Testimonio: Mi llamado parece sencillo, pero Dios lo hizo extraordinario
Mi nombre es Axel Villegas Montes de Oca. Tengo 19 años, y estoy en la etapa del Curso Introductorio. Me da mucho gusto compartir contigo mi historia vocacional. Mi papá es Carlos y mi mamá Flor y tengo dos hermanas. Quiero iniciar explicando que mi historia puede sonar común y sencilla, pero te Dios la […]
Mi nombre es Axel Villegas Montes de Oca. Tengo 19 años, y estoy en la etapa del Curso Introductorio. Me da mucho gusto compartir contigo mi historia vocacional. Mi papá es Carlos y mi mamá Flor y tengo dos hermanas.
Quiero iniciar explicando que mi historia puede sonar común y sencilla, pero te Dios la ha hecho única y extraordinaria. Todo empezó un día en el que no quería sentarme y estar con los niños de catequesis. En aquella ocasión no había ido un monaguillo, así que, de entre todos los niños que estábamos ahí, me preguntaron si gustaba participar; pese a que no sabía nada del servicio al altar, acepté. Ya estando en el presbiterio, mi corazón empezó sentir un gran deseo de conocer más sobre la persona del sacerdote; el cura que estaba celebrando me parecía único, y realmente reflejaba a Cristo.
Después fui creciendo y tuve afición por los deportes, por las cosas tecnológicas, pero en mí, había algo que me gustaba más que todo eso: y era ser sacerdote.
Al llegar a la secundaria comencé con actitudes de cierta rebeldía, y mi familia me invitó a vivir un retiro de jóvenes. En aquella ocasión, a la mitad del retiro expusieron al Santísimo, y en ese momento le dije: “Señor, haz de mí lo que quieras para ti”.
Tiempo después conocí la parroquia de la Cuevita; entré al grupo de monaguillos, y un día, en son de broma, alguien me preguntó que si quería ser sacerdote. Yo respondí: “sí”.
Mis amigos no daban crédito a que yo pudiera ser sacerdote; no era una persona de dieces, tampoco era muy tranquilo ni maduro. Pero fue así como entré al Seminario Menor, donde cursé la preparatoria.
Hoy en día sigo tratado de dar una respuesta a Dios, sigo teniendo grandes errores; todavía me falta mucho por crecer, pero te puedo decir que no estoy solo; te puedo decir que ha valido y vale la pena cada segundo en el que estoy aquí en el seminario; te puedo decir que tengo la ayuda de Dios y de la Virgen, de mi familia, de mis amigos y amigas, y de mucha gente que hasta hoy me ha acompañado con su oración.
Hice mi prepa en el Seminario Menor