5 nombres de potente significado relacionados con la Virgen María

Este artículo te ofrece algunos nombres relacionados con la Virgen María.

En cuanto imagen de la persona, nuestro nombre es sagrado… y como enseña el Catecismo de la Iglesia Católica, “exige respeto en señal de la dignidad del que lo lleva”. Así es, Dios mismo “llama a cada uno por su nombre” (cf. Is 43, 1; Jn 10, 3). Y tiene tal relevancia, que únicamente se lo confía a quienes creen en Él.

Más aún, el carácter único de cada persona brillará a plena luz. Por esa razón, en el Bautismo, el cristiano recibe su nombre en la Iglesia.

“Puede ser el nombre de un santo”, pues, “al ser puesto bajo su patrocinio, se le ofrece un modelo de caridad y se le asegura su intercesión”. (cf. CIC 2156)

En esta selección, Desde la fe presenta cinco nombres que tienen relación directa con la Virgen María, ya sea por tratarse de una advocación mariana, o por contar con un significado que lo relaciona hermosamente con Ella:

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Rosario

Un nombre precioso que hace referencia a la “rodeada de rosas”, pues se basa en la oración cristocéntrica por excelencia, y es una de las formas más hermosas de rendir homenaje a la Virgen María como Madre de Dios.

El rosario nos permite meditar a través de los ojos de María la vida, obra, pasión, muerte y resurrección de Jesús. Además, se cumple así la promesa divina: “Todas las generaciones me llamarán bienaventurada”.

Al respecto, Juan Pablo II enseñó: “Te llamamos bienaventurada, porque eres la que el Eterno Hijo —Redentor del mundo— ha redimido en el misterio de la Inmaculada Concepción.

“Te llamamos bienaventurada, porque sobre Ti descendió el Espíritu Santo y el poder del Altísimo extendió su sombra (cf. Lc 1, 35), y así nació de Ti el Eterno Hijo de Dios, en cuanto hombre.

“Te llamamos bienaventurada. Así te han llamado todas las generaciones. Así te llama nuestra generación”.

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Asunción

Hace referencia a la elevación de la santísima Virgen María al cielo, una verdad proclamada como dogma por el papa Pío XII en 1950. Sobre este hecho, recordamos la profunda explicación que tras el Ángelus nos diera el Papa Benedicto XVI el miércoles 15 de agosto de 2012:

“María, que engendró al Hijo de Dios en la carne, es la criatura más insertada en este misterio, redimida desde el primer instante de su vida, y asociada de modo totalmente especial a la pasión y a la gloria de su Hijo.

“La Asunción de María al cielo es, por tanto, el misterio de la Pascua de Cristo plenamente realizado en ella: está íntimamente unida a su Hijo resucitado, vencedor del pecado y de la muerte, plenamente configurada con Él.

“Pero la Asunción es una realidad que también nos toca a nosotros, porque nos indica de modo luminoso nuestro destino, el de la humanidad y de la historia. De hecho, en María contemplamos la realidad de la gloria a la que estamos llamados”.

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Carmen

Además de ser una advocación mariana, Carmen deriva del Carmelo. Allí, “toda alma impulsada por un tierno afecto hacia la Virgen y Madre santísima, florece la contemplación de aquella que, desde el principio, supo estar abierta a la escucha de la palabra de Dios y acatar su voluntad”, enseña el Papa Juan Pablo II.

En su mensaje a la Orden del Carmen en 2001, el santo explica que “María, educada y modelada por el Espíritu, fue capaz de leer en la fe su propia historia”.

“Y, dócil a las inspiraciones divinas, avanzó en la peregrinación de la fe y mantuvo fielmente la unión con su Hijo hasta la cruz. Allí, por voluntad de Dios, estuvo de pie, sufrió intensamente con su Hijo y se unió a su sacrificio ¡con corazón de Madre!”.

Asociada también con el escapulario, el Papa dirá que son dos las verdades evocadas en él:

“Por una parte, la protección continua de la Virgen Santísima, no sólo a lo largo del camino de la vida, sino también en el momento del paso hacia la plenitud de la gloria eterna; y por otra, la certeza de que la devoción a ella no puede limitarse a oraciones y homenajes, sino que debe constituir un ‘hábito’, es decir, una orientación permanente de la conducta cristiana, impregnada de oración mediante la práctica frecuente de los sacramentos y las obras de misericordia”.

Marie

He aquí una variante francesa -e incluso checa- del nombre bíblico de María. Se le atribuye como significados: Amada de Dios, bella, señora, excelsa, si bien existen muchas otras acepciones distintas e, incluso, controvertidas.

En todo caso, cuando se emplea este nombre se honra también a Dios. Así se hace patente en las palabras del Papa Pablo VI, quien en su exhortación apostólica Marialis cultus nos dejó un claro argumento:

“Es imposible honrar a la ‘Llena de gracia’ (Lc 1, 28) sin honrar en sí mismo el estado de gracia, es decir, la amistad con Dios, la comunión en Él, la inhabitación del Espíritu. Esta gracia divina alcanza a todo el hombre y lo hace conforme a la imagen del Hijo”.

Gabriela

El femenino de Gabriel nos recuerda al arcángel que se apareció a la Virgen. El mismo que conversó con Zacarías para informar que Dios había escuchado sus ruegos, y los de Isabel, dándoles un hijo al que pondrían por nombre Juan.

Este “hombre de Dios” tiene la particularidad de haber sido un enviado divino con la bellísima tarea de anunciarle a la Virgen que Dios la había elegido:

“El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios”. María contestó: “Aquí está la sierva del Señor; hágase en mí según tu palabra”.

Por ende, en Gabriela encontramos un resumen de la protección de Dios, su santo anuncio, un hecho histórico para la humanidad, y un manojo de buenas noticias.