Conoce la historia de la Virgen del Perpetuo Socorro
Es una de las imágenes marianas más conocidas y queridas por la feligresía de la Iglesia Universal.
La imagen de la Virgen del Perpetuo Socorro, posiblemente sea el único ícono bizantino de la Iglesia Oriental y especialmente de la Ortodoxa, que recibe una veneración generalizada en la Iglesia latina, y cuyo origen surge en la Iglesia de Creta, posiblemente entre los siglos X y XI. Son incontables las iglesias en el mundo que resguardan en su interior esta imagen cuya festividad litúrgica es el 27 de junio.
Se sabe que, en Roma, esta imagen mariana, pintada al temple sobre madera de mediano formato, era venerada por los padres agustinos desde el siglo XV en la iglesia de San Mateo, y desde 1866 en la iglesia de San Alfonso del Esquilino en Roma.
Su fama de ser milagrosa surgió cuando un mercader llevaba en su equipaje esta imagen, cuando fueron sorprendidos por una tempestad y todos los pasajeros del navío en el que viajaban en el mar Mediterráneo se encomendaron a ella y lograron salvarse.
Su fama se acrecentó en el siglo XVII, y ya en tiempos modernos, San Juan Pablo II la coronó en Wadowice, en su natal Polonia, el 16 de junio de 1999, y durante su homilía se refirió a Ella con gran cariño, y en su libro Don y Misterio, al referirse a su vocación sacerdotal, comentó: “recuerdo, en la iglesia parroquial, en una capilla lateral dedicada a la Madre del Perpetuo Socorro a la cual por la mañana, antes del comienzo de clases, acudían los estudiantes del instituto y también al acabar las clases”.
En el centro de la imagen, sobre un fondo dorado, está la Virgen María y el Niño Jesús, y en un segundo plano, flanqueando a María, están los arcángeles Miguel y Gabriel, identificados por inscripciones griegas, y que le muestran al Niño Jesús los signos de su futura pasión.
La Virgen está de pie y viste una túnica de color rojo y un manto azul marino con varios pliegues la cubre desde la cabeza; sobre su frente hay dos estrellas en el lienzo. El Niño Jesús, vestido de verde, descansa sobre el brazo izquierdo de su madre y se agarra con ambas manos a la mano derecha de María, al contemplar los instrumentos de la dolorosa pasión que le aguarda. Tanto Ella como Él portan coronas de oro y un halo en torno a sus rostros que revela su santidad.
El Niño tiene las piernas entrecruzadas y los pies calzados por unas sandalias, pero la del pie derecho se desprende y queda colgando, tal vez por el brusco sobresalto de ver los signos de su pasión y muerte: la cruz ortodoxa con doble travesaño y cuatro clavos, mientras que el arcángel Miguel le muestra la lanza y la esponja.
La Virgen del Perpetuo Socorro es patrona de varios países, ciudades e instituciones, algunas de ellas relacionadas con el sector de la salud, así como de los Padres redentoristas que fueron fundados por Alfonso María de Ligorio en el siglo XVIII.