¿Por qué a veces parece que Dios no nos escucha? El Papa responde
Muchos católicos, en algún momento de nuestra vida, hemos sentido que nuestras plegarias no son atendidas.
Pese a que, en muchas veces, pareciera que nuestras oraciones no son escuchadas, el Señor siempre lo hace, aseguró el Papa Francisco.
En su catequesis del 26 de mayo del 2021, el Santo Padre reconoció que todos los católicos, en algún momento, hemos sentido esta sensación de que nuestras plegarias no son atendidas.
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“Nosotros rezamos, pedimos, sin embargo, a veces parece que nuestras oraciones no son escuchadas: lo que hemos pedido – para nosotros o para otros – no sucede. Nosotros tenemos esta experiencia, muchas veces. Si además el motivo por el que hemos rezado era noble, como puede ser la intercesión por la salud de un enfermo, o para que cese una guerra, el incumplimiento nos parece escandaloso”.
“Por ejemplo, por las guerras: nosotros estamos rezando para que terminen las guerras, estas guerras en tantas partes del mundo, pensemos en Yemen, pensemos en Siria, países que están en guerra desde hace años, ¡años! Países atormentados por las guerras, nosotros rezamos y no terminan. ¿Pero cómo puede ser esto?”.
El Santo Padre recordó las palabras de san Pablo, quien aseguró que nosotros ni siquiera sabemos qué es más conveniente pedir.
“Cuando rezamos debemos ser humildes: esta es la primera actitud para ir a rezar. Así como está la costumbre en muchos lugares que, para ir a rezar a la iglesia, las mujeres se ponen el velo o se toma el agua bendita para empezar a rezar, así debemos decirnos, antes de la oración, lo que sea más conveniente, que Dios me dé lo que sea más conveniente: Él sabe”.
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“Cuando rezamos tenemos que ser humildes, para que nuestras palabras sean efectivamente oraciones y no un vaniloquio que Dios rechaza”.
¿En verdad Dios no nos escucha?
Pero, entonces, ¿es verdad que en ocasiones Dios no escucha nuestra oración? Para responder a esta pregunta, el Papa Francisco pidió a los fieles recordar aquellas ocasiones en que pedimos algo al Señor y, en principio, pareció que no sucedía nada.
“Después, con el tiempo, las cosas se han arreglado, pero según el modo de Dios, el modo divino, no según lo que nosotros queríamos en ese momento. El tiempo de Dios no es nuestro tiempo”.
Para comprender esto, y para ser pacientes en los momentos de oscuridad, cuando no encontramos respuesta a nuestras plegarias, es necesario pedir a Jesús la gracia de la fe.
“El Evangelio dice que la fe mueve montañas. Pero, tener la fe en serio. Jesús, delante de la fe de sus pobres, de sus hombres, cae vencido, siente una ternura especial, delante de esa fe. Y escucha”.
Por último, el Papa recordó que la oración que Jesús dirige al Padre en el Getsemaní parece permanecer sin ser escuchada.
“El Hijo tendrá que beber hasta el fondo el cáliz de la Pasión. Pero el Sábado Santo no es el capítulo final, porque al tercer día, es decir el domingo, está la resurrección. El mal es señor del penúltimo día: recordad bien esto. El mal nunca es un señor del último día, no: del penúltimo, el momento donde es más oscura la noche, precisamente antes de la aurora”.
“El mal –agregó el Papa- nunca es señor del último día: Dios es el Señor del último día. Porque ese pertenece solo a Dios, y es el día en el que se cumplirán todos los anhelos humanos de salvación. Aprendamos esta paciencia humilde de esperar la gracia del Señor, esperar el último día. Muchas veces, el penúltimo día es muy feo, porque los sufrimientos humanos son feos. Pero el Señor está y en el último día Él resuelve todo”.