No es militar, es sacerdote y se juega la vida en Ucrania
El sacerdote Oleh Ladnyuk es capellán militar; cuenta cómo Dios se ha hecho presente en medio de las balas y la muerte.
El padre Oleh Ladnyuk es sacerdote salesiano y lleva 8 años siendo capellán militar; actualmente se encuentra en la primera línea de batalla en Ucrania, donde celebra Misa y confiesa a los soldados y civiles.
Sin embargo, esto le ha permitido ser testigo de muchos milagros, pues no pocas veces ha estado al borde de la muerte, entre los disparos y bombardeos que inundan de sufrimiento a una tierra y a un pueblo.
Te puede interesar: La impactante historia de conversión de Raúl, el sicario
En entrevista Vatican News, el sacerdote Ladnyuk explicó: “Es el amor lo que impulsa a un sacerdote a estar en esta situación: tener experiencia, incluso militar, ciertamente no hace daño porque el peligro está en todas partes y hay que entender la psicología de los que te rodean para ayudar a los soldados, y no estorbar.”
El padre Oleh Ladnyuk recuerda que en los oratorios de Italia se acostumbró a encontrarse con todo mundo sin distinción. Para él, ver la muerte y el sufrimiento tan de cerca lo ha hecho fuerte mentalmente para poder tener un estado de ánimo preparado y establecer una buena relación con toda la gente que le rodea.
Enfrentar el sufrimiento es su desafío. La gente suele preguntarle por qué no pierde la fe al ver tantas desgracias todos los días, pero el padre Oleh sabe que no está solo, Dios está junto a él en los milagros que se le presentan, así como una comunidad que reza por él y le ayuda.
Te puede interesar: Un seminarista con cáncer terminal, ordenado sacerdote en el hospital
La misión y el compromiso del padre Oleh Ladnyuk es llevar el evangelio y hacer presente a Jesús Eucaristía en las zonas de guerra, así como ayudar a los civiles en hospitales y pueblos: cuando hay peligro, el padre apoya evacuándolos. Ha logrado evacuar al menos a 500 personas.
De lo más difícil de sus experiencias fue separar a los niños de sus padres, quienes se los confiaron para protegerlos en una casa salesiana.
“Cuando se alejan no quieren hablar y yo respeto su silencio, luego cuando entran en nuestra casa salesiana, las barreras caen y lloran conmigo”.
La tarea de este misionero no ha sido fácil, pero un sacerdote se sustenta en la fe, la comunidad y el carisma para enfrentar el gran desafío.
Con información de Vatican News