Divorciados vueltos a casar, ¿excomunión o misericordia?
Muchas veces, por desinformación, estas parejas son relegadas de la vida de la Iglesia.
Pese a su nueva unión, años después de terminar su primer matrimonio, María del Rayo no dejó de ir a Misa los domingos con su nueva pareja, Héctor, aunque el único lugar en que se sentían cómodos era en una banca al fondo de la iglesia.
Se conocieron por un amigo en común y decidieron tener una vida juntos. Su familia la completan cuatro hijos, dos (Rebeca y Kevin) del primer matrimonio de María del Rayo, y dos más (Isabella y Ximena), fruto de su nueva relación.
En una ocasión, intentó ingresar al grupo de catequistas de la parroquia, pero la rechazaron por no tener un Matrimonio sacramentado.
“Yo mejor decía: ‘vamos a sentarnos en las banquitas de atrás para que no nos noten’; para que no nos invitaran a la colecta, porque se daban cuenta que éramos nosotros, y nos decían que ‘mejor no’ (…) tampoco estaba permitido que los divorciados participáramos en el servicio del altar”.
Iban a Misa, pero no se sentían parte de la comunidad parroquial. “No participábamos en ninguna actividad, más que llevar a mi hijo al catecismo”.
Un camino de misericordia
La atención pastoral a las familias con padres divorciados comenzó a evolucionar a raíz de la exhortación apostólica Familiaris Consortio, del Papa Juan Pablo II, en la que invitaba a los sacerdotes a tratar a estas familias con solícita caridad, e invitarlas a la Iglesia para profundizar en la oración y dar formación cristiana a sus hijos.
A partir de ahí, en diversos países comenzó a tomar forma una pastoral de acogida y acercamiento para los divorciados vueltos a casar.
Con Su Santidad Benedicto XVI se les permitió recibir dirección espiritual y su sucesor, el Papa Francisco, ha dado un nuevo impulso a este tema, atendiéndolo como una pastoral de familias heridas.
En su exhortación apostólica Amoris Laetitia (La alegría del amor), queda claro que, pese a que no pueden recibir la Comunión Sacramental, no están excomulgados y son parte de la Iglesia.
Los grupos DVC
Este nuevo giro en la pastoral familiar propició el florecimiento de los modelos de atención a divorciados vueltos a casar (DVC) en el mundo católico, y México no es la excepción.
Uno de estos grupos es el de la parroquia del Espíritu Santo en Guadalupe, Nuevo León, donde María y Héctor comenzaron a recibir acompañamiento pastoral. Actualmente son los coordinadores de la sede Guadalupe, del Grupo de DVC, que forma parte de la Pastoral Familiar de la Arquidiócesis de Monterrey.
“Tenemos una reunión un día a la semana, invocamos al Espíritu Santo, rezamos la Coronilla de la Misericordia y vemos temas de formación”, explica Héctor.
“Como familia, maduramos espiritualmente. Mi hija la mayor se integró a un grupo de adolescentes, el que sigue es monaguillo. Todos crecimos mucho, maduramos y fortalecimos mucho a nuestra familia”, asegura María del Rayo.
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