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Marilú EspondaConsiderar que los valores católicos son para lo privado es encajonarlos y reducir su potencial transformador, asegura el Cardenal Aguiar.Existe en el país un debate recurrente, que parece inacabado, sobre el laicismo y el papel de la religión en la vida pública; se piensa que la fe es algo meramente privado que ha de […]

Marilú Esponda

Considerar que los valores católicos son para lo privado es encajonarlos y reducir su potencial transformador, asegura el Cardenal Aguiar.

Existe en el país un debate recurrente, que parece inacabado, sobre el laicismo y el papel de la religión en la vida pública; se piensa que la fe es algo meramente privado que ha de tener sólo manifestaciones internas; es decir, a veces se pide a los creyentes que no vayan más allá del templo.

Card. Aguiar:

Esta idea de considerar que la fe es un ámbito privado es consecuencia de su historia reciente, del siglo XIX, de la prevalencia de una filosofía liberal impulsada por quienes estaban en el poder. Esta concepción rompe a la Iglesia la oportunidad de realizar la misión de Dios redentor; es decir, que la misión de Cristo es una Buena Nueva que transmite que el Reino de Dios va establecerse en medio de nosotros, que no es un reino sólo espiritual, sino ese proyecto en el que percibimos a Dios en todos los ámbitos de la vida pública y privada. No hay criterio más dañino para la fe católica, para la fe cristiana, que ese de encajonar a la fe en el ámbito privado.

Si algo viene a enseñarnos Jesucristo es que somos hermanos. Si yo les dijera a los miembros de una familia que se guardaran todos sus sentimientos de fraternidad, que los dejaran en su interior, que no los expresaran en el seno familiar, ¿qué haríamos? El concepto de la humanidad, desde la óptica de la fe, es que somos la familia de Dios, de manera que reducir la fe al ámbito privado significa cercenar totalmente la expresión del mensaje cristiano, amputarle manos, piernas, ojos y corazón. No podemos admitir eso, aunque nos persigan. Jesús anunció que siempre seríamos perseguidos, con recriminaciones, y hay que tenerlo en cuenta.

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