Cómo la esperanza fortalece al adulto mayor: “La fuerza física se apaga, pero la fe se intensifica”
La vejez se debe asimilar como un cambio de vida en el que disminuye la fuerza física, pero es una etapa en la que se aumenta la fe. Debe de haber una sensibilización profunda sobre esta etapa de la vida.
La etapa de la vejez se debe asimilar como un cambio de vida, pues en ella se pueden vivir de la mejor manera las tres virtudes: fe, esperanza y caridad, de acuerdo con el Pbro. Edwin Alberto Romo García, encargado de la Pastoral del Adulto Mayor en la Arquidiócesis de Monterrey.
Durante su conferencia “Esperanza en el adulto mayor: enfoque personal y comunitario”, dentro del ciclo de conferencias con motivo del Mes de las Familias, el sacerdote explicó que Dios nos acompaña en todas las etapas de nuestra vida, pero se tiene mayor acercamiento en la vejez, donde se experimentan las tres virtudes teologales.
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La esperanza y la fe en la vida eterna
“En esta parte de la vida, se vive la esperanza como el anhelo de la vida eterna y el descanso en Dios, pues las energías físicas disminuyen, pero la mirada hacia la eternidad se intensifica”.
Añadió que, para el adulto mayor, la esperanza toma un significado especial como virtud que sostiene ante los retos de la vejez: la soledad, la enfermedad y la cercanía del encuentro definitivo con Cristo.
San Juan Crisóstomo dice que la esperanza cristiana no solo es para el futuro, sino que transforma el presente dándole sentido incluso a los sufrimientos.
Al respecto, el padre Romo dijo que “la esperanza les da fuerza para enfrentar la soledad, las enfermedades y la pérdida de los seres queridos recordando con fe que Dios está en todo momento. Recordemos que alguien puede estar rodeado de mucha gente y sentirse sola”.
El sacerdote indicó que para dar a la esperanza un enfoque comunitario es necesario integrar a los adultos mayores en las actividades parroquiales, promoviendo su participación activa en las actividades litúrgicas o pastorales, reconociendo su papel como testigos de fe y esperanza en la comunidad y compartiendo su experiencia con las generaciones jóvenes.
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Aceptar la vejez
“La esperanza también se vive, desde el enfoque humano, como la aceptación de la vejez, de los límites humanos, pero también de un momento de plenitud, pues le ayuda a descubrir que su valor no depende de lo que pueda hacer, sino de lo que es como hijo de Dios”.
A decir del padre Romo, ser anciano no es sobrevivir sino vivir con agradecimiento por las experiencias vividas, y viendo sus recuerdos y experiencias como un tesoro personal.
“Las parroquias deben crear espacios donde los ancianos puedan sentirse valorados, como grupos de reflexión o talleres donde compartan su experiencia. Ellos todavía tienen mucho que aportar y compartir”.
Sin duda que la familia es un pilar fundamental para cualquier ser humano, en especial en la etapa de la senectud, pues es fundamental para mantener viva su esperanza, pues el amor y cuidado que le den sus seres queridos refleja el amor de Dios y ellos se sienten importantes y queridos.
“Es muy penoso que los hijos se aprovechen de la situación de vulnerabilidad de sus padres. Hay que aprovecharlos en el buen sentido, su familia puede ser un espacio donde los abuelos transmitan sus valores, su experiencia de vida y fe, dejando un legado espiritual”, resaltó el padre Romo.
Dijo que es necesario que la comunidad esté preparada para dignificar el trato a los adultos mayores.
“Se pueden crear talleres para ellos, pláticas, catequesis sobre la vejez, organizar un día especial para ellos en las parroquias, talleres para la familia de los cambios que viven los abuelos o padres, entre otros”, todo ello, dijo el padre, con la finalidad de cambiar la mentalidad que posee gran parte de la gente sobre la vejez.
Muchos adultos mayores viven solos y pequeñas acciones como estas, pueden cambiar el sentido de la vida para muchas personas, incluso hacer más resiliente a los familiares de los ancianos.