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Su “Morenita”

DLF Redacción Tras ser nombrado el 35º sucesor de fray Juan de Zumárraga, el 13 de junio de 1995, y haber recibido el Palio Arzobispal del Papa Juan Pablo II en la Basílica de San Pedro, en Roma, el 26 de julio Mons. Norberto Rivera tomó posesión de la Arquidiócesis de México en la Catedral […]

DLF Redacción

 

Tras ser nombrado el 35º sucesor de fray Juan de Zumárraga, el 13 de junio de 1995, y haber recibido el Palio Arzobispal del Papa Juan Pablo II en la Basílica de San Pedro, en Roma, el 26 de julio Mons. Norberto Rivera tomó posesión de la Arquidiócesis de México en la Catedral Metropolitana, y más tarde en la Basílica de Guadalupe. Su homilía fue una verdadera plegaria a la Virgen Morena.

El amor a la Virgen de Guadalupe y a san Juan Diego llevó al Arzobispo de México a integrarlos en su escudo episcopal, y como una gran tradición, el Card. Rivera celebró cada año la Solemne Misa del 12 de diciembre, dedicada a Nuestra Señora de Guadalupe. Promovió con ahínco, tanto en México como en el extranjero, el mensaje de unidad y de amor de la Reina del Cielo, “de nuestra Morenita”, como le llama.

Un gran recinto para la Reina

El Recinto Guadalupano está compuesto por: la Basílica, el Templo Expiatorio (Antigua Basílica), Parroquia de Capuchinas, con la Iglesia del Pocito y la Parroquia de Indios, Iglesia del Cerrito, Plaza Mariana, Atrio de las Américas y la zona del Fideicomiso. Además, el Santuario de San Juan Diego, ubicado en Insurgentes y Montevideo.

Preocupado por el buen funcionamiento de este gran complejo arquitectónico, pero sobre todo por la atención a los millones de peregrinos que visitan a la Virgen Morena, el Card. Rivera dotó al recinto guadalupano de los elementos jurídicos y humanos necesarios; por ello, actualmente cuenta con el Venerable Cabildo de Guadalupe, y cuenta con el apoyo ministerial de 14 sacerdotes capellanes de coro y 3 diáconos permanentes.

Cabe recordar que fue el cardenal Rivera quien creó los Estatutos de la Insigne y Nacional Basílica de Guadalupe, que fueron aprobados por el Papa Juan Pablo II. En ellos, suprimió la figura del Abad y creó la de Rector, entre otras cosas.

De los más visitados del mundo

Sin lugar a dudas, el número de peregrinos que llegan cada año a la Basílica de Guadalupe se ha incrementado en los últimos tiempos. Cifras del Santuario revelan que alrededor de 20 millones de personas visitan anualmente este recinto mariano, lo que lo ha convertido en uno de los más visitados del mundo.

Por ejemplo, cada año, se registra un promedio de 2,300 peregrinaciones programadas, así como una infinidad de peregrinaciones no programadas (de grupos familiares, empresariales, asociaciones, etc. Además, cada vez es mayor el número de visitantes, tanto peregrinos como turistas.

Además de los servicios de organización de peregrinaciones, Eucaristía, Sacramento de la Reconciliación, Bautismos y Juramentos, en el Recito Guadalupano trabajan diferentes grupos enmarcados dentro de las pastorales Profética, Litúrgica y Socio-caritativa. Destaca, por ejemplo, el servicio que ofrece esta última pastoral, de dar de comer a los peregrinos, así como el consultorios, el módulo de atención paramédica, las despensas, sillas de ruedas, etc. También es de resaltar el rezo del Rosario del Amor Guadalupano, , el día 12 de cada mes, con una asistencia de más de 2,500 personas.

Plaza Mariana

Mención especial merece la Plaza Mariana, uno de los grandes logros del Card. Norberto Rivera Carrera. El 12 de octubre de 2011, la Fundación Carlos Slim entregó la donación de la construcción de la Plaza Mariana a la Basílica de Santa María de Guadalupe, que fue concebida para brindar a los peregrinos que visitan a la Virgen Morena, un nuevo y diferente servicio, con dimensiones más amplias y cómodas.

Sin embargo, fue hasta el 2016 cuando se concluyen todos los trámites y regularizaciones con las diferentes instancias del Gobierno de la Ciudad de México. A la fecha, Plaza Mariana se encuentra totalmente regularizada ante las autoridades.

La Plaza Mariana cuenta con un columbario en el que ya se está dando atención a los depósitos de cenizas. El estacionamiento de Plaza Mariana, que tiene una capacidad para 305 automóviles, ha tenido una afluencia mensual promedio de 13,175 automóviles, mientras que el Centro de Evangelización de Plaza Mariana se ocupa para eventos y actividades de diversa índole.

Cabe mencionar que se está preparando, desde el punto de vista museológico y museográfico, así como financiero, el proyecto del nuevo Museo de la Basílica y un Centro de Visitantes.

El ISEG

Bajo el gobierno pastoral del Card. Rivera se creó también el Instituto Superior de Estudios Guadalupanos (ISEG), el cual se ocupa de concientizar sobre el Acontecimiento Guadalupano a todos los voluntarios y empleados de la Basílica. Igualmente, organiza, con el apoyo de la Universidad Pontificia de México (UPM), varios diplomados, con una notable asistencia. También se tiene la Licenciatura en Teología y Cultura Guadalupanas, en coordinación con la Pontificia de México.

Parroquia San Juan Diego en Argentina

El Papa Francisco conoce bien el amor que el Card. Rivera ha tenido siempre a san Juan Diego, pues fue el principal promotor de la causa de canonización, y por ello le hizo una invitación para que el 1 de mayo del 2015 consagrara, en su nombre, la primera Parroquia a San Juan Diego fuera del territorio mexicano. Ésta fue erigida en Buenos Aires, de donde el ahora Pontífice fue arzobispo.

 

Oración de agradecimiento del Card. Rivera a la Virgen de Guadalupe

Al celebrar la tradicional Misa de las Rosas en la Basílica de Guadalupe el pasado 12 de diciembre, el Card. Norberto Rivera Carrera, pronunció esta hermosa oración de agradecimiento a la Morenita del Tepeyac por su ministerio.

“Te amo Madre mía, te amo tanto, tú has sido mi inspiración, mi fortaleza, mi consuelo, mi auxilio, desde el seno de mi madre Soledad, en el amor de mi padre Ramón; tú has estado siempre presente conmigo, te fui conociendo desde ellos, mis padres, quienes me hablaron por primera vez de ti, ellos fueron los que me enseñaron tu rostro bellísimo y lleno de la luz de Dios, a quien traías en tu inmaculado vientre. Gracias Madre mía por estar siempre presente en mi niñez, en mi adolescencia, en mi juventud y en mi adultez; con mis padres, mis hermanos, mis familiares y mis amigos y compañeros. Gracias por ser parte en el llamado que Dios me dio para ser su sacerdote, un llamado que me superaba del todo, pero que llegó a mí con tu venerable aliento, tu maternal ternura, tu auxilio misericordioso. Gracias Madre mía por estar siempre cerca de mí, en todo momento, por alimentar mi fe, confirmarme en mi esperanza y enseñarme el camino del amor verdadero. Gracias por poner a Jesús en mi corazón, en mi vida, en mi sacerdocio. Tú me has inspirado para que seas parte importante en el escudo que me identifica en el servicio en esta Arquidiócesis de México, que se ha visto siempre bendecida por tu bondad en esta historia de Salvación que Dios ha diseñado por medio de ti. Gracias por cada uno de mis hermanos sacerdotes, religiosos, religiosas, la familia que me has regalado, que no estaría completa si no fuera por la presencia y la vida de todos los feligreses, los laicos, los movimientos, las comunidades y las fraternidades que dan su ser y su quehacer en esta amada Arquidiócesis. Gracias, muchas gracias, por todas las personas que aunque no comulgamos en las mismas ideas, ni en la misma fe, estamos unidos como seres humanos en la buena voluntad a favor de la vida humana, en cualquier momento desde su concepción hasta el fin de su existencia, siempre confirmando su dignidad. Gracias por todos y cada uno de los momentos que en esta Arquidiócesis de México pudimos hacer frente, como al Segundo Sínodo y a la Misión Continental, al apostolado de todo nivel y a las visitas pastorales que el Santo Padre, el Papa, nos regaló; así mismo, hicimos frente a las situaciones difíciles tanto aquello creadas por el mismo ser humano, como las que manifestó la naturaleza con toda su fuerza; en esos momentos en donde todos subían su brazo con puño cerrado para guardar silencio y así poder escuchar la vida. Ayúdanos a seguir con el puño en alto para ayudar a todo ser humano a guardar silencio para escuchar la vida de nuestro corazón y la vida de los demás; hacer silencio y detener toda estridencia del pecado y escuchar el murmullo del amor de Dios que nos pide dignificar la vida de todo hermano que nos necesita. Gracias por todos estos años, por cada uno de los momentos vividos en este servicio. Gracias Madre mía, pues tu amor permanece y siempre permanecerá en mi corazón. Gracias Dios mío, Gracias misericordioso Señor del amor”.