Tony López, un pianista que encontró a Dios a través de la música
Tony tomó conciencia de su ceguera hasta los ocho años, al entrar a estudiar piano a la Escuela Nacional de Música.
“Si uno nunca tuvo algo, pues no hay modo de que lo extrañe”, considera Antonio López Gutiérrez, un virtuoso del piano, quien nació sin vista. Es día en que no ha visto la luz del sol, pero ha encontrado el camino que muchos buscan, el de la felicidad, por el cual va de la mano de Dios, quien lo ha puesto en los lugares correctos, incluso en sus “extravíos”. Así fue que se convirtió en el hoy pianista del grupo Méssia: todo se dio luego de que llegó a un domicilio equivocado.
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Tony cuenta que fue hasta sus ocho de edad, en 1998, cuando tomó conciencia de que era ciego, al entrar a estudiar piano en la Escuela Nacional de Música, donde por primera vez en su vida se encontró con compañeros normovisuales.
“Antes de ingresar a la Nacional de Música -platica-, había aprendido a tocar el piano ‘de oído’, durante mis dos primeros años de primaria. Como era una escuela para ciegos, recibía el mismo trato que los demás alumnos. Pero en la Nacional de Música fue distinto: ahí recibía un trato especial debido a mi discapacidad; además, pronto me enteré de que ellos escribían, de que hacían cosas que yo no podía”.
Una pálida vivencia de la fe
Toño hoy vive con su madre, doña Teresa de Jesús, y platica que ambos están muy interesados en las cuestiones de la religión. Sin embargo no siempre fue así. Cuando era niño, durante un tiempo vivió con ellos su tía Sebastiana, de quien recibió las primeras nociones de fe, puesto que ella lo empezó a instruir en el catecismo; pero fuera de eso, muy poco sabía de Iglesia, y muy poco también de Dios.
Ha sido el propio camino de la vida el que le ha hablado de la existencia de Dios; el que le ha dicho que el Señor lo lleva de la mano. “Mi mamá y yo tardamos en entender de estas cosas. Fue de unos años para acá que comenzamos a profundizar en la fe, ya que antes no conocíamos su real sentido, ni teníamos un apego a la Iglesia”.
Bendita equivocación para el pianista
Así pues, en 1999, ya siendo estudiante de la Escuela Nacional de Música, la mamá de otro niño invidente lo invitó a un evento a tocar el piano, pero le dio mal la dirección, así que él llegó a un domicilio equivocado. Se lo comentó a la señora. Y ésta, en consecuencia, lo invitó a tocar a otro evento, al que esta vez sí llegó, y en el que encontró a una persona que lo invitó a tocar con la Estudiantina de la Asociación Pro Personas con Parálisis Cerebral (APAC).
“De no haberse suscitado aquella equivocación -refiere Toño-, yo jamás hubiera llegado a APAC, asociación que sería para mí un gran punto de partida, pues pronto se comenzarían a abrir en mi vida nuevos horizontes, un mundo distinto. Pero cómo en ese entonces la fe no era algo en lo que yo reparara tanto, por mucho tiempo atribuí la equivocación a mi buena suerte”.
En APAC de inmediato lo invitaron a integrarse a la primaria de la propia asociación, y dos años después, en 2001, cuando ya cursaba el sexto grado, conoció a Maurilio Suárez, quien había llegado como suplente del anterior encargado de la estudiantina.
“Empecé a ir con Maurilio a las noches coloniales, lo cual me gustaba mucho. Por aquel entonces, Méssia, el grupo de música que él había fundado, estaba creciendo bastante, y tuvieron un evento, al que me invitó a echarme un ‘palomazo’, pues anteriormente le había grabado yo unos arreglos para alguno de sus discos, y le había gustado”.
Cuando Toño terminó la secundaria en APAC, Maurilio le consiguió una beca para que pudiera estudiar en la preparatoria de la Universidad Lasalle, donde él era director de la Facultad de Ingeniería. “Dos años después -comenta-, cuando ya estudiaba el último grado de la preparatoria, me invitó a formar parte de Méssia”.
Fe renovada y firme
Fue entonces, ya como parte de Méssia, que Toño se comenzó a abrir completamente a la fe. “Y es que -platica-, me gustaba escuchar las prédicas que Mauricio daba en sus conciertos. De manera que también comencé a trabajar como tecladista en el grupo musical de una parroquia, y después, por puro gusto e interés de aprender, quise integrarme también a un grupo de jóvenes de otra parroquia”.
Toño cuenta que estas experiencias de vida comenzaron a hacerlo crecer en la fe; a interesarse por las lecturas cristianas; a encontrarle cada vez más sentido a las cosas de Dios, y a sentir una mayor verdad en lo que decía Maurilio en sus conferencias y conciertos.
“Hoy sé, sin temor a equivocarme -refiere Toño-, que mi ceguera tiene un propósito divino; que Dios me creó así para algo. Me he preguntado cuál habrá sido su fin. Y si no me equivoco, tal vez sea para dar testimonio de Él a través de mi persona, para hablar de Él a personas que lo tienen todo, pero les cuesta trabajo ser felices; o bien, a personas que han perdido la vista, y no saben cómo salir adelante”.
Perfil de pianista
Tony López es licenciado en piano por la Escuela Nacional de Música de la UNAM. Experto en herramientas tecnológicas para ciegos y débiles visuales. Pianista del grupo Méssia fundado por Maurilio Suárez. Miembro de la Escuela de Pastoral de la Arquidiócesis de México.
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