La familia, un bien precioso que valorar y cuidar, siempre ha estado en el centro del magisterio de Francisco. Recientemente, en la fiesta de la Sagrada Familia, el Papa subrayó que «la familia es un tesoro precioso. Hay que sostenerla y protegerla siempre». Las familias «no son piezas de museo, sino que a través de ellas se concreta el don, en el compromiso recíproco y en la apertura generosa a los hijos, así como en el servicio a la sociedad», señaló el Pontífice durante una audiencia con la Federación Europea de Asociaciones de Familias Católicas. Durante su visita al Encuentro Mundial de las Familias que se celebró en Irlanda en 2018, Francisco lanzó varios mensajes contundentes para las familias y sociedades de todo el mundo. Allí destacó que la familia debe tener como base el perdón, «un regalo especial de Dios que cura nuestras heridas y nos acerca a los demás y a él» y apuntó: «Gestos pequeños y sencillos de perdón, renovados cada día, son la base sobre la que se construye una sólida vida familiar cristiana. Nos obligan a superar el orgullo, el desapego y la vergüenza, y a hacer las paces». También resaltó la fuerza de la familia como generadora de paz. «En toda sociedad, las familias generan paz, porque enseñan el amor, la aceptación y el perdón, que son los mejores antídotos contra el odio, los prejuicios y la venganza que envenenan la vida de las personas y de las comunidades», dijo. Francisco siempre está atento también al bienestar de los más pequeños. «Tengo una costumbre. Cuando confieso a un padre, a una madre que tiene hijos pequeños, y también grandes, pero pequeños sobre todo, les pregunto si juegan con ellos. Los valores se transmiten jugando. ¿Tienes tiempo de tirarte al suelo y hacer algo con tu hijo, con tu hija? Esto es grande. No se puede perder. Saber perder tiempo con tus hijos. Este es el dialecto del amor que transmite todos los valores de la fe», señaló en otra ocasión.
Por Lorena Pacho