La fe: un don de Dios, pero desarrollarla es un acto humano de los católicos
Para los cristianos la fe no es solamente creer en Dios, sino creerle en nuestra vida cotidiana y lo que nos reveló en su palabra.
Como católicos siempre hablamos de la importancia que tiene la fe en nuestra vida, sobre todo en la espiritual, y la forma en como motiva cada una de las acciones que llevamos a cabo por la gracias de Dios. ¿Pero realmente sabemos lo que es la fe y la importancia que tiene para nuestra religión?
La fe, aseguró la hermana Celina Guadalupe Cázares, de la Congregación de Religiosas de la Cruz del Sagrado Corazón de Jesús, es esencial para nuestra religión porque es la respuesta del hombre a Dios que nos revela su amor, su palabra, su presencia, sus misterios y su voluntad.
“Por la fe el hombre somete su inteligencia y su voluntad a Dios libremente. La fe es un don de Dios, pero recibirla y desarrollarla es un acto humano y personal de los católicos, porque nadie puede creer en Dios por mí, ni como yo creo en Él”, indicó.
La fe no es solo creer en Dios, sino en todo lo que Él nos otorga
De la misma manera, agregó la hermana, “este desarrollo de la fe no es solamente que creo en Dios, que existe, sino que le creo en mi vida cotidiana, le creo en todo lo que nos reveló en su palabra, le creo que me acompaña en todo momento, le creo que me quiere salvar, le creo que si vivo algo doloroso es para mi bien, aunque ahora no lo vea así”.
La hermana Cázares subrayó que la fe es garantía de lo que se espera, porque cuando se tiene fe no se necesitan garantías humanas, ni pruebas científicas, sino solamente estar seguro de ello porque lo creo, porque como católicos creemos en Dios.
“Son realidades que no se ven, es decir, la fe es una forma de ver la realidad. Si soy creyente en Dios tendré una forma distinta de mirar la realidad, la vida, los acontecimientos, a los demás, el futuro, incluso la muerte y la vida después de la vida”, aseveró.
La fe y la razón no se contraponen, se complementan
En este sentido, indicó que la fe y la razón no van en contra de uno mismo, ni de la libertad, ni de la inteligencia, porque la fe tampoco daña la dignidad humana, ya que en la fe, la inteligencia y la voluntad cooperan con la gracia divina.
“Por ejemplo, yo creo firmemente que soy hija de un Dios bondadoso y empleo mi inteligencia y mi voluntad para que por mi bondad otros crean en la bondad de Dios”, subrayó.
En la introducción de su Carta Encíclica Fides Et Ratio (Fe y Razón), el Papa Juan Pablo II señaló que: “la fe y la razón son como las dos alas con las cuales el espíritu humano se eleva hacia la contemplación de la verdad. Dios ha puesto en el corazón del hombre el deseo de conocer la verdad y en definitiva de conocerle a Él, para que conociéndolo y amándolo pueda alcanzar también la plena verdad sobre sí mismo”.
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Para agradar a Dios, como católicos debemos tener una fe plena en Él
En este tenor la hermana Cázares subrayó que la fe abre los ojos del corazón para que “mi razón pueda ver con mayor luz lo que Dios quiere revelarme”, porque a pesar de que la fe está por encima de la razón jamás está en desacuerdo con ella. “Creo para comprender y comprendo para creer mejor”, decía San Agustín.
“Sin la fe es imposible agradar a Dios. Algunas personas piden pruebas o milagros para creer en Él, pero la dinámica interior de la fe es al revés. Si yo creo que Dios me ama, me abandono a Él en todo lo que vivo, más allá de que lo entienda o no. Y entonces comenzaré a ver que todo es un milagro en mi vida”, concluyó.