Cuando el egoísmo o el afán de ser famosos lleva a la profanación
Para la persona que se fotografió desnuda de espaldas a un altar sólo importa su deseo de llamar la atención, pues de otra manera nadie le pondría atención.
En días pasados, poco después del mediodía, mientras el sacristán de mi parroquia salía un breve momento por cuestiones de limpieza, entraron dos jóvenes al templo: una mujer y un hombre. Y, sin darse cuenta que, al mismo tiempo, yo entraba por la puerta lateral, la mujer, a unos dos metros de la puerta de la iglesia y de espaldas al altar, se quitó rápidamente la parte superior de su vestimenta dejando desnudos su pecho y espalda mientras que el hombre se disponía a fotografiarla.
En ese momento, llamé su atención con un grito. Al verse sorprendidos se asustaron, y la joven se volvió a poner inmediatamente la ropa que se había bajado. Rápidamente me acerqué a ellos y, antes de que salieran les pedí que borraran cualquier fotografía que hubieran podido tomar y que tomaran en cuenta el lugar en el que estaban porque, incluso, cerca del altar, estaban personas orando.
Cuando salieron, en total silencio, me puse a pensar hasta dónde puede llegar el afán de algunas personas que, bajo el pretexto de la “libre expresión” o “trabajos artísticos”, son capaces de hacer todo tipo de cosas con tal de llamar la atención en un mundo en el que se consideran “nadie” o caer en el engaño de que lo más valioso, o lo único que pueden ofrecer, es su cuerpo o su desnudez.
Con profunda tristeza y admiración me enteré, por un periodista, que una joven publicó fotografías desnuda en el interior de un lugar sagrado. Desconozco si se trata de la misma mujer que sorprendí en mi parroquia y, si fuera así, me doy cuenta que para esa persona, sólo importa su interés egoísta o su deseo de llamar la atención.
Los templos, aunque son construcciones realizadas con los mismos materiales que otras edificaciones, son considerados sagrados, precisamente por el uso que se les da. Lugar de encuentro entre los fieles para formar comunidad y santificar su vida a través de la oración, la recepción de los sacramentos y la ayuda mutua.
Por esta razón, tanto en sinagogas, mezquitas o cualquier otro templo hay ciertas normas que facilitan esta finalidad e impiden usos o abusos que van contra ellas.
Lamentablemente, existen personas que, sin la menor sensibilidad hacia las comunidades de creyentes faltan al respeto, no sólo a su persona y creencias sino, también a las edificaciones, signos o imágenes que los fieles tienen en especial estima.
La palabra “profanar”, en el diccionario, indica las palabras, actitudes o acciones de este tipo: tratar sin el debido respeto una cosa que se considera sagrada o digna de ser respetada, sea la dignidad, estima y respetabilidad de una persona o de una cosa, especialmente la honra y el buen nombre de una persona muerta, así como los cementerios o templos.
Es lamentable que, con el simple afán de llamar la atención, obtener fama o recursos económicos algunas personas ignoren o falten al respeto a lo que otros, en su legítimo derecho y sensibilidad, consideran sagrado. Quizás sientan que, de otra manera, nadie les pondría atención.