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Ideología de género, ¡hasta dónde hemos llegado!

Ideología de género, ¡hasta dónde hemos llegado!
Foto: Archivo.
  • El canadiense Paul Wolscht decidió abandonar a su esposa y a sus siete hijos, por su “felicidad” como transexual; ahora es una “niña de 6 años” y una de las banderas del movimiento LGTBI.

 

DLF Redacción

“Stefonknee Wolscht” es un hombre transexual y trans-edad, quien hasta los 46 años se desempeñaba como mecánico y estaba casado con una mujer, con quien procreó siete hijos. Vivía una vida normal, hasta el día en que dijo haber descubierto su verdadera identidad sexual. Fue entonces que este hombre, originalmente llamado Paul Wolscht, se separó de su esposa, comenzó a someterse a tratamientos hormonales para cambiar de sexo y adoptó su nuevo nombre.

Además de optar por llevar una vida transexual, luego de abandonar a su familia y a sus hijos, también decidió que era trans-edad, pues lo que él en realidad quería era ser una niña de 6 años. Como sus padres habían muerto, se declaró en abandono y pidió ser adoptado, lo cual pudo hacer realidad gracias a que un matrimonio al que conocía de antaño le otorgó esa posibilidad, dándole al mismo tiempo la oportunidad de convivir y jugar con su pequeña hija de 5 años, como si Paul Wolscht fuera su hermana mayor. Hoy, en virtud de que la ideología de género ha permeado las leyes canadienses, “Stefonknee Wolscht” puede llevar una vida de niña, asistiendo incluso a la escuela como cualquier estudiante de su edad, sin que alguien pueda hacer una observación, so pena de recibir una multa por transfobia, incitación al odio y discriminación.

“Stefonknee Wolscht” ha señalado que no puede negar su pasado, en el que tuvo una mujer y siete hijos, pero procura no pensar mucho en aquella vida, pues con su identidad actual se siente feliz. Por este motivo, su causa ha sido vista por el Lobby LGTBI como un ejemplo de “audacia” para defender los postulados de la ideología de género. Pero “Stefonknee Wolscht” no es la única bandera del movimiento LGTBI, también se encuentran los casos ubicados en la categoría de trans-especie de los estadounidenses Richard Hernández, quien se ha sometido a una serie de operaciones buscando ser una serpiente cascabel, y Dennis Avner, un ex veterano de la Marina que, tras varias cirugías en las que intentaba transformarse en un gato, terminó por suicidarse.

En este sentido, Amparo Medina, ex consultora del Fondo de Población de la ONU (UNFPA) y ahora expositora internacional sobre el tema de desarrollo humano, ha advertido que la tendencia a someterse a un cambio de apariencia, en categorías como trans-edad, trans-raza, trans-especie y otras más, ha sido impulsada por grandes farmacéuticas, a las que no les interesa ni la salud física ni la salud emocional de las personas, ya que su único objetivo es obtener millonarias ganancias a través de ellas, haciéndolas dependientes de sus tratamientos hormonales, de sus cirugías, implantes, cremas, geles y un sinfín de productos que necesitarán para toda la vida, desde el momento en que decidan someterse a una transformación de aspecto.

Medina señala que fueron estas mismas farmacéuticas y clínicas las que, a través de instancias como la ONU, utilizando como instrumentos la academia, el arte y los medios de comunicación, emprendieron una campaña a fin de hacer ver como retrógradas e intolerantes a todos aquéllos que no están de acuerdo con los postulados de la ideología de género.



En el mismo sentido opina el famoso abogado español Benigno Blanco, quien asegura que, en principio, la ONU impulsó la ideología de género como un instrumento de control de la población a nivel mundial, desde la Cumbre Internacional de la Población del Cairo (1995), donde se admitieron sus postulados como una visión de la sexualidad, partiendo del supuesto de que la ideología de género significaba una lucha contra la discriminación, lo cual es mera demagogia. “Yo no discrimino a los marxistas-leninistas porque no pienso como ellos, pero no quiero que a mis hijos se les enseñe marxismo-leninismo en la escuela. Así tampoco quiero que se les enseñe una visión de la sexualidad que defienden algunos lobbies LGTBI. Estoy de acuerdo en que estos lobbies tienen todo el derecho del mundo a expresarse como quieran, así como también lo tenemos quienes no pensamos como ellos. Sin embargo, se nos ha dado el calificativo de “homofóbicos”, que no es más que una estrategia para no dejarnos hablar; si te califican de tener una fobia eres un enfermo y no merece la pena escucharte. Es un viejo truco que ya utilizaba Stalin en sus juicios”.

Amparo Medina, por su parte, considera que una de las primeras consecuencias de la penetración de la ideología de género en los Estados, es que se han desdibujado los derechos de las mujeres, por los que tanto se había luchado históricamente, ya que han aparecido otras categorías que parecen tener supremacía. Tal es el caso de “Stefonknee Wolscht”, en realidad un hombre de 56 años, quien convive y juega con su “hermanita”, porque la ley canadiense le ha otorgado ese derecho, sin que importe a los lobbies LGTBI si su ex esposa puede o no con la responsabilidad de sacar adelante a siete hijos, ni las consecuencias de que éstos hayan sufrido un abandono en todos los sentidos. ¡Pero qué más da el sacrificio de una mujer y siete hijos, por la “felicidad” de un hombre que ahora es bandera del movimiento LGTBI!

 

 

 

 





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