Hijos de Chinchachoma honran a su ‘papá’ con Misa y aplausos
La comunidad celebró una Misa el día que se cumplieron 20 años de su muerte.
Este 8 de julio, en que se cumplieron 20 años de la muerte del padre Alejandro García Durán de Lara, mejor conocido como Chichachoma, decenas de sus ‘hijos’ acudieron a la iglesia de San Jeronimito, donde descansan los restos de este sacerdote que entre 1973 y 1999 rescató de la calle a miles de niños y jóvenes, a quienes dio techo y alimento, pero sobre todo un amor incondicional.
Durante la Misa, el padre Rosalío, quien mantuvo una colaboración muy estrecha con Chinchachoma en Hogares Providencia, señaló que el sacerdote escolapio nacido en Barcelona era un hombre que jamás perdía la esperanza en que los niños y los jóvenes, “así fueran de lo peor”, algún día cambiarían.
“Recuerdo una ocasión –dijo en su homilía– en que los pequeños del Hogar San Francisco se empezaron a drogar. Yo, asustado, llamé a Chinchachoma y le dije: ‘Padre, es imposible corregirlos’. Él tomó un taxi, llegó, los vio drogándose y les dijo: ‘A ver mis hijitos lindos, mis tesoro, mis diamantes, mis hijos bellos’. Tomó una cubeta de agua y se las echó; la llenó y volvió a bañarlos, así hasta que los dejó bien mojados a todos. Esa noche nos dormimos con las ropas mojadas, pero felices, en un ambiente diferente, de paz. Al otro día nos llevó a desayunar. Ese era Chinchachoma: un hombre que improvisaba y resolvía, pero sobre todo amaba”.
El padre Rosalío dijo que el espíritu de Chinchachoma sigue vivo en quienes lo conocieron. “Todavía yo me lo imagino entre las calles, entre los baldíos, gordo, con su barba inmensa, disfrutando de la vida, amando a sus callejeros y a la Santísima Trinidad”.
Al final de la Misa, todos los asistentes rindieron un homenaje al sacerdote escolapio con un aplauso y se reunieron en el atrio de la Iglesia de San Jeronimito para convivir y contar anécdotas sobre el hombre al que aún llaman ‘papá’.
Actualmente la obra del padre Chinchachoma sigue viva a través de los Hogares Providencia -obra del padre Alejandro- y los Hogares Calasanz -de los escolapios-, que aún trabajan por los niños abandonados y en desamparo, siguiendo la filosofía y la espiritualidad del padre Chinchachoma.
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