Los análisis médicos decían que Ivanka Nader Yaspik, de seis meses de edad, padecía histiocitosis de células de Langerhans, una mutación y aumento anormal en el número de glóbulos blancos, una enfermedad rara y con muy altas probabilidades de ser mortal en bebés. Nada, sino un milagro, la podría salvar.
Leer: Un dolor que sólo pudo curar la fe en San Charbel
Jane Sacre, abuela de Ivanka, recuerda que la niña tenía un lunar, el cual comenzó a rascarse hasta sangrarlo; el pediatra dijo que le retiraría el lunar y lo analizaría.
“Fue un infierno para la familia. El médico dijo que sus células eran anormales y que varias pruebas arrojaban que tenía 100% de probabilidad de que padeciera histiocitosis; sin embargo, enviarían las muestras a Estados Unidos con el patólogo para tener la última confirmación, y que éstas llegarían en 15 días”.
El impacto de la noticia fue tal, comenta Jane, que su yerno se desvaneció al igual que su hija.
“Mi reacción fue correr a la iglesia para pedir a Dios y a san Charbel que le devolvieran la salud a mi nieta. Lloré con una gran desesperación y el padre Yaacoub me consoló. Le dije que a la bebé le estaba poniendo el aceite de dan Charbel; él me contestó que tuviera fe en su recuperación, y ambos comenzamos a rezar por un milagro”.
Una larga espera
Días después, los padres de Ivanka hicieron una ceremonia especial, en la que con mucho amor entregaron su hija a Dios y dijeron “hágase Señor Tu voluntad”.
“Todos en la ceremonia rezamos con mucha fe. Mi yerno, dijo a mi hija ‘Amira, no llores, nuestra hija va a estar bien, ten fe en Dios’”.
Antes de los 15 días, la familia Nader Yaspik recibió la llamada del especialista, quien -dice Jane- lleno de asombro e incredulidad preguntó al papá de la pequeña Ivanka: “¿a quién le rezaste?, la niña está sana, sus células son normales”.
Ivanka tiene 12 años y rebosa de salud. El testimonio y las pruebas de esta intercesión las enviaron a Annaya, donde está el sepulcro de san Charbel.