¿Por qué la Navidad es importante para el espíritu?
La Navidad es el festejo del espíritu porque recuerda y agradece que ha nacido el Salvador.
La Navidad es una festividad muy importante porque es el gozo espiritual por el nacimiento del Salvador, es el agradecimiento por ser hijos de Dios, es la conciencia de ser hermanos de todos esos hijos de Dios redimidos por Jesús.
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Pero, ¿qué hay detrás de la fiesta de la Navidad? Hay ¡una historia de amor!; alguien dijo que era la más bella historia de amor jamás contada. Una historia que comienza con el desamor del hombre hacia Dios: el pecado.
El pecado es algo muy feo. Es un acto de deslealtad de parte del hombre hacia Aquél de quien ha recibido todo, desde el ser hasta cada una de las cosas buenas de su vida.
Es desobediencia a la voluntad de Dios que solamente quiere la felicidad eterna de su criatura, pero tal parece que el hombre sólo sabe buscar su propia felicidad sin importarle la de los demás. Es egoísmo. Eso es el pecado.
No se puede ser pecador y ser amigo de Dios. El pecado forma una gran barrera entre la criatura y su Creador; una barrera hecha por el hombre pero que el hombre solo no puede derribar. El pecado es un delito que merece una sola pena: la condenación eterna.
Ése es el triste panorama del destino del hombre. Pero algo no ha cambiado en ese drama: Dios sigue fiel en el amor a su criatura y tiene un plan para salvarlo.
Una Navidad diferente
No permitamos que nada ni nadie nos cambie este festejo, pues una Navidad materializada y reducida tan sólo a gozar los placeres de una fiesta, no nos traerá más que una alegría pasajera y un vacío en el alma.
Vivamos la Navidad como una fiesta del espíritu que se manifiesta en esos signos externos de los que tenemos necesidad para expresar lo que llevamos dentro.
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Convivamos prudentemente con nuestra familia de una forma más íntima; manifestemos nuestro cariño a los amigos y a los que no lo son, y demos preferencia reservar un lugar especial para estar presentes, de manera virtual a la Misa.
La Misa de Gallo nos renovará
Vivir la Misa de la Vigilia de Navidad, la famosa Misa de Gallo, es como si nos uniéramos a los pastores convocados por los ángeles a adorar al Niño que nos ha nacido en la gruta de Belén.
Después de la Misa de Gallo nos transformaremos, como si hubiéramos visto al Niño Dios sonreírnos desde los brazos maternales de María y se experimentará un amor diferente hacia los demás, pues los veremos como hijos de Dios, nuestros hermanos.