“Hermano, hermana, ¿tus manos te parecen pequeñas y débiles, vacías e inadecuadas para tareas tan grandes?”, preguntó el Papa Francisco a un grupo de jóvenes.
“¿Para qué sirven mis manos?”, continuó el Santo Padre, “¿para construir o para destruir, para dar o para acaparar, para amar o para odiar?… Apretar la mano y cerrarla, y se vuelve un puño, o abrirla y ponerla a disposición de Dios y de los demás”.
Durante su visita pastoral por la República Democrática del Congo, Su Santidad se reunió con jóvenes y catequistas, momento que aprovechó para decirles que “Dios ha puesto en sus manos el don de la vida y el futuro de la sociedad”.
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A partir de ello el Papa les dio cinco consejos para distinguir las prioridades para el futuro, mismas que asoció a los dedos de la mano y que a continuación puedes ver.
Al dedo pulgar, el más cercano al corazón, le corresponde la oración. “La oración puede parecer una realidad abstracta, lejana de los problemas tangibles. Sin embargo, es el primer ingrediente, el más esencial, porque nosotros solos no somos capaces. No somos omnipotentes y, cuando alguien cree que es así, fracasa miserablemente”.
Por ello, el Vicario de Cristo les pidió enraizarse en la oración, en la escucha de la Palabra de Dios, porque ella nos permite crecer cada día en profundidad, dar fruto y transformar la contaminación que respiramos en oxígeno vital.
En este sentido les recordó que tienen que dirigirse a Jesús “como al mejor de los amigos, que dio la vida por ti. Él te conoce, cree en ti y te ama, siempre”, por lo que los instó a “no tener miedo de tomar entre las manos el crucifijo y apretarlo contra el pecho, derramando las lágrimas sobre Jesús”, pues “quien reza supera el miedo y se hace cargo de su propio futuro”.
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“Con este indicamos algo a los demás. Los otros, la comunidad, este es el segundo ingrediente”. Por ello el Papa exhortó a los jóvenes a no dejen que su juventud se estropee por la soledad y el aislamiento, sino que siempre permanezcan juntos, pues solo así serán felices, porque la comunidad es el camino para estar bien consigo mismo.
En este tenor, les señaló que se cuiden de la tentación de señalar a alguien con el dedo y de excluir a otro porque tenga un origen distinto al de ellos, pues se corre el riesgo de que “primero se crea en los prejuicios sobre los demás, después se justifique el odio y, por tanto, la violencia, y al final nos encontramos en medio de la guerra”.
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“Se eleva por encima de los otros casi para recordarnos algo imprescindible: la honestidad… Aprende bien estas dos palabras. Honestidad, y lo contrario: corrupción. A veces se oye decir: ‘Pero si es una buena persona, trabaja bien, sabe llevar bien las cosas… pero es un corrupto…’. Las dos cosas no van juntas” advirtió Francisco.
Así, el Santo Padre aprovechó para hablarles también del cáncer de la corrupción: “Algunas personas son buenas, inteligentes, pero corruptas” y les pregunta: “¿Una persona corrupta es honesta o no?”. “No a la corrupción. Pas de corruption. Todos juntos decimos: ¡Pas de corruption!”, exclamó.
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“En él se ponen los anillos nupciales. Pero, si lo piensan, el anular es también el dedo más débil, el que cuesta más trabajo levantar. Nos recuerda que las grandes metas de la vida, el amor en primer lugar, pasan a través de la fragilidad, el esfuerzo y las dificultades”, aseguró.
Pero, inquirió el Pontífice, “en nuestra fragilidad, en las crisis, ¿cuál es la fuerza que nos permite seguir adelante? El perdón. Perdonar quiere decir saber empezar de nuevo. Perdonar no significa olvidar el pasado, pero no resignarse a que se repita”.
Así, dijo, para crear un futuro nuevo necesitamos dar y recibir perdón. “Ahora os pido un favor: guardemos todos un minuto de silencio y pensemos cada uno en las personas que nos han ofendido. Y en este silencio, ante Dios, perdonémosles”.
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Por último, el Papa señaló el dedo más pequeño, el meñique, que corresponde con el servicio. “Es precisamente la pequeñez, el hacerse pequeño, lo que atrae a Dios. ¿Sabes una cosa? Esta es una regla de vida, para cada uno de nosotros, escúchala: El que sirve se hace pequeño”.
Con información de Vatican News.
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