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Murió el exorcista al que el demonio le reveló por qué odia a la Virgen de Guadalupe

El padre Sante Babolin fue uno de los exorcistas más famosos del mundo. Regresó a la casa del Padre a la edad de 87 años.

2 febrero, 2023
Murió el exorcista al que el demonio le reveló por qué odia a la Virgen de Guadalupe
Monseñor Sante Babolin, exorcista de Padua

Este jueves 2 de febrero, el famoso exorcista de Padua, padre Sante Babolin, fue llamado a la casa del Padre. Desde hace un año, aproximadamente, el sacerdote ya no ejercía el ministerio de liberación, y se encontraba en una casa de reposo, según explica uno de sus grandes amigos en México, el P. Hugo Valdemar Romero.

¿Quién era el P. Sante Babolín?

Mons. Sante Babolin tenía 87 años y era exorcista de la región de Padua, Italia.

Su carrera de investigador y docente la realizó en todas las universidades de renombre en Roma y en México (Gregoriana, La Sapienza, Saint Sulpice, Urbaniana y la Pontificia de México); y su legado magisterial fueron innumerables cursos, libros en varios idiomas y textos para revistas especializadas.

Desde 2006 comenzó a realizar exorcismos en el Santuario de la Beata Virgen de la Gracia en Villafranca, Padua, por orden de su obispo, a pesar de que su carrera sacerdotal estaba enfocada al ámbito académico.

Su obispo confiaba en que sus conocimientos lo llevarían a tomar con seriedad el ministerio de liberación, y así fue. La cuidadosa manera de llevar a cabo los procesos de discernimiento, y en su caso, el rito de liberación, lo convirtieron en uno de los exorcistas más famosos del mundo.

¿Por qué odia el demonio a la Virgen de Guadalupe?

El exorcista explicó en una ocasión a Desde la fe cómo el diablo le reveló su odio por la Virgen de Guadalupe.

Un día, mientras realizaba el ritual tradicional para la expulsión del demonio a un joven italiano, por su devoción a Santa María de Guadalupe, debido a los años que pasó en México, utilizó en las oraciones invocativas a la Virgen María, la advocación mexicana:

—Por la Santísima Virgen María, Guadalupe Tonantzin…

A lo que el joven italiano respondió violentamente y con furia en los ojos:
—Tonantzin no: Coatlicue…

(Coatlicue era una diosa azteca sedienta de sacrificios humanos)

Mons. Sante, asombrado de la reacción del diablo ante la invocación a Guadalupe, continuó el exorcismo depositando su confianza en la Virgen María y repitió la orden de expulsión con la Guadalupana hasta que la voz en el poseído pronunció con iracunda rabia:

Prima di Lei, tutto era mio lí. (Antes de ella, todo esto era mío allá, refiriéndose a México) .

Al final del rito del exorcismo, Mons. Babolin le preguntó al joven si conocía México o algo de su historia, le pidió que pronunciara Coatlicue, y en ambos casos fue evidente que el joven no tenía la más mínima idea del país y mucho menos de sus orígenes y cultura prehispánicos.

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El diablo tampoco soporta ni a los sacerdotes ni a la Iglesia

En un artículo publicado también por Mons. Sante Babolin en Desde la fe titulado La Virgen María y su presencia en los exorcismos, el exorcista explica que el ritual de los exorcismos establece que de ser posible, se realice en un oratorio o en otro lugar oportuno, alejado de la multitud, donde esté presente, de manera relevante, la imagen del Crucificado y la imagen de la Santísima Virgen María, y él suele usar la advocación de Guadalupe.

También narra que en un exorcismo, el diablo, molesto más de lo usual, le dijo: “¡A la que está allí (mirando la imagen de Nuestra Señora de Guadalupe, que tengo en la capilla) ya no puedo soportarla más; y también a ti, prete (expresión italiana de desprecio en lugar de sacerdote), no te aguanto más!”

Reaccioné diciendo: “Tienes que vértelas con Él (señalando el Sagrario); yo hago lo que Jesús me pide”. Y el demonio reaccionó diciéndome: “tú, prete, no entiendes nada; a ti no te soporto, porque tú eres la Iglesia!”.

Siguió un lamento del diablo: “prete, tarde o temprano llega la Iglesia y yo no puedo nada contra la Iglesia”.

Por ello, en algunos casos el sacerdote comienza el exorcismo leyendo las palabras que le dijo la Virgen de Guadalupe a san Juan Diego:

“¿Acaso no estoy yo aquí, yo que tengo el honor de ser tu madre? ¿Acaso no estás bajo mi sombra, bajo mi amparo? ¿Acaso no soy yo la fuente de tu alegría? ¿Qué no estás en mi regazo, en el cruce de mis brazos? ¿Por ventura aún tienes necesidad de cosa otra alguna? Por favor, que ya ninguna otra cosa te angustie, te perturbe”.



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