Ellas peregrinaron 5 mil kilómetros en busca de Dios
Camille y Guillemette caminaron más de 7 meses, de París a Jerusalén, sin un centavo en sus bolsillos.
Desde que tenía 14 años, Camille Desveaux soñó con dejar todo lo material y peregrinar en busca de Dios. A su aventura se unió su amiga de la universidad, Guilemette de Nortbecourt, y juntas emprendieron desde Francia un viaje kilométrico en el que se fueron descubriendo ellas mismas y encontrando con el prójimo y con Dios.
“Fue una elección razonada”, dice Guillemette a Vatican News; “queríamos despojarnos de todo y ponernos sólo a la voluntad de Dios, porque Él es el que ha hecho este viaje”.
El lunes 10 de septiembre de 2018, el padre Louis Hervé, quien acompañó espiritualmente la iniciativa, celebró una Misa por la partida de las dos jóvenes. Al final de la Misa, bajo la mirada conmovida y algo preocupada de sus familiares, las jóvenes partieron rumbo a Jerusalén.
Camille y Guilemette dicen estar sorprendidas por la acogida que les dieron las iglesias católicas de Francia e Italia, las iglesias católicas y protestantes de Suiza, y más adelante, las iglesias ortodoxas. También fueron bienvenidas en las aldeas musulmanas. En sus noches de peregrinación nunca se quedaron sin techo.
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Las chicas recuerdan, entre muchas otras cosas, que al llegar a Bosnia Herzegovina fueron recibidas por Pierre, un serbio de 80 años de edad. Pierre no hablaba ningún idioma extranjero, pero decidió ofrecerles su techo. “Nos ofreció una cama individual”, explica Camille. “Al día siguiente, cuando nos despertamos, nos dimos cuenta de que él había dormido en el sillón y nos dejó su cama”.
Tras siete meses, en los que recorrieron poco más de 5 mil kilómetros, finalmente en abril pasado llegaron a Jerusalén, donde visitaron los lugares más emblemáticos de la vida de Jesús.
“La apuesta del abandono y de la conciencia en Dios permite alcanzar su plenitud, y nos da un verdadero sentido. Un sentido que va más allá de la propia vida y que la hace realmente digna de ser vivida”, apunta Camille.
Aseguran que nunca se preocuparon demasiado, porque de París a Jerusalén se confiaron a la Providencia Divina. Ahora que la peregrinación ha concluido, las jóvenes quieren “cultivar” esta cercanía a Dios en su vida cotidiana.
Con información de Vatican News