–“¿Para qué estoy aquí?” -se preguntó el legislador mexicano Juan Pablo Adame, de 38 años de edad y enfermo de cáncer de estómago– .“Sé que estoy aquí para amar”, respondió el mismo con voz serena y segura, desde la tribuna del Senado de la República, ante el silencio de los presentes.
Luego de recordar que fue sometido a tres cirugías y a 11 quimioterapias, confirmó que el cáncer ha vuelto, y que por ello se tiene que someter a 13 quimioterapias más, pero advirtió que eso no lo va a detener ni se va a rendir, por el contrario -dijo- “estoy aquí, dando una batalla por mi vida”.
Luego de tomar protesta como Senador de la República por un día, a fin de presentar una iniciativa de reforma para que el gobierno apoye a los familiares de los enfermos con cáncer, Adame aseguró que estaba ahí, no para hablarles como político, ni sobre temas referentes a la política.
“Vengo a hablarles desde el corazón, desde lo más puro que tenemos todos, que es nuestra alma, nuestros pensamientos primigenios, los miedos, las alegrías”, aseguró ante la mirada de su esposa y de sus tres hijos presentes en el Salón de Plenos.
En un mensaje lleno de palabras emotivas, Adame también hizo suyas las palabras que San Juan Pablo II (a quien le debe su nombre), pronunció sobre el dolor y la enfermedad:
“Con el dolor, la vida se hace más honda, más comprensiva, más humilde, más sincera, más solidaria, más generosa. En la enfermedad entendemos mejor que nuestra existencia es gratuita y que la salud es un inmenso don de Dios”.
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@desdelafe Legislador con cáncer da un mensaje histórico en el Senado de la República citando frases de San Juan Pablo II: “El amor siempre vence” #ultimominuto #notice #fe #JuanPabloII #amor ♬ Emotional – Bang Nono
Juan Pablo Adame, hijo del ex gobernador por Morelos, Marco Antonio Adame, compartió que luego de conocer el diagnóstico inesperado sobre su enfermedad, supo que también era una señal para transformar su vida en todos los aspectos, para enfocarse y dedicarle más tiempo a lo importante.
“En lo que me he esforzado es en contestar la pregunta clave que se ha desprendido de toda esta experiencia: ¿Para qué sigo aquí? En mi ignorancia sobre el futuro, sé que estoy aquí para amar más al prójimo, para hacer el mayor bien posible cada día de mi vida, para aprovechar cada oportunidad mientras respiro y para desarrollar mis talentos al servicio de la sociedad”, aseguró.
Y continuó:
“Sé que estoy aquí para entregarme en cuerpo y alma en la búsqueda de mi salvación a través del amor incondicional hacia los demás, empezando por mi esposa y mis tres hijos, honrando a mis padres, y dando gracias y aprovechando cada segundo sano en mis actividades y cada segundo en las personas que me hagan bien y que yo pueda hacerles el bien”.
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Al reflexionar sobre cuánto tiempo de vida le queda, Juan Pablo Adame señaló que ni él ni nadie lo saben, pero de lo que sí estaba seguro era que: “nunca me sentí tan vivo como cuando estuve cerca de la muerte, sentirla me hizo más consciente de cómo quiero vivir el resto de mis días”.
“Lo que yo sí sé, con certeza absoluta, es que cada día que amanezco es una oportunidad única e irrepetible para vivir con esperanza, para amar con intensidad y para dejar un legado en cada una de mis acciones”.
“Aquí estamos, aquí estoy, aquí está mi familia, aquí está mi trabajo, aquí está mi país, aquí está mi vocación. ¿Qué hacemos con esto? -preguntó el legislador, y entonces volvió a parafrasear a Juan Pabllo II- Vivamos, vivamos, vivamos, porque el amor siempre vence”, concluyó su discurso, que fue seguido por una gran ovación de los senadores de todos los grupos parlamentarios.
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En entrevista con Desde la fe, Adame reiteró que sus padre lo llamaron “Juan Pablo” en honor al Santo Papa, por lo que creció “viéndolo, yendo a verlo en alguna de sus visitas aquí en México, después leyéndolo”, por lo que su existencia no sólo está marcada con por llevar el mismo nombre, sino por la unión que ha tenido con la vida, el legado y los textos del santo polaco.
“En el momento que supe que tenía esta enfermedad, supe que también tenía que encomendarme a él, por lo que desde el día uno, me he encomendado tanto a la Virgen de Guadalupe como a San Juan Pablo II, de quien leí su Carta apostólica Salvifici Doloris, sobre el sentido cristiano del sufrimiento humano, y en ella encontré un bálsamo, muchas razones y mucha paz”, concluyó.
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