La receta de las monjas para vivir más años
Una duda constante en la población es saber por qué las monjas son longevas y las respuestas se relacionan siempre a sus condiciones de vida.
Hay muchos factores que distinguen a las religiosas, pero existe uno que no se nos puede escapar y es el hecho de que un gran número de ellas logran vivir muchos años, pero no solo eso, sino que lo hacen gozando en la mayoría de los casos de una buena salud y un estado de ánimo excelente, por lo que no son pocas las personas que lanzan la pregunta: ¿por qué las monjas son longevas?
Este hecho no ha pasado inadvertido para algunos investigadores que han detectado una serie de factores fisiológicos, psicológicos y espirituales que al combinarse permiten que las monjas puedan vivir más años que las mujeres comunes.
De acuerdo con estos estudios, el estilo de vida de las religiosas es clave para su longevidad. Su rutina diaria, que comienza con la oración, incluye una alimentación balanceada, la realización de actividades cotidianas y momentos de descanso dedicados a asuntos personales, permite mantener ocupada de manera equilibrada la mente, el cuerpo y el alma, lo que ayuda a reducir el estrés.
Desde el punto de vista espiritual, se considera que la longevidad de las religiosas también está relacionada con su vida de oración, la cual les proporciona momentos profundos de relajación y paz mental, generando un bienestar que se refleja tanto a nivel físico como psicológico.
La hermana Elvira cumplió 100 años: “Si Dios me quiere tener más tiempo, es cosa de Él”
El 25 de enero de 2025, la hermana Elvira Bernal Valencia, de la congregación de las Misioneras del Corazón Eucarístico de Jesucristo Rey, cumplió 100 años de edad y 75 años de vida religiosa, y fue agasajada con una fiesta en las instalaciones que tienen en Chalco, Estado de México.
La religiosa, que hizo sus votos en 1950 a los 25 años, señaló en una breve charla que, en términos generales, goza de buena salud, aunque presenta algunas molestias propias de la edad, las cuales no le impiden seguir cumpliendo con lo que Dios le tenga reservado en el futuro.x
“Lo que Él quiere, porque si me quiere tener así mucho tiempo, eso ya sé que será cosa de Él, pero si Dios quiere que nada más esté un tiempo, un temporada y después de todo me quiere recoger, pues también estoy preparada”, aseguró durante la plática con Desde la fe.
Lo único que le quiero decir a Dios es: ¡Gracias!
La hermana Elvira se dedicó durante todo su vida activa a realizar su apostolado enfocado a la evangelización y a la catequesis, cumpliendo el carisma de propagar el Reinado Social del Corazón Eucarístico de Jesucristo Rey, para lo cual realizó misiones por diferentes ciudades del país.
Ahora, 75 años después de haberse consagrado a la vida religiosa, la monja, la más longeva de la congregación, afirmó sentirse “contenta y realizada” por el llamado que Dios le hizo, especialmente porque considera que seguirlo ha sido “la voluntad de Dios”.
—¿Qué le quisiera decir a Dios por haberle concedido buena salud y una larga vida? —se le preguntó—.
Sin pensarlo, respondió: “Darle las gracias, nada más que eso. Gracias a nuestro Señor, que nos da la vida para seguir adelante haciendo el bien a los demás”.
La hermana Aurora, 89 años de vida de una monja que enseña la alegría de Jesús
El 31 de mayo de 1957, a la edad de 21 años, la hermana Aurora Hernández e Ibarra ingresó a la Congregación de Religiosas de la Cruz del Sagrado Corazón de Jesús, para ese entonces su papá y su mamá ya habían fallecido, pero aún tenía a sus cuatro hermanos, que dudaban que se fuera a quedar en el convento. Dos años después, profesó sus votos.
En diciembre de 2024 la hermana, que adoptó el nombre religioso de María del Consuelo, cumplió 89 años de edad y 65 años de Vida Consagrada a Dios y en charla con Desde la fe reconoció que su vida religiosa no fue fácil ya que enfrentó dudas y luchas internas, pero siempre el entusiasmo por conservar lo que ama la hizo perseverar, “cuando nos desanimamos, hay que inyectarnos amor de Dios para seguir luchando”.
“Muchas veces me dicen ‘pero es que tu vida es muy monótona’. No, es muy creativa, depende de la persona, de cómo se desenvuelve. No voy a ser una monjita de ojos bajos, sino una persona que tenga que mostrar la alegría de Cristo hacia los demás, que tenga que mostrar el entusiasmo de una vida feliz que se va logrando día tras día, escalón por escalón hasta llegar a la meta.
“¿Cuándo será la meta? Cuando Él lo disponga. Tengo ahorita de edad 89 años. No sé lo que Dios quiera, pero el caso es día a día estarle repitiendo al Señor, como a la Virgen, aquí estoy, ¡hágase tu voluntad! Eso es lo que tenemos que hacer”, señaló la hermana con una gran sonrisa y un enorme optimismo.
El secreto de mi vejez está en la Palabra de Dios
Al preguntarle cuál era el secreto para haber alcanzado una larga vida, pero sobre todo llena de ánimo, de salud y felicidad, no dudó en ningún momento para responder de manera puntual:
“El secreto está en la palabra de Dios. No solamente la motivamos los religiosos o los de vida consagrada. Me he encontrado a psicólogos y psiquiatras que dicen, cuando una persona está en depresión, confróntate con la palabra de Dios. La palabra de Dios es eso, confrontarme con ella y encontrar la lucha y encontrar el camino por donde la Palabra de Dios me está indicando que debo de seguir”, indicó.
¿Cómo es un día en la vida de la hermana María del Consuelo?
De buen ánimo y esbozando en todo momento una sonrisa, la hermana María del Consuelo nos detalló cómo es un día en su vida dentro del convento:
“De ejercicio soy un poquito, dijéramos, floja, pero tengo que hacer ejercicio para mantenerme bien y le doy gracias a Dios de que Él me mantiene todavía caminando, haciendo muchas cosas y sin ser hasta el momento una carga ni tener una dependencia de otra hermana de la comunidad. Sí tengo mucha ayuda de la comunidad, pero tengo mucha energía todavía para hacer muchas cosas.
“Mi día comienza con mi oración a las 5 de la mañana; luego la Adoración al Señor; sigo con la Santa Eucaristía y todos mis actos piadosos. Enseguida el desayuno; después procuro lavar mi ropa. Después apoyo en la limpieza del pequeño comedor de la comunidad. Nuestro trabajo se interrumpe por la parte principal de nuestra vida, la Adoración, a las 11 de la mañana. Después hacemos el Laudes y después procuro buscarme ratos para estar con nuestro Señor”, explicó.
“Cuando voy con el doctor”, concluyó la hermana, “me dice ‘está muy bien de todas sus funciones, siga su vida ordinaria’. La última vez que fui con el doctor me encontraron los síntomas propios de mi edad. Que tienes tos, pues las viejitas tenemos tos. Que te duele el estómago, pues también. O sea, son síntomas, pero de ahí en fuera una enfermedad así que tuviera yo, no. Entonces así yo le digo oiga, gozo de buena salud”.
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Las monjas son longevas gracias a su estilo de vida
En su estudio El envejecimiento y la enfermedad de Alzheimer: lecciones del Estudio de las Monjas, el Doctor en Filosofía David A. Snowdon analizó la longevidad de 679 religiosas de la congregación de la Escuela de las Hermanas de Notre Dame.
En dicha investigación, Snowdon hace algunas observaciones lógicas sobre la longevidad de las hermanas: “tal vez estas monjas longevas vivan más y con más salud gracias a sus prácticas, su estilo de vida comunitario, sus influencias positivas y su alimentación saludable. Vivir un estilo de vida más feliz, y conectado, puede llevar a una vida más larga y saludable”.
Por su parte, en una investigación realizada por el demógrafo Marc Luy (difundida por DW Español), en la Abadía de Heiligenkreuz, Austria, compara la longevidad de los monjes y monjas con la población general, y encuentra un hecho revelador, que este grupo de personas que viven en clausura viven más años que los habitantes de la localidad.
“A nivel biológico son iguales que los hombres y la mujeres de la población en general, pero podemos identificar otros factores no biológicos como los estilos y las condiciones de vida, la rutina diaria, las condiciones de trabajo, la dieta y demás. Esto nos permite investigar de forma directa la influencia de los factores biológicos en la esperanza de vida”, aseveró Luy.
La oración fortalece el alma, espíritu y la salud de las monjas longevas
Fray Roberto Carlos Morales Poblette, que acompaña espiritualmente a los frailes ancianos que viven en Cuernavaca, Morelos, destacó que un factor que ayuda a fortalecer la salud de las monjas es su formación religiosa y espiritual, ya que al realizarla les da ánimos para seguir adelante en esta vida.
“La oración siempre es y será la base de todo, es la base de nuestra vocación, es la base de la manera en la que respondemos en el transcurso de nuestra vida y en la longevidad es la oración lo que da la fortaleza para seguir de pie, a pesar de las circunstancias y de la edad”, indicó.
Es por ello, continuó, que es común que además de las horas que están establecidas para la oración y las misas, en el transcurso del día encuentren momentos y espacios propicios para que realicen sus oraciones personales.
“En la oración encuentran ese descanso que Él les transmite, esa paz, ese aceptar la voluntad de Dios, el tomar con amor su enfermedad y valorar lo que a pesar de la edad y la enfermedad hoy todavía pueden hacer, porque no hay momento en el que no pidan justamente que Nuestra Madre Santísima y Nuestro Señor Jesucristo le den fortaleza para seguir de pie”, aseveró fray Roberto Carlos.
Los beneficios de la oración para la salud de las monjas longevas
En entrevista con Desde la fe, el sacerdote Morales Poblette indicó que se ha demostrado científicamente que el hacer oración, en especial el Ave María al rezar el Santo Rosario, tiene muchos beneficios para la salud y no duda que esa sea una de las razones por las cuales las religiosas y religiosos pueden tener una vida longeva.
“Hay muchos beneficios que se pueden percibir de la oración. Hay un libro que nos menciona, por ejemplo, que el en el rezo del Santo Rosario, al repetir las Aves Marías, justamente ayuda a encontrar un ritmo en nuestra respiración y científicamente se ha demostrado que da tranquilidad”, aseveró el fraile franciscano.
Todo, apuntó, se complementa con una alimentación balanceada, una rutina constante, un cuidado de su propio cuerpo, de su propio ser acompañado con la oración, lo que les ayuda a llegar a una edad longeva, “todo es integral, somos seres integrales y todo va acompañado, todo se une, desde el buen descanso, justamente una alimentación pensada este momento en el que se encuentran y la activación física”.
Pero hay otro factor fundamental —añadió—: “la felicidad que experimentamos a lo largo de la vida, y sobre todo al envejecer. La felicidad y la alegría son esenciales porque Dios nos soñó y creó para vivir en plenitud. La alegría no consiste en soñar, sino en reconocer la presencia de Dios y su voluntad en las circunstancias de la vida; al ser conscientes de ello, podemos aceptarlo con amor y vivir con tranquilidad”.
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La felicidad es la fuente de una vida longeva de las monjas
Un estudio realizado por psicólogos de la Universidad de Carolina del Norte, en Estados Unidos, sobre los efectos que causaba la enfermedad de Alzheimer en un grupo de 679 monjas de la congregación de la Escuela de las Hermanas de Notre Dame, descubrieron que la felicidad de las religiosas estaba muy asociada con la longevidad.
Los investigadores se sorprendieron con el hecho de que el estado de ánimo y la actitud optimista de un grupo de las monjas longevas que se encontraban retiradas en la comunidad de Mankato, Minnesota, Estados Unidos, influyera para que vivieran más, sobre todo porque las condiciones de vida de las mujeres eran muy constantes y similares entre ellas.
Así descubrieron la relación de la felicidad con las monjas longevas
El hallazgo de la relación entre la felicidad y la longevidad de las religiosas se produjo de manera fortuita. Los psicólogos encontraron una carta fechada en 1930, escrita por la Madre Superiora del centro, en la que solicitaba a las religiosas que redactaran una breve autobiografía explicando los motivos por los que habían ingresado a la congregación.
De las 180 novicias que siguieron esta indicación, los científicos analizaron sus diarios y encontraron reflejados diversos sentimientos y estados de ánimo: pesimismo, anhelos, alegría, felicidad, envidia, rabia, ira, entre otros.
Lo que más llamó la atención fue la notable diferencia en longevidad entre las autoras de los diarios. Para profundizar, los investigadores cruzaron las variables de longevidad y felicidad y realizaron un análisis exhaustivo.
Los resultados mostraron que las monjas que emplearon más términos positivos en sus escritos vivieron, en promedio, siete años más que aquellas con expresiones más negativas. Específicamente, el 90% del grupo de “monjas alegres” llegó hasta los 85 años, mientras que solo el 34% de las “menos optimistas” alcanzó esa edad.
Con base en estos hallazgos, los investigadores concluyeron que la felicidad tiene un efecto positivo sobre la salud y la longevidad de las religiosas, especialmente considerando que todas compartían el mismo entorno, la misma alimentación y rutinas similares.
El rezo del Santo Rosario una fuente de salud para las monjas longevas
El rezo del Santo Rosario en las congregaciones y órdenes de las hermanas religiosas es un fundamental y por ello lo pueden realizar varias ocasiones en el transcurso del día y este hecho podría en un momento dado representar una actividad vital para una mejor salud de las monjas longevas.
Un estudio realizado en 2001 por investigadores de la Universidad de Pavía en Italia, concluyó que rezar el Santo Rosario en latín y en voz alta crea una atmósfera en la que los orantes se concentran en la respiración, lo que además de nutrir al espíritu, a la mente y al cuerpo, redundará en que se tengan resultados psicológicos y fisiológicos favorables en las personas.
De acuerdo con la investigación publicada en su momento en el British Medical Journal, cuando el rosario se reza en latín la respiración se ralentiza a alrededor de seis respiraciones por minuto, casi exactamente el mismo ritmo que los “ritmos circulatorios endógenos”, por lo que se logra un efecto calmante sobre la mente y el cuerpo.
Estos resultados se obtuvieron al colocarse en 23 participantes sanos sensores para medir el flujo sanguíneo, la frecuencia cardíaca y la retroalimentación del sistema nervioso mientras rezaban el Rosario en latín, detectando que conforme avanzaba el rezo la respiración de los voluntarios se hizo más lenta, el flujo sanguíneo al cerebro comenzó a aumentar y la variabilidad de la frecuencia cardíaca aumentó.
Este hecho ayudó al corazón y al sistema nervioso a funcionar con su máxima eficiencia, por lo que los investigadores concluyeron que “el rosario podría verse tanto como una práctica de salud como una práctica religiosa”.
De la misma manera, en su libro Breath: The New Science of a Lost Art, el periodista James Nestor indicó que el Rosario latino tiene una estructura fija incorporada, lo que permite entrar en un estado de respiración meditativa sin siquiera tener que hacerlo.
Por lo tanto, subrayó, “los católicos no necesitan correr tras la última moda respiratoria, a menudo acompañada de alguna forma de espiritualidad criptooriental, cuando ya tienen el ‘aliento perfecto’ a su alcance: en el Santísimo Rosario”.



