La Ermita del Silencio en Puebla: el refugio espiritual que debes conocer

La Ermita del Silencio, construida por fray Jerónimo Genovard Guinard en 1986, se encuentra en el Parque Nacional Iztaccíhuatl-Popocatépetl, y es considerada uno de los llamados “lugares mágicos” del estado de Puebla.

Este bello recinto recibe numerosas visitas por ser un sitio ideal para la meditación. Desde que los visitantes se acercan a este santuario, comienzan a experimentar una profunda sensación de paz y tranquilidad, potenciada por el camino rodeado de árboles y amplios pastizales que conduce hasta la ermita.

Fray Jerónimo Genovard Guinard —fallecido en agosto de 2023 a los 96 años— comenzó la construcción de esta capilla a inicios de la década de los ochenta, atraído por un apacible paisaje coronado por los volcanes. Su intención era crear un lugar para retiros espirituales y un espacio de preparación para religiosas.

Con impresionantes vistas en todas direcciones, la Ermita del Silencio envuelve a los visitantes en una atmósfera profundamente espiritual: desde la serenidad de su jardín hasta la quietud de sus habitaciones, que cuentan con ventanales por los que se escucha el trino lejano de aves solitarias.

La ermita, edificada principalmente con piedra volcánica, fue para fray Jerónimo un sitio privilegiado para reflexionar, meditar y contemplar la Creación, motivo por el cual decidió vivir ahí durante 34 años. Para él, este lugar favorecía el encuentro con Dios.

¿Quién construyó la Ermita del Silencio?

Fray Jerónimo Genovard Guinard fue un fraile español de la Tercera Orden Regular Franciscana, ordenado sacerdote en 1950 en la Archibasílica de San Juan de Letrán, en Roma. Tras su ordenación fue enviado a la Diócesis de Mallorca; posteriormente, misionó durante diez años en el Amazonas, en Brasil. Más tarde fue destinado a Perú, donde vivió cinco años.

Su siguiente misión fue en Colombia, adonde llegó para estudiar Liturgia. Concluidos sus estudios, fue enviado a México, a la Parroquia de los Santos Reyes, en el Peñón de los Baños de la Ciudad de México, donde permaneció hasta su muerte.