Clarisas de Santa María de Guadalupe celebran su centenario
Con una Santa Misa, la Congregación de las Hermanas Clarisas Capuchinas de Santa María de Guadalupe celebraron los 100 años de su fundación,
La Hermanas Clarisas Capuchinas de Santa María de Guadalupe y Santa Coleta hoy cumplen 100 años desde su fundación como congregación, y para celebrar este aniversario tan significativo, Monseñor Carlos Enrique Samaniego, Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de México, celebró una Santa Misa en su convento de la Ciudad de México, ubicado en el centro de la alcaldía de Tlalpan.
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Sobre la madre María Francisca Aguilera, su fundadora, la actual superiora de la Congregación, Josefa de Jesús Sacramentado, explicó que nació en el año 1879, y desde muy pequeña comenzó a sentir su vocación religiosa y que desde entonces tenía un gran sueño: fundar casas de religiosas donde hubiera muchas monjitas que amaran a Dios como ella lo amaba.
“‘Conchita’ -como se le conocía a la madre Francisca, pues había sido bautizada con el nombre de María Concepción-, conforme iba creciendo, iba asomándose a la vocación; era una joven atractiva, que recibía serenatas al pie de su ventana. Pero ‘Conchita’ sólo amaba al que dio la vida por ella. Dios llamaba a la puerta de su corazón, y ella en su habitación meditaba la pasión de Cristo”, refiere sor Josefa.
Relata que cuando “Conchita” informó a su padre sobre su decisión de retirarse a vivir a un convento, éste se enojó y no la dejó, así que no le quedó otra opción que trasladarse a la Ciudad de México con un sacerdote franciscano que hacía constantes viajes a la capital. “Llegó a un convento en la calle de Villa Galeana, llamó a la puerta y fue bien recibida. Ahí hizo su postulantado, noviciado, votos temporales y votos perpetuos”.
Sor Josefa agregó que el anhelo de “Conchita” de abrir casas para religiosas se dio en la víspera de la persecución religiosa, presionada por este acontecimiento social que ya estaba en puerta. Así, en agosto de 1920, el Obispo de Zacatecas, Don Miguel de la Mora, hizo la erección canónica de la congregación en Guadalupe (Zacatecas). De esta localidad, en 1948 se trasladaron a la Ciudad de México. Primero se establecieron en Coyoacán y posteriormente en Tlalpan, donde hoy se encuentran.
A ejemplo de la madre Francisca, las Clarisas Capuchinas de Santa María de Guadalupe y Santa Coleta llevan una vida de servicio y adoración a Dios, y de trabajo en comunidad. “Ahora con la pandemia, no podemos hacer mucho trabajo -señala sor Josefa-; pero normalmente hacemos pan, repostería y tamales para la venta, a fin de poder sacar adelante los gastos de este lugar. Con los ahorros que teníamos es como hemos estado superando las dificultades. Pero no nos preocupamos porque la Providencia nos asiste”.
Actualmente son nueve las religiosas de vida contemplativa que se encuentran en este convento, y que hoy están de fiesta por haber cumplido un siglo como congregación. “Nos encontramos muy felices -dice sor Josefa-; estamos celebrando este aniversario con una Santa Misa, y aunque una de nuestras normas es llevar una vida austera, festejamos con espagueti, barbacoa estilo Veracruz y pastel”.
Conoce a estas 5 clarisas capuchinas
Hermana Patricia Montes de Oca
La hermana Patricia Montes de Oca, quien actualmente tiene 22 años y hace su postulantado en la congregación, desde pequeña sentía el llamado a entregar su vida a Dios, contemplándolo y alabándolo, pues le gustaba mucho la adoración y la vida de oración. “Me trajo aquí mi benefactora, y me gusta la fraternidad, la alegría y la simplicidad con que vivimos”.
Hermana Martha de María Nochebuena
La hermana Martha cuenta que antes formaba parte de la Congregación de las Hermanas del Verbo Encarnado, pero en 1970 fue invitada a vivir una experiencia con las Clarisas Capuchinas, y ahí decidió quedarse. “Era una experiencia de tres días, pero me gustó estar aquí: encontré silencio, trabajo en comunidad; aquí me siento feliz y querida. Si por ahí hay algunas jóvenes que sientan la vocación, sean valientes para entregarse a Dios”.
Sor María Gloria de Jesús
“Yo nomás venía de visita a la ciudad con la mamá de una religiosa -platica sor María Gloria de Jesús-. Como éramos pobres, mi mamá me dio sólo 50 pesos para que viniera; pero al momento de estar guardando mi ropa en una bolsa de papel, me entró una corazonada: supe que ya no regresaría al pueblo”. Así comenzó su formación religiosa. Cuando ya estaba por tomar el santo habito, la superiora de aquel entonces le dijo que antes tenía que escribirle una carta a su mamá para pedirle permiso. “Y así lo hice, le escribí: ‘Mamá, si me das permiso me quedo, y si no me das permiso de todos modos me quedo’”.
Sor Josefa de Jesús Sacramentado
Sor Josefa sintió el llamado a la vida consagrada por la publicidad que había en la caja de Chocolate de las Religiosas Carmelitas. “Aparecían unas religiosas con tres niños enfrente, y yo sentía muchas ganas de ser como ellas. Así fue que Dios me inspiró a este estado de vida. Entré con las Clarisas Capuchinas en 1948, cuando estaban en Coyoacán, pero tuve que esperarme para tomar el hábito porque no ajustaba la edad, tenía yo entonces 13 años, y el requisito era haber cumplido 17”.
Hermana María de Jesús Sánchez
La hermana María de Jesús Sánchez lleva 20 años en la congregación y asegura sentirse muy feliz y muy acompañada por sus hermanas religiosas, “pero sobre todo por Papá Dios, que me ama con mucha ternura a pesar de mis fallas. Me gusta la vida austera y sencilla que hay aquí, la fraternidad, y el poder contemplar a Cristo Pobre, Humilde y Crucificado“.
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