicar este “super poder” para reponer parte de órganos vitales tan complejos como el cerebro o el corazón.
Sin embargo, aquellos que aún se encuentran en libertad figuran en la lista roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN según sus siglas en inglés), que con una base científica, la clasifica actualmente como una especie en “peligro crítico” (Critically Endangered – CR).
Por ello, Desde la fe consultó la publicación más reciente disponible en 2024, completada en octubre de 2019 y publicada un año más tarde.
Dramático descenso de su población
El reporte advierte que la población de este ajolote mexicano ha experimentado una reducción dramática debido a la transformación de su hábitat, mientras que “la población silvestre superviviente es muy pequeña”.
La institución registra datos alarmantes con respecto a su supervivencia en las únicas tres locaciones naturales con que cuenta en México. En tal sentido, el informe alerta que su población está gravemente fragmentada y que continúa la disminución continua de individuos maduros, la cual estima en un rango de apenas 50 a 1.000.
El panorama no mejora en Chalco, ni en el Lago de Chapultepec o en Xochimilco, en el suroeste de la capital de México.
El informe argumenta que, aún cuando no se ha realizado un estudio de densidad de la subpoblación de Chalco, “la evidencia sugiere que es pequeña y, además, Chalco es un sistema altamente inestable que corre el riesgo de desaparecer en un futuro cercano”.
En este marco, destaca el esfuerzo de una congregación relgiosa femenina. Y es que desde hace más de tres décadas, un grupo de monjas hacen esfuerzos extraordinarios por salvar, proteger y cultivar a este especie en México, al crear un centro de conservación y cría en cautiverio.
Monasterio de María Inmaculada de la Salud
El esmerado trabajo de las religiosas ha permitido la reproducción de los achoques originalmente nacidos en el Lago de Pátzcuaro. Lo hacen en su residencia ubicada en el Monasterio de María Inmaculada de la Salud.
La institución fue fundada en 1747 y, desde hace años trabajan en conjunto con instituciones del gobierno mexicano y del zoológico Chester de Gran Bretaña “para mantener vivos los achoques primos del ajolote que vive en el lago de Xochimilco”, según reseña una publicación oficial de la Arquidiócesis de Monterrey.
Como dato curioso, el asentamiento de las monjas siempre ha estado asociado a la salud por diversas razones. Entre ellas, porque el templo de este conjunto, que “ha sido transformado y adaptado en varios momentos, comenzó como capilla del hospital en el siglo XVI”.
Si bien, para el XVII fue intervenida y seguramente ampliada, pues para 1742 fue cedida y adaptada para convento de monjas; en tiempos de la exclaustración de las religiosas de nuevo fue intervenido varias veces y hoy se encuentra abierto al culto, según explica José Martín Torres Vega en una documentada investigación titulada “La edificación del convento de monjas dominicas en Pátzcuaro” que publica el Boletin de Monumentos Históricos de México (cf Tercera Época, número 30, enero-abril 2014).
El secreto del ajolote está en su ADN
Recientemente, un equipo internacional de científicos descubrió uno de los secretos de este anfibio tan particular: “El ajolote tiene el genoma más grande que se ha secuenciado hasta ahora, mucho más grande que el humano”, señala una publicación de la BBC que cita un estudio publicado en Nature.
Agrega el escrito que el ajalote tiene 32.000 millones de pares de bases de ADN, un número 10 veces superior al del genoma humano, que se ubica en 3.200 millones de pares de bases.
En todo caso, por ahora hay esperanza para esta noble creatura de Dios que ha encontrado una vía de supervivencia en la acción de las hermanas dominicas. Además, cuentan con la protección espiritual de la Virgen María en la advocación de Inmaculada, que con el tiempo adoptó en ese lugar el nombre popular de Nuestra Señora de la Salud.
Resta que el ser humano, al que las investigaciones procuran ayudar, reflexione para que sus actos cuiden los ecosistemas que hoy la contaminación y la sobrepesca están eliminando. Así, se podría lograr el milagro de la convivencia que desde hace siglos anhelaba san Francisco de Asís.