¿Las pesadillas se pueden hacer realidad?
Para muchas personas los sueños son tan reales que cuando tienen pesadillas temen que estas se conviertan en realidad. ¿Es así?
¿Cuál es el significado de los sueños? Todos los seres humanos soñamos. En ocasiones no quisiéramos despertar de un agradable sueño porque sentimos que estamos “viviendo” lo que deseamos. En otras ocasiones quisiéramos que alguien nos despertara o despertamos gritando por una pesadilla.
No faltan las ocasiones en que sentimos volar y de repente caemos en un abismo sin fondo. Algunos dicen soñar en blanco y negro mientras otros “ven” colores, “escuchan” sonidos y “huelen” aromas.
Pero, ¿es posible ver, escuchar u oler cuando el sueño no es una realidad, sino sólo una fantasía mezclada con el recuerdo de experiencias? ¿Tenemos que considerar los sueños como cosas reales? ¿Será posible que Dios o nuestros antepasados se comuniquen con nosotros mediante sueños?
Sueños involuntarios
De acuerdo con los especialistas, la acción de soñar es un proceso mental involuntario, es decir, que no soñamos porque queramos hacerlo, sino que involuntariamente reelaboramos la información que tenemos almacenada en la memoria, especialmente la que tiene que ver con las experiencias del día anterior al sueño. Pero vamos a tratar de explicarlo mejor.
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El archivo desordenado
Imagina que en una oficina hay un archivo perfectamente ordenado con la información necesaria para hacer una película al día siguiente. Lamentablemente, un trabajador abre el cajón sin cuidado y toda la información cae al piso de manera desordenada.
Para no ser descubierto, el trabajador acomoda nuevamente las cosas en el cajón, pero con toda la información en desorden. Al hacer la película el resultado es un caos porque están revueltas todas las escenas, el pasado con el presente, y los personajes entran y salen de escena en forma caprichosa. Este ejemplo te puede ayudar a comprender lo que sucede mientras sueñas.
Dicho de otra manera, nuestra memoria guarda una gran cantidad de datos, conocimientos,emociones, sentimientos, etc. Todos esos datos son guardados en orden por nuestra razón en una especie de archivo. Ese orden se mantiene en perfecto estado mientras estamos despiertos. Generalmente, la razón controla o domina nuestros deseos, emociones, miedos, angustias, traumas, etc. Pero cuando nos dormimos, el archivo pierde su orden.
Toda la información que tenemos en la memoria se presenta en nuestros sueños totalmente revuelta. En los sueños se mezclan cosas reales del pasado con deseos del futuro, experiencias reales mezcladas con elementos leídos en libros o vistos en películas. Nuestros miedos toman formas de monstruos que nos acosan y nuestras culpas pueden convertirse en personajes que nos señalan o condenan. Nuestro deseo de liberarnos de problemas puede hacernos volar en el sueño. El miedo a perder algo o a alguien nos puede hacer soñar con la muerte.
La acción de soñar nos sumerge en una “realidad virtual”, no “realidad real”, formada por imágenes, sonidos, pensamientos y sensaciones. Muchos de estos elementos son parte de las experiencias vividas antes de dormir.
No recordamos todo lo que soñamos
Aunque nuestros sueños suelen ser muy complejos por mezclar tantas cosas de nuestro “archivo personal”, al despertar podemos tener recuerdos simples como una imagen, un sonido, una idea, un olor, etc. o recuerdos muy elaborados como escenas, personajes, escenarios y objetos, pero es muy difícil recordar totalmente el sueño. Quizás recordamos lo que más nos impresionó de él.
Mientras dormimos tenemos varias fases y los sueños pueden estar presentes en todas, pero es más fácil recordar los sueños de la última fase en la que casi vamos a despertar.
¿Los sueños son profecías?
Muchas culturas han considerado que los sueños tienen carácter profético por lo que toman el sueño como una revelación de Dios o buscan intérpretes para encontrar su significado.
En la Biblia encontramos varias citas en las que Dios habla mediante sueños; sin embargo, el protagonista integra al sueño toda la información que tiene para llegar a una conclusión.
No es sólo el sueño el que los hace actuar de una u otra manera, sino la sabiduría con la que tratan de comprender el por qué de su sueño.
Me atrevería a decir que incluso en el Antiguo Testamento (Génesis 41,1-36), cuando José el hijo de Jacob interpretó los sueños del Faraón, él no recibió en forma directa un mensaje de Dios, sino que mediante su sabiduría y reflexión fue capaz de descubrir que el río Nilo no siempre tenía el mismo caudal, por lo que sería muy sabio ahorrar en tiempo de abundancia para tener en tiempo de escasez.
De esa manera, Dios muestra que aún mediante los sueños se puede encontrar la razón de las cosas y prever el futuro.
¿Magia o reflexión de los sueños?
El punto anterior nos enseña que lo que soñamos nos puede ayudar a conocernos más. No es que los sueños sean mensajes “mágicos”, pero sí nos pueden ayudar a tener más elementos de lo que somos y buscamos.
Por esta razón es muy común que los sicólogos y especialistas de la mente pregunten a sus pacientes sobre sus sueños, porque pueden ser algo así como los síntomas de los deseos ocultos, anhelos, frustraciones, represiones o grandes pérdidas.
Es frecuente que una persona anhele tanto despedirse de alguien que murió, que llegue a convertir su deseo u obsesión en un sueño. Un psicólogo puede ayudar a “interpretar” los sueños, pero no con el carácter mágico con el que lo hacen los charlatanes que dicen tener el poder para “adivinar los sueños”.
Los sueños se pueden convertir en un factor de ayuda cuando mediante el estudio serio intentamos conocernos más. Lamentablemente, en nuestros días hay una gran cantidad de charlatanes que se dicen “videntes”, “adivinos”, “profetas” o “conocedores de lo oculto”, que para enriquecerse aprovechan la ignorancia de las personas, ofreciendo “consultas para adivinar los sueños” o vendiendo libros con el mismo tema sin fundamento alguno.
¿Qué dice la Biblia sobre el significado de los sueños?
En la Sagrada Escritura podemos encontrar citas contrastantes. Unas hablan de los sueños como mensajes de Dios, pero otras maldicen a quienes los utilicen como profecías. Esto nos ayuda a comprender que el sueño no es lo importante, sino la actitud de la persona que sueña.
El libro del Eclesiástico, dice: “los sueños dan alas a los insensatos. Creer en los sueños es querer agarrar una sombra o perseguir el viento. Lo que uno ve en sueños es sólo una imagen, como un rostro reflejado en un espejo… Adivinaciones, pronósticos y sueños son cosas sin valor, son fantasías… Muchos se dejaron engañar por los sueños, y por creer en ellos se arruinaron” (34,1-7).
Tenemos que pedirle a Dios que nos confirme cualquier visión o sueño, porque también el enemigo se mete a nuestros sueños y puede producir alucinaciones. Por sus frutos reconoceremos lo que viene de Dios o lo que viene de nuestra mente cuando dormimos.
El libro del profeta Jeremías nos previene: “No se dejen engañar por los profetas, ni por los adivinos que hay entre ustedes, ni crean en sus sueños, fruto de su imaginación. Porque sin que yo los haya mandado se aprovechan de mi nombre para profetizar mentiras, dice Yavé”. (Jer. 29,8-9).
El P. José de Jesús Aguilar es sacerdote de la Arquidiócesis Primada de México.