Arzobispo Aguiar: Hay que permitir que el Espíritu Santo nos conduzca
El Arzobispo celebró el Domingo de Pentecostés, con un llamado a agradecer a Dios Espíritu Santo su ayuda eficaz en la vida de todo cristiano.
Este domingo 31 de mayo, al celebrar la Solemnidad de Pentecostés desde la Insigne y Nacional Basílica de Guadalupe, el cardenal Carlos Aguiar Retes recordó que todo cristiano está llamado a ser conducido por el Espíritu Santo, pero para constatar que verdaderamente ésto se está logrando –dijo– es necesario revisar el comportamiento propio.
Tras recordar las palabras de san Pablo a los Corintios, en el sentido de que todos hemos sido bautizados en un mismo Espíritu para formar un solo cuerpo, el Arzobispo de México llamó a observar “si con nuestras decisiones y acciones hemos colaborado a la comunión en los diferentes ambientes, y especialmente a la comunión eclesial; ya que la unidad es el fruto, que confirma haber sido guiados por el Espíritu Santo”.
El Cardenal Aguiar Retes presidió por undécima ocasión la Santa Misa dominical sin fieles desde el santuario mariano, debido a la emergencia sanitaria que vive el país por la pandemia de coronavirus COVID-19.
Explicó que la fiesta de Pentecostés es siempre una ocasión para renovar la gratitud a Dios Padre, que regala, “una y otra vez, y cuantas veces sea necesario, la ayuda eficaz del Espíritu Santo” para rehacer la vida del cristiano, tanto en lo personal como en lo social, por lo que pidió a los fieles renovar su propósito de ser promotores y protagonistas de un mundo fraterno y solidario.
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¿Por qué es difícil alcanzar la comunión?
El Arzobispo Carlos Aguiar aseguró que alcanzar la comunión no es cosa fácil, incluso en la propia familia, toda vez que el ser humano ha si sido creado por Dios “en y para la libertad”, y sin ella no se puede aprender y vivir el amor; sin embargo –dijo– el reto es lograr la comunión, la unidad, “porque en esto consiste la vida de Dios, a la que hemos sido llamados para compartirla eternamente”.
Explicó: “El inmenso regalo del Espíritu Santo no nos priva la libertad, pero exige practicar el perdón (…) Así, el discípulo de Cristo, bajo la guía del Espíritu Santo, encontrará la sabiduría en el proceder, la fortaleza en la adversidad, la disposición a recomenzar, la voluntad de perdonar y ser perdonado”.
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Al respecto, detalló que para perdonar y ser perdonado es indispensable no sólo un diálogo honesto, sincero y abierto -por parte de quien ofendió y de quien recibió la ofensa- sino también el reconocimiento de sus errores y la capacidad de perdonarse y perdonar a los demás.
“El Sacramento de la Reconciliación, o de la Confesión como solemos llamarlo, no es simplemente un desahogo de nuestros errores y pecados, es sobre todo la oportunidad de recibir de nuevo el Espíritu Santo, para reiniciar con su ayuda el camino de la libertad y del amor. Es éste el camino que nos conduce a la comunión y a la unidad, tantas veces fracturada, por nuestra conducta desviada”.
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