Esta semana se dio a conocer el tráiler de la próxima película sobre el padre Gabriele Amorth, titulada: El exorcista del Papa. Inmediatamente, las redes sociales se inundaron de comentarios de toda índole sobre las impresionantes escenas que muestra el avance. Y no faltaron quienes tildaron la cinta como un “churro hollywoodense”, con nada que ver con las verdaderas posesiones diabólicas.
Pero, ¿alguna vez te has preguntado si las películas de exorcismos se apegan a la realidad?
Las novelas escritas, el teatro, las películas y las actuales series de las plataformas digitales son grandes vías por las que transita nuestra imaginación y nuestra fantasía. Son, sin duda alguna, instrumentos buenos en sí mismos para recrear historias fantásticas que nos hacen soñar y que nos atrapan con sus tramas y sus secuencias narrativas.
Durante los siglos en que sólo había los libros, las ilustraciones hechas por grandes maestros, lograba poner forma y color a lo descrito por las letras; ahora con las nuevas tecnologías, sobre todo a partir de la invención del cine y los “efectos especiales”, esto ha crecido con gran éxito. No hay nada que quitar al gran mérito que tiene la industria del entretenimiento en este sentido, al contrario, su evolución en el tiempo nos maravilla.
Sin embargo, como estos medios tienen un lenguaje propio capaz de atraer y mantener la atención de sus espectadores, muchas veces necesita usar de la imaginación para armar una narración que sea entretenida.
Por ejemplo, los guionistas de una película que recrea un acontecimiento histórico, no tienen todos los diálogos coloquiales y cotidianos que pudieron verificarse en la realidad, por lo que, partiendo de los hechos con que se cuenta, deben “inventar” dichos diálogos y algunos otro elementos que ayuden a lograr una secuencia narrativa coherente que permita un libreto dinámico y lógico.
Otro elemento que no podemos ignorar es el del dinero. La producción de una película, telenovela o teleserie, aunque sea de bajo presupuesto, no deja de ser costosa, y más si se piensa que todo esto es una industria que debe ser sustentable y fuente de legítimas ganancias; por lo tanto, si una película o teleserie, “no está buena”, simplemente no vende y se convierte en pérdidas difíciles de recuperación.
En esto hay un abanico de matices, desde quien sólo mira esto como un negocio (quienes muchas veces logran grandes producciones con todos los efectos especiales) hasta quien lo hace con un fin meramente educativo pero que debe alcanzar un estándar de calidad para hacer apetitosa su obra.
Todo lo dicho hasta ahora debe de ser nuestro punto de partida al leer una novela o ver una película o serie: debemos partir de que son obras de la imaginación y que, incluso las que se presentan como históricas, biográficas o basadas en hechos reales, no están exentas de las libertades que se toman los escritores, los guionistas o los adaptadores: si no tenemos esto en cuenta, corremos el riesgo de quedarnos con una idea distorsionada de la historia, o terminamos creyendo fantasías fruto de la genialidad de la imaginación, pero lejanas de la realidad.
Las películas de exorcismos no están exentas de esto, y más cuando la fenomenología del rito litúrgico del exorcismo está llena de elementos que no fácilmente podemos comprender.
Las nuevas tecnologías de la industria del entretenimiento logran recrear buena parte de lo que se dice de los exorcistas y los exorcismos, cierto que algo sí sucede como se describe, pero no todo corresponde con la realidad.
Para empezar hay que decir que los exorcismos son siempre una buena noticia, es decir, es el remedio dado por Cristo a su Iglesia para sanar a los que están influenciados por la acción extraordinaria del maligno.
En las películas, series y demás, los exorcismos pertenecen al género de “terror”, muy lejos del fin de los exorcismos que es la liberación del poseso, estas recreaciones infunden terror y miedo.
Las películas de exorcismos tienden a fomentar el morbo. Las personas que tienen una posesión demoniaca sufren mucho, y estas películas, en su mayoría, no respetan esta faceta del dolor humano. Es cierto que retratan una realidad, pero no lo hacen con el respeto debido.
La figura de los posesos es, tristemente, caricaturizada y hasta denigrada. La figura del sacerdote exorcista también. Salvo honrosas excepciones, en la mayoría de presentaciones de este tipo, el personaje del exorcista se presenta como una persona rara, apartada de la realidad, extremadamente seria, casi fuera de la realidad, rígida.
Un sacerdote exorcista es portador de la buena noticia, es cierto que se enfrenta a algo difícil de comprender para muchos, pero lleva salvación, vida, libertad. Es un hombre caritativo, que acoge a quien vive confundido, temeroso, inseguro.
La personalidad del exorcista es bien definida: es preparado, no cree en fantasías ni supersticiones, menos promueve ideas mágicas o pseudo milagrosas; al contrario, promueve una auténtica fe y propone con humildad el camino liberador de Jesucristo, es un hombre de profunda vida de oración y con mucha prudencia en su proceder, y, sobre todo, es alegre y optimista.
También hacen parecer que la eficacia del exorcismo depende de condicionamientos humanos, sin mostrar que, en realidad, depende de la bondad y de la misericordia de Dios.
El rito litúrgico del exorcismo no es presentado como tal en ninguna película, se centran sólo en la parte más fantástica y morbosa, sin siquiera dejar asomar un mínimo de lo que la Iglesia hace para liberar a un poseído por el maligno.
Presentan el rito como si fuera un acto mágico que depende de hacer esto o aquello con “cierta fe” que más bien en las películas es superstición, casi parangonando el sagrado rito con un acto similar a la brujería o dando a los objetos sagrados poderes que no tienen.
Mi profesor de Derecho Canónico en el Seminario nos decía que “la realidad supera a la imaginación”. Con esto quiero terminar diciendo que, aquellas cosas que podemos llamar “horrorosas” en un verdadero exorcismo, no son recreadas por las películas, gracias a Dios.
El Señor da la gracia al exorcista y a su equipo de auxiliares, de ser testigos de cosas que es mejor no describir y son sostenidos por su poder y su gracia, para que puedan enfrentarlas y vencer en nombre de Cristo a Satanás y a sus ángeles caídos.
El sagrado ministerio del exorcista descansa sobre los hombros de sacerdotes prudentes, sabios y de gran vida interior, que no transmiten a cineasta alguno, guionista o realizador, lo que pasa en la realidad de los exorcismos.
Más bien, con Jesús, se canta desde lo más profundo del corazón: “Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y las has revelado a la gente sencilla, gracias, Padre, porque así te ha parecido bien”. Amén.
*El padre Alberto Medel es asesor del Colegio de Exorcistas de la Arquidiócesis Primada de México.
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