El Papa León XIV envía mensaje a misioneros mexicanos: “Hay que estar dispuestos a ensuciarnos las manos”
El Papa León XIV invitó a los misioneros en México a poner las manos en la masa del mundo, mezclados con la realidad de la gente, sus culturas, sus heridas y esperanzas.
El Papa León XIV dirigió un cálido y firme llamado a los misioneros mexicanos, recordándoles que su labor, aunque silenciosa muchas veces, es piedra viva de esperanza.
El mensaje del Papa llega en un momento clave: mientras un sacerdote del Estado de México se encuentra desaparecido, a unas semanas del asesinato del padre Bertoldo Pantaleón, de Guerrero, y en un contexto global marcado por urgencias sociales.
En este contexto, la Iglesia en México vuelve a recibir el llamado a ser fermento de esperanza sin imposiciones, sin atajos, amasando día tras día la masa de la misión con paciencia, creatividad y amor.
“No es suficiente hablar de la harina sin ensuciarnos las manos”
En su mensaje dirigido a los más de 7,000 participantes del XVII Congreso Nacional Misionero, celebrado en Puebla del 6 al 9 de noviembre, el Pontífice evocó la imagen de la levadura que transforma toda la masa: del mismo modo, “en México la levadura del Evangelio llegó en manos de pocos misioneros y, al mezclarse con la harina nueva de un continente que aún no conocía el nombre de Cristo, comenzó ese admirable proceso de fermentación”, señaló.
Con esta metáfora, León XIV invita a los misioneros en México a “poner manos en la masa del mundo”, no a distancia, sino mezclados con la realidad de la gente, sus culturas, sus heridas y esperanzas.
“No basta con decir ‘Señor, Señor’, sino que tenemos que hacer la voluntad del Padre (cf. Mt 7,21). ¡Hay que estar dispuestos a poner las manos en la masa del mundo! No es suficiente hablar de la harina sin ensuciarnos las manos; hay que tocarla —como decía el santo Crisóstomo—, mezclarse con ella”, dijo.
El Papa aseguró que la evangelización en América no fue un proceso de borrado cultural, sino de transformación: “El Evangelio no borró lo que encontró, sino que lo transformó; toda la increíble riqueza de los habitantes de aquellas tierras —lenguas, símbolos, costumbres y esperanzas— fue amasada con la fe, hasta que el Evangelio echó raíces en sus corazones y floreció en obras de santidad y belleza únicas”.
Misioneros de esperanza y artesanos de paz
El lema del Congreso, “Discípulos misioneros: peregrinos de esperanza, artesanos de paz”, encarna la visión que León XIV ofrece para la misión en México en este tiempo.
En su mensaje, resalta dos figuras históricas que encarnan el perfil del verdadero misionero: la Virgen de Guadalupe, “signo de perfecta inculturación”, y el Beato Juan de Palafox y Mendoza, “pastor y misionero que entendió su ministerio como servicio y fermento”.
León XIV advierte sobre los peligros de una misión que impone o instrumentaliza la fe: “El verdadero misionero no domina, sino que ama; no impone, sino que sirve; no instrumentaliza la fe para obtener ventajas personales —ni materiales, ni de poder, ni de prestigio—, sino que reparte la fe como pan”.
El mensaje oficial del Congreso es un llamado a una nueva fase misionera: una Iglesia que no se quede al margen, sino que camine entre los heridos de la historia, las víctimas de la pobreza, los migrantes y aquellos que viven en las periferias existenciales.
Como lo expresó el Papa en el Jubileo del Mundo Misionero: “Las fronteras de la misión ya no son geográficas: son el sufrimiento, la pobreza y el deseo de una esperanza mayor los que vienen hacia nosotros”.


