La hormiga que anunciará el fin del mundo. ¿Cómo surgió esta leyenda?
Los fieles de la Catedral de Azcapotzalco aseguran que esta hormiga avanza hacia el campanario; cuando llegue -dicen- anunciará el fin del mundo.
Desde hace muchos años, cientos de turistas llegan a la Catedral de la Diócesis de Azcapotzalco –conocida anteriormente como la Parroquia de los Santos Apóstoles Felipe y Santiago– sólo para observar una supuesta hormiga que -según una leyenda- camina sobre uno de los muros del campanario con paciente tenacidad hacia la cúspide. “Cuando la hormiga llegue a la cima, estará anunciando el fin del mundo”, señala la gente.
No son pocos los visitantes, turistas y curiosos que mantienen la vista sobre el muro del campanario creyendo ver a la hormiga que sube con lenta constancia, y aseguran –según cada uno- lo mucho o lo poco que falta para que llegue a la cúspide y anuncie el fin del mundo.
La hormiga de Azcapotzalco: una tradición convertida en superstición
Sin embargo, la mayoría de las personas que acuden a la Catedral de Azcapotzalco para ver a la hormiga que supuestamente anunciará el fin del mundo, no saben de dónde viene esta leyenda-tradición, a tal grado que se ha convertido ya en una superstición.
Esta creencia proviene de los orígenes mismos de la comunidad asentada a las orillas del antiguo Lago de Texcoco.
Y es que, según las creencias indígenas, las hormigas guiaron a Quetzalcóatl por el Mictlan (Lugar de los Muertos) para rescatar los restos del hombre y volverles a dar vida; las hormigas también tomaron el maíz y ayudaron a las deidades prehispánicas en favor de los hombres.
Tras la conquista española, los indígenas seguían solicitando la ayuda a las hormigas, por lo que presagiaron que sería una hormiga la que anunciaría el triunfo de la tradición sobre los conquistadores.
Los relatos de resistencia indígena comenzaron a describir cómo una sola hormiga llegará a la cúspide del templo más alto que construyan los invasores, y entonces anunciará el fin del mundo.
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La hormiga distrae de lo importante
Para las autoridades eclesiásticas, la hormiga pintada sobre el muro del campanario y que supuestamente anunciará el fin del mundo, ha desviado la atención de lo verdaderamente importante: la Historia viva del templo.
La ahora Catedral de la Diócesis de Azcapotzalco tiene su origen en el año de 1565, cuando un cuartel de la batería española colocó su primer destacamento en la zona norte de la Ciudad de México. La iglesia se comenzó a construir con el esfuerzo de los indígenas del pueblo de Azcapotzalco.
La composición arquitectónica, bajo el mando de fray Lorenzo de Asunción, incluye una iglesia grande con tres capillas exteriores (Virgen del Rosario, San Francisco y Señor de la Vida), además de un claustro que fungió como convento de dominicos los siglos XVII y XVIII.
Durante la Colonia, el recinto dominico funcionó como convento, curato, vicaría y hasta lugar de retiro. En el movimiento revolucionario en 1914, fue ocupado por fuerzas militares y en 1929 –en la instauración del México revolucionario- funcionó como escuela para niños, una de las primeras basadas en la Constitución Política recién nacida: libre, laica, gratuita y obligatoria.
La actual Catedral de Azcapotzalco, claustro y sus capillas, fueron declarados monumentos patrimonio de la nación el día 15 de febrero de 1932.
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Un escenario de hechos históricos
La Catedral de Azcapotzalco fue testigo de un hecho histórico trascendental para la vida mexicana.
En el enorme atrio de la parroquia se libró la última batalla independentista. Los realistas, defensores de la realeza española, protegían su último refugio en la Ciudad de México mientras los insurgentes del Ejército Trigarante ganaban terreno conforme pasaba el 19 de agosto de 1821.
La historia cuenta que con un cañonazo al cuartel, los independentistas terminaron por conquistar a quienes deseaban mantener el control de la Nueva España.