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Merlo-Moreno, obispos con corazón

Entrevista a Fernando Carlos Maletti, obispo de Merlo-Moreno, y a Óscar Miñarro, su obispo auxiliar.

20 octubre, 2019
Merlo-Moreno, obispos con corazón
El Papa Francisco en Audiencia General. Foto: L'Osservatore Romano

Cuando descubrimos un obispo cercano y cordial subrayamos esta característica en seguida. Sin embargo, aunque esta nota debería ser de lo más normal, en ocasiones nos cruzamos con prelados a los que la mitra sirve más para alejar que para aproximar al pueblo a ellos encomendado. En Argentina, los sacerdotes y laicos con los que he convivido en diferentes parroquias son cálidos y acogedores. Muestran una Iglesia con corazón. Y, curiosamente, me he encontrado con pastores también cercanos y acogedores, que hacen sentir al que viene de fuera como en casa. En concreto, he tenido la oportunidad de conocer a Fernando Carlos Maletti, obispo de Merlo-Moreno, y a Óscar Miñarro, su obispo auxiliar. El obispo Maletti, en su praxis habitual, tiene muy en cuenta las recomendaciones del Papa Francisco para el ministerio episcopal: “Ser padre de todos los sacerdotes, interesarse por todos y buscarlos a todos, saber encontrar siempre el tiempo para escucharlos siempre que alguno lo pida o lo necesite, hacer que cada uno se siente estimado y respaldado por su obispo”. Monseñor Maletti ronda ya los 70 años, pero desgasta sus energías con sus curas. Él mismo entra en los turnos para cuidar a un anciano sacerdote de su diócesis, que es acompañado cada noche por un compañero presbítero. Si uno de sus curas lo llama para alguna necesidad, sabe que puede contar con él en cualquier momento. El obispo no hace esperar. Y si un sacerdote requiere de su presencia, no duda en ir a visitarlo a su casa ya sea un domingo por la tarde o cuando haga falta. Esto es ser padre. 

Cuando hay alguna celebración en alguna parroquia, los primeros que se ponen a servir en el ágape posterior a la eucaristía son los obispos. Fernando Maletti gusta de ponerse hablar con los más mayores, a los que escucha con atención. También suele tomar el mate en la plaza con las personas con las que se halla. Vive de manera sencilla y familiar con monseñor Miñarro, conformando una pequeña comunidad episcopal. Entre los dos se ve que hay una corriente de buen entendimiento y aprecio mutuo. De hecho, en muchas ocasiones el titular de la Diócesis cede la presidencia a su auxiliar. Son obispos que comparten el báculo o, mejor, comparten la pasión por su pueblo y por sus curas. También por los diáconos. Pude presenciar en la parroquia de la Virgen de la Merced de Merlo la eucaristía con motivo del día del diácono en la Diócesis. Ambos obispos están presentes para agradecer la entrega de sus 40 diáconos en la Iglesia diocesana. No solamente a ellos, también a sus esposas y a su familia. Preside la celebración el obispo auxiliar, al que se le ve una gran complicidad con sacerdotes y diáconos. Se nota esa relación de confianza, porque la liturgia está envuelta en un ritmo y en un ambiente que ayuda a la oración y al espíritu de fiesta. Al final monseñor Miñarro ha pedido al pueblo que bendiga a los diáconos. En nombre de todos, una mujer ha pronunciado una improvisada y sentida oración. Recordemos cómo Francisco, recién elegido Sucesor de Pedro, al salir al balcón de la Basílica vaticana pidió al pueblo que bendijera al nuevo Obispo de Roma. Ahí pueblo y pastores se funden en la unión de oración y de corazones.

Por Fernando Cordero Morales



Autor

L'Osservatore Romano, el periódico del Vaticano. Edición para México.