Oración por un trabajo – Salmos para pedir a Dios por trabajo
Tres Salmos para rogar a Dios por un empleo y la prosperidad del hogar.
Oración y salmos por un trabajo
La oración puede ayudarnos a conseguir el trabajo que deseamos.
El libro de los Salmos o Salterio es uno de los más leídos de la Biblia, pues a través de su lectura podemos entender y afianzar nuestra relación con Dios, cuyo brazo sigue y seguirá sosteniendo toda la obra. En los Salmos cobra esplendor el desbordante júbilo del hombre, que se aflige, que se alegra, que vive y que se sabe en presencia de Dios.
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Estas plegarias se adaptan a todos los periodos de la historia y a todos los seres humanos, pues se asientan en la experiencia única y de origen que nos vincula al Señor.
Aquí te hacemos algunas recomendaciones de Salmos que te permitirán reflexionar y pedir a Dios sea tu fortaleza y apoyo, sobre todo hoy, frente a la falta de empleo a consecuencia del difícil momento que vive nuestra nación.
33: Alabanza a Dios creador y providente
Alégrense, oh justos, en el Señor; a los rectos es hermosa la alabanza.
Den gracias al Señor con lira; cántenle con arpa de diez cuerdas.
Cántenle un cántico nuevo;
háganlo bien, tocando con júbilo.
Porque recta es la palabra del Señor,
y toda su obra ha sido hecha con verdad.
Él ama la justicia y el derecho;
de la misericordia del Señor está llena la tierra.
Por la palabra del Señor fueron hechos los cielos;
todo el ejército de ellos fue hecho por el soplo de su boca.
Él junta como un montón las aguas de los mares,
y guarda en depósitos los océanos.
Tema al Señor toda la tierra;
témanle todos los habitantes
del mundo.
Porque él dijo, y fue hecho;
él mandó, y existió.
El Señor hace nulo el consejo
de las naciones
y frustra las maquinaciones de los pueblos.
El consejo del Señor permanecerá para siempre,
y los pensamientos de su corazón por todas las generaciones.
¡Bienaventurada la nación de la cual el Señor es Dios,
el pueblo al cual escogió como posesión suya!
El Señor ve desde los cielos; mira a todos los hijos del hombre.
Desde el lugar de su morada observa
a todos los habitantes de la tierra.
El que formó el corazón de todos ellos comprende todas sus obras.
El rey no es librado por la multitud del ejército;
el valiente no escapa por su mucha fuerza.
Vano es el caballo para la victoria;
a pesar de su gran fuerza no podrá librar.
El ojo del Señor está sobre los que le temen,
sobre los que esperan en su misericordia,
para librar el alma de ellos de la muerte
y para darles vida en tiempos de hambre.
Nuestra alma espera en el Señor;
él es nuestra ayuda y nuestro escudo.
Por eso, nuestro corazón se alegra en él,
porque en su santo nombre hemos confiado.
Sea tu misericordia, oh Señor, sobre nosotros
según lo esperamos de ti.
102: Oración de un afligido
Señor, escucha mi oración
y llegue a ti mi clamor.
No escondas de mí tu rostro
en el día de mi angustia;
inclina a mí tu oído;
apresúrate a responderme el día que te invoque,
porque mis días se desvanecen como el humo
y mis huesos cual tizón están quemados.
Mi corazón está herido
y seco como la hierba,
por lo cual me olvido de comer mi pan.
Por la voz de mi gemido
mis huesos se han pegado a mi carne.
Soy semejante al pelícano del desierto;
soy como el búho de las soledades;
Me desvelo y soy
como un pájaro solitario sobre el tejado.
Cada día me deshonran mis enemigos.
Los que se burlan de mí
ya se han conjurado en mi contra.
Por lo cual yo como ceniza a manera de pan
y mi bebida mezclo con lágrimas,
a causa de tu enojo y de tu ira,
pues me alzaste y me has arrojado.
Mis días son como una sombra que se va
y me he secado como la hierba.
Mas tú, Señor, permanecerás para siempre
y tu memoria de generación en generación.
Te levantarás y tendrás misericordia de Sión,
porque es tiempo de tener misericordia de ella,
porque el plazo ha llegado,
porque tus siervos aman sus piedras
y del polvo de ella tienen compasión.
Entonces las naciones temerán el nombre del Señor
y todos los reyes de la tierra tu gloria,
por cuanto Señor habrá edificado a Sión
y en su gloria será visto.
Habrá considerado la oración de los desvalidos
y no habrá desechado el ruego de ellos.
Escríbanlo para la nueva generación:
un pueblo recreado alabará al Señor
porque miró desde lo alto de su santuario;
miró Señor desde los cielos a la tierra
para oír el gemido de los presos,
para soltar a los sentenciados a muerte,
para que se publique en Sión el nombre de Señor
y su alabanza en Jerusalén,
cuando los pueblos y los reinos se congreguen
en uno para servir al Señor.
Él debilitó mi fuerza en el camino;
acortó mis días.
Dije: “¡Dios mío,
no me cortes en la mitad de mis días!
¡Por generación y generación son tus años!”
Desde el principio tú fundaste la tierra,
y los cielos son obra de tus manos.
Ellos perecerán, mas tú permanecerás;
y todos ellos como una vestidura se envejecerán,
como un vestido los mudarás y serán mudados;
pero tú eres el mismo y tus años no se acabarán.
Los hijos de tus siervos habitarán seguros
y su descendencia será establecida delante de ti.
144: Pedir socorro y prosperidad
Bendito sea el Señor, mi roca,
Quien adiestra mis manos para la batalla,
y mis dedos para la guerra;
misericordia mía y mi castillo,
fortaleza mía y mi libertador,
escudo mío, en quien he confiado;
El que sujeta a mi pueblo debajo de mí.
Oh Señor, ¿qué es el hombre para que en él pienses,
o el hijo de hombre, para que lo estimes?
El hombre es semejante a la vanidad;
pues sus días son como la sombra que pasa.
Oh Señor, inclina tus cielos y desciende;
toca los montes, y humeen.
Despide relámpagos y disípalos,
envía tus saetas y túrbalos.
Envía tu mano desde lo alto;
redímeme, y sácame de las muchas aguas,
de la mano de los hombres extraños,
cuya boca habla vanidad,
y cuya diestra es diestra de mentira.
Oh Dios, a ti cantaré cántico nuevo;
con salterio, con decacordio cantaré a ti.
Tú, el que da victoria a los reyes,
el que rescata de maligna espada a David su siervo.
Rescátame, y líbrame de la mano de los hombres extraños,
cuya boca habla vanidad,
y cuya diestra es diestra de mentira.
Sean nuestros hijos como plantas crecidas en su juventud,
nuestras hijas como esquinas labradas como las de un palacio;
nuestros graneros llenos, provistos de toda suerte de grano;
nuestros ganados, que se multipliquen a millares
y decenas de millares en nuestros campos;
nuestros bueyes estén fuertes para el trabajo;
no tengamos asalto, ni que hacer salida,
ni grito de alarma en nuestras plazas.
Bienaventurado el pueblo que tiene esto;
Bienaventurado el pueblo cuyo dios es el Señor.
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