El padre Rutilio Grande, defensor de los pobres, ya es beato
Este 22 de enero, por disposición del Papa Francisco, fue beatificado el padre Rutilio Grande, asesinado el 12 de marzo de 1977 por el llamado Escuadrón de la Muerte.
Este 22 de enero, por disposición del Papa Francisco, el Cardenal Gregorio Rosa Chávez presidió la ceremonia de beatificación del padre Rutilio Grande y otros mártires salvadoreños: Nelson, Manuel, asesinados en 1977 por miembros del llamado Escuadrón de la Muerte, y Cosme Spessotto, asesinado el 14 de junio de 1980.
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Esta ceremonia de beatificación permite no sólo reconocer el legado pastoral del padre Rutilio Grande con los pobres, sino también de los catequistas, hombres y mujeres celebradores de la Palabra, que fueron asesinados durante el conflicto armado de la época, en virtud del peligro que representaba la Iglesia para el gobierno por el trabajo a favor de los más pobres.
El 12 de marzo de 1977, hacia las cinco de la tarde, el Padre Rutilio Grande junto con Manuel Solórzano (72 años) y el joven Nelson Rutilio Lemus (15), se dirigía en su vehículo “zafari” hacia El Paisnal, población situada a unos 40 kilómetros de la capital, para celebrar el último día de la novena en honor a San José, patrono de la comunidad.
El templo de El Paisnal lucía preparado para la fiesta. Los asistentes abarrotaron el lugar. Mientras, el padre “Tilo”, como lo llamaban los campesinos, fue emboscado por un grupo de hombres armados que dispararon contra el “zafari” y sus pasajeros. El auto volcó y en su interior quedaron tres cuerpos sin vida. El reporte forense afirma que el padre Rutilio Grande recibió doce balazos.
La beatificación estos mártires -señala Rodolfo Cardenal, historiador oficial del ahora beato-, sitúa a la Iglesia salvadoreña y latinoamericana en la senda de la Iglesia martirial. “Rutilio Grande está asociado a monseñor Romero. Monseñor Romero no se entiende sin Rutilio Grande”.
“El padre Rutilio Grande y los otros tres mártires son un reclamo de verdad y de justicia, en un país donde la mentira es estructural, donde hay impunidad y los crímenes de guerra no han sido investigados ni juzgados”, asegura Rodolfo Cardenal.
En su homilía con motivo de la ceremonia de beatificación del padre Rutilio Grande y otros mártires salvadoreños, el Cardenal Gregorio Rosa Chávez dijo que el reconocimiento a estos beatos no sólo vino de las muertes violentas de las víctimas, sino de los estigmas que los marcaron injustamente: ¡Cuánto han sufrido miles de familias ante la calumnia, la difamación y el desprestigio inmerecidos, que hicieron aún más fuerte su dolor!”.
“En América Latina -señaló el Cardenal Rosa Chávez- el martirio está relacionado con la vivencia del Evangelio y de la Doctrina de la Iglesia. En este sentido, señaló que los mártires latinoamericanos pueden ayudarnos a recuperar la memoria y la esperanza para que no renunciar al sueño de la reconciliación y la paz, “como lo desea nuestro Dios, que es justo, fraterno y solidario”.
Beatificación del P. Rutilio Grande. “¡A lo grande!”
En la Celebración Eucarística con motivo de la beatificación del padre Rutilio Grande estuvieron presentes autoridades civiles, encabezadas por el presidente de El Salvador, Nayib Armando Bukele Ortez, así como obispos, sacerdotes, religiosas y religiosas de diferentes partes de América Latina, y algunos familiares de los cuatro mártires beatificados.
En el altar de la celebración destacó la imagen de Nuestra Señora Reina de La Paz y la del Divino Salvador del Mundo, así como una manta con la frase apocalíptica: “estos son los que vienen de la gran tribulación. Ellos han lavado y blanqueado sus túnicas en la sangre del Cordero”, en referencia a los nuevos beatos.
La ceremonia se transmitió a través de las redes sociales de diferentes diócesis de América Latina y el Caribe, así como por varias televisoras y radiodifusoras locales. El cardenal Rosa Chávez había adelantado a Vida Nueva que los medios de comunicación recibían con simpatía este hecho histórico, “quizá porque el país necesita buenas noticias y mucho oxígeno espiritual para purificar una atmósfera contaminada por la mentira, la violencia verbal y otras formas de polarización”.