Caná de Galilea, tierra santa donde los matrimonios se renuevan
En el marco de la inauguración del Centro de Peregrinos de Magdala, diez matrimonios de bienhechores renovaron sus promesas.
El antiguo pueblo donde según el evangelio de san Juan, Jesús realizó su primer milagro al convertir agua en vino, se ha vuelto un lugar privilegiado para que parejas de todo el mundo renueven sus promesas matrimoniales.
Y es que, cada día, cientos de turistas llegan a la iglesia de las Bodas de Caná, ubicada a unos cuantos kilómetros de Nazaret, en Israel, para pedir a la Virgen María su intercesión, como lo hizo hace casi dos mil años a favor de una pareja de judíos recién casados.
Este sábado, en el marco de la inauguración del Centro de Peregrinos de Magdala, un proyecto en Israel liderado por el sacerdote mexicano Juan Solana, diez matrimonios de bienhechores participaron de una Misa celebrada por monseñor Carlos Enrique Samaniego, obispo auxiliar de la Arquidiócesis de México, en la que renovaron su compromiso de amor.
En la celebración, el obispo explicó que el sacramento del Matrimonio es signo del amor de Cristo por su Iglesia y, por lo tanto, no caduca: “la boda es un día, pero el Matrimonio es para toda la vida, y debe reflejar el amor con el que Cristo ama a su Iglesia; es decir, todo lo perdona, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta”.
Al referirse a la importancia del perdón entre esposos, dijo: “se trata de perdonar desde el amor de Dios, desde su misericordia; Él perdona todo y perdona siempre”.
También explicó el sentido del nombre del cónyuge en los anillos de bodas: “el amor todo lo confía; y por eso en el anillo de ella viene el nombre de él, y viceversa. Como diciendo: ‘me pongo en tus manos, cuídame, protégeme, ayúdame’. Por eso está prohibido decir: ‘aquí está la puerta, cuando quieras puedes irte”.
“Y el amor también todo lo soporta –añadió- pero no como un ‘aguantarse’, sino como un bastón que lleva el peso del otro, en las alegrías, en las penas, en la salud y en la enfermedad”. Por eso, llamó a los matrimonios a añadir a la promesa de ‘hasta que la muerte nos separe’ un ‘y hasta dar la vida por ti”.
Por su parte, el padre Eduardo Robles-Gil, director general de la Legión de Cristo y del Movimiento Regnum Christi, asguró que “solamente cuando la pareja se fortalece en la gracia de Dios, hay una transformación que hace posible que esas vasijas de barro, que somos nosotros, seamos instrumento de la gracia y el amor de Dios”.
Y ante el número cada vez mayor de parejas en unión libre, pidió a los matrimonios predicar con el ejemplo el valor salvífico de los sacramentos, que realmente transmiten la gracia de Dios. “Renovar –apunto- significa renovar también esa gracia propia del Sacramento que es la capacidad de amar como Dios nos ama, a pesar de las debilidades”.
Para Rodolfo de la Garza e Irma Guzmán, de Monterrey, fue una gracia renovar su compromiso matrimonial en Tierra Santa; “tenemos 41 años de casados, y creemos que el amor ha sido lo más importante en nuestro matrimonio”.
Luis Manuel Sánchez y Telma Alejandra Espíritu Santo González, de la Ciudad de México, anteriormente habían renovado sus promesas matrimoniales en Caná, y ahora, al cumplir 38 años de casados, lo han hecho de nuevo: “la verdad es una bendición poderlo hacer aquí, ahora junto a nuestras hijas y con la nieta. Hoy hemos orado para que todos los matrimonios, especialmente los jóvenes, tengan como base el amor, la confianza y el respeto para que realmente funcione”.
Para Francesca y Estéfano, matrimonio italiano, renovar las promesas es una gracia especial, sobre todo al hacerlo en Caná. Con 25 años de casados, aseguran que las relaciones duraderas requieren de un sacrificio, “no es gratis”.
Este domingo será inaugurado el Centro de Peregrinos de Magdala, en la tierra que, según la tradición, nació o vivió María Magdalena, la discípula de Cristo.
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