“Seamos la luz de tantos jóvenes”, pide el Arzobispo a la vida consagrada
En la Arquidiócesis de México se celebró la Jornada de la Vida Consagrada.
Con una Misa en la Basílica de Guadalupe y una posterior convivencia en el instituto Mier y Pesado, en la Arquidiócesis Primada de México se llevó a cabo la Jornada de la Vida Consagrada 2020.
“Estamos en un momento coyunturalmente difícil y es la hora que aparezca la luz del Señor, tenemos que reforzar nuestros lazos de relación, nuestras presencias, tan distintas, tan variadas para que sean atractivas a los jóvenes”, dijo el Arzobispo Primado de México, Carlos Aguiar, a los asistentes a la reunión.
En esta iglesia particular hay cerca de 4,500 personas consagradas, quienes, dijo el Arzobispo, pueden ser una luz para los adolescentes, en esa etapa tan difícil donde buscan su vocación.
Las novicias
Para Endimar Briceño, una de las novicias de las Hermanas de Nuestra Señora de la Consolación, “que el Arzobispo esté en esta reunión es una muestra de la importancia de la vida consagrada”.
Ella tiene 26 años y es originaria de Venezuela, a la reunión acudió acompañada de otras novicias. “Me parece muy importante estar aquí hoy, compartiendo con mis hermanas”.
El llamado a los 30 años
María Lilia de Jesús Sacramentado es Carmelita Descalza y pertenece a la comunidad de Tlacopac.
“Estas reuniones son un impulso, saber que hay otras personas que están entregando su vida a Cristo y de diferentes edades, porque aquí hay hermanas jóvenes, pero también con hermanas muy mayores, es muy bueno ver esa perseverancia en la fe”, comenta.
María Lilia sintió el llamado cuando estaba terminando la carrera de Derecho, para ese momento ya había cumplido varios sueños de su infancia, sin embargo “el señor llamó muy fuerte”, comenta.
“Empezó a hablarme sobre un proyecto de vida para él, todos mis sueños no llenaban de forma completa mis deseos, entonces escuché una cita bíblica: donde está tu tesoro, ahí está tu corazón”, comenta. “Deseaba un tesoro eterno, me enamoré la persona de Cristo, él cambió todos mis planes”.
Ana Lilia es de Jalisco, es la menor de una familia de 12 años e ingreso a los 30 años con las Carmelitas Descalzas.
Un nuevo país
María Blanca Herrera García es superiora provincial de las religiosas de María Inmaculada y responsable de 12 comunidades, nueve en México y tres en Estados Unidos.
Es española y ha vivido 32 años en México. “La vida consagrada femenina en México es una de las instituciones que más credibilidad tiene en la sociedad, estamos en los trabajos más difíciles, trabajos a los que no llegan incluso otras ramas de la iglesia, abarcamos casi todas las necesidades, como educación, atención a niños, jóvenes, ancianos, madres solteras, entre otros”.
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En el caso de las religiosas de María Inmaculada su carisma específico es la formación integral de las jóvenes vulnerables, a través de la educación, una residencia de estudios, un centro social y misiones en la Sierra de Puebla.
Una decisión tomada a los 42 años
María Clara Mancilla González es de la Orden de Vírgenes Consagradas, a la que pertenecen más de 5,000 mujeres de todo el mundo.
Lo más bello de esta orden, a su consideración, es que cada una desempeña un servicio de acuerdo a sus dones “el mío es la catequesis y también como ministro ordinario de la comunión”
“Decidí consagrarme cuando tenía 42 años porque yo anhelaba servirle a Él y afortunadamente me siento muy elegida, llamada, yo no sabía de la existencia de las Vírgenes y anhelaba conocer un lugar así. Fui a tomar un curso de teología y ahí conocí a una consagrada que me habló sobre las Vírgenes. Acepté, soy inmensamente feliz”.
María Clara asegura que la decisión de la vida consagrada requiere mucha madurez y recomienda a las personas interesadas conocer las distintas opciones, acercarse a quienes están dentro de ellas y no dudar en tomar la decisión cuando se sientan listos.
En la reunión, el Arzobispo les pidió orar por el proyecto arquidiocesano, la futura visita pastoral y por las catequistas “que son una fuerte potencialidad que tiene la Arquidiócesis de México”.
Lo acompañaron monseñor Carlos Samaniego, obispo auxiliar y encargado de vida consagrada, así como Fray David Alfonso Díaz Corrales, Vicario Episcopal para la Vida Consagrada, entre otros.
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