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Las plegarias silenciosas de la Calzada de los Misterios

Son incontables las peregrinaciones y personas que han pasado y siguen pasando por esta vía, lo mismo el enfermo y menesteroso, que virreyes, presidentes, artistas e intelectuales, movidos por su fe en la Guadalupana.   Carlos Villa Roiz La Calzada de los Misterios es testigo de incontables peregrinaciones a la Casita Sagrada que pidió la […]

  • Son incontables las peregrinaciones y personas que han pasado y siguen pasando por esta vía, lo mismo el enfermo y menesteroso, que virreyes, presidentes, artistas e intelectuales, movidos por su fe en la Guadalupana.

 

Carlos Villa Roiz

La Calzada de los Misterios es testigo de incontables peregrinaciones a la Casita Sagrada que pidió la Virgen de Guadalupe para mostrar en ella a su Hijo, y por esta vía, lo mismo han cruzado el enfermo y menesteroso que busca alivio y consuelo de la amorosa Madre que está en el cielo, que virreyes, presidentes, artistas, intelectuales y gente común que, movida por la fe, acude al Santuario del Tepeyac, no como una simple tradición, sino en busca de lo sagrado.  

Los orígenes de la Calzada de los Misterios se pueden encontrar en aquella que conectaba a México–Tenochtitlan con el Cerro del Tepeyac; por lo tanto, tuvo su origen en tiempos prehispánicos, pero la Calzada de los Misterios, como tal, surgió hacia 1604, cuando el Virrey Marqués de Montesclaros, valiéndose de Fray Gerónimo de Zárate y de Fray Juan de Torquemada, aderezó la albarrada que construyó el también Virrey don Luis de Velasco.

Hacia 1675 la Calzada de los Misterios tuvo que ser reparada por el fiscal Francisco Marmolejo y por el doctor y canónigo de la Catedral de México Isidro Sariñana, quienes le dieron una anchura de 16 varas y una longitud de 5,500 varas. Fue en esta fecha cuando adoptó el nombre con el cual la conocemos, debido a la construcción de 15 monumentos o ermitas marianas que, en un principio, se pensó que fueran capillas.

El primero de todos estos torreones fue diseñado por el arquitecto Cristóbal de Medina, quien cobró $1415.00, y este Misterio del Rosario estuvo dedicado a la Encarnación del Divino Verbo. Fue dedicado el 24 de mayo de 1676.

El proyecto global abarcaba la construcción de 15 Misterios Gozosos, Dolorosos y Gloriosos, de los cuales, al paso de los años se han perdido 7: tres eran Dolorosos y cuatro Gloriosos, conforme lo señala el libro La Villa de Guadalupe, Historia, estampas y leyendas, de Horacio Senties R., quien responsabiliza de la destrucción de estos monumentos al tendido de vías del ferrocarril.

En tiempos del presidente Santa Ana, la Calzada de los Misterios y sus puentes también tuvieron algunas modificaciones que corrieron a cargo del ingeniero Carlos Villada en el año 1854. Por fortuna, se conservan códices, mapas, planos, pinturas, litografías y fotografías muy antiguos que permiten reconstruir la historia de esta importante calzada, cuyos monumentos están dedicados todos a la Virgen de Guadalupe, imagen que corona cada una de las torres o misterios, y que son como voces pétreas que dan testimonio de la desbordante fe de un pueblo que ha peregrinado hasta el Tepeyac al paso de más de cuatro siglos.

Los Misterios que actualmente existen son: La Anunciación, que está al comienzo de la Ex Glorieta de Peralvillo; la Visitación, en la esquina con Juventino Rosas; El Nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo, en la esquina de la calle de Beethoven; la Presentación al templo, en Río Consulado; el Niño Jesús predicando a los doctores de la ley, en el Callejón del Trancazo; la Oración en el Huerto de los Olivos, en la esquina con Schumann; la Flagelación, en la esquina con Alfredo y Robles; y la Coronación de la santísima Virgen María, en la esquina con Fray Juan de Zumárraga.

Son incontables las peregrinaciones que por la Calzada de los Misterios han pasado y siguen pasando, algunas tan numerosas que rebasan los cien mil fieles. Aunque por razones de vialidad el sentido de la avenida ha sido modificado, de cualquier forma muchos peregrinos la toman en sentido inverso, mientras que las multitudes que acuden al santuario lo hacen por la Calzada de Guadalupe, que tiene un camellón especialmente diseñado con tal fin, y brinda mayor seguridad a los fieles.

Finalmente, hay que señalar que es una costumbre establecida después de la Guerra Cristera, que todas las diócesis del país peregrinen hasta el Tepeyac encabezadas por sus obispos, y este ciclo de peregrinaciones lo abre cada año la Arquidiócesis Primada de México, durante el mes de enero, con la asistencia del Arzobispo de México, los obispos auxiliares, sacerdotes, seminaristas y miles de fieles laicos.

Este año, la peregrinación de la Arquidiócesis de México a la Basílica de Guadalupe tendrá lugar el próximo sábado 13 de enero.