Papa Francisco agradece a sacerdotes sus lágrimas de dolor, que son como “aguas santas”

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Cielo y Tierra: 2 no y 2 sí para esta Cuaresma

Creatividad de Publicidad

Alejandra María Sosa Elízaga

 

NO

No vivas una Cuaresma ‘domesticada’, a la que sacas a pasear el Miércoles de Ceniza, para lucir una cruz en tu frente, la mantienes cuidadosamente encerrada en algún rincón de tu mente donde no te moleste, y te acuerdas de ella sólo los viernes, cuando le das una palmadita en la cabeza privándote de comer una carne que tal vez de por sí ni ibas a comer. Atrévete a sacarla de tu ‘zona de confort’, a vivirla como nunca la has vivido: que si se trata de orar, intentes una nueva manera, por ejemplo, aprendas a rezar con la Liturgia de las Horas, practiques la Lectio Divina, dediques tiempo a visitar a Jesús Sacramentado, hagas oración de escuchar y no sólo de hablar… Que si se trata de ayunar, ejercites el dominio propio privándote de algo que en verdad te cueste. Que si se trata de dar limosna, no te conformes con dar lo que te sobra, y sobre todo, no sólo des sino te des, te entregues, te dejes robar el tiempo, hagas algo por otros y con otros.

 

Haz propósitos, pero no como los de año nuevo, que nunca se cumplen. Procura que tengan estas dos características: 1. Que sean concretos, porque si te propones algo demasiado vago como ‘quiero ser mejor’, no lo aterrizarás en nada. Proponte, por ejemplo, perdonar a esa persona que te ofendió; o ir a ver a ese pariente enfermo o ancianito que está necesitando comprensión y compañía, superar tal defecto de carácter. 2. Que sean suficientemente exigentes como para que tengas que esforzarte en cumplirlos, pero no tanto que te resulte imposible; no quieras hacerte santo en cuarenta días. Ponte metas realistas (pero tampoco demasiado fáciles). Busca que tus propósitos te reten, que te ayuden a crecer espiritualmente.

 

NO



No les pongas ‘fecha de caducidad’ a tus propósitos de Cuaresma. Que no sea como si en la película de tu vida piques el botón de ‘pausa’ el Miércoles de Ceniza, y al llegar la Pascua le des clic a ‘play’, retomes tu vida tal como la dejaste antes y sigas en las mismas, o peor que antes, si es que te da una especie de reacción de ‘rebote’, y te dispones a desquitar y a hacer con furor aquello de lo que te privaste en la Cuaresma (‘¡tengo acumulados cuarenta días de chismes buenísimos que no les conté, ¡tenemos que vernos para que se los platique tooodos!!). El sentido de los propósitos de Cuaresma, es crear buenos hábitos, que eso bueno que practicamos cuarenta días se nos vuelva costumbre, una manera de ser para el resto de la vida.

 

Vive una Cuaresma ‘en salida’. El Papa Francisco ha pedido que seamos ‘Iglesia en salida’, que no nos quedemos encerrados sino vayamos afuera, al encuentro de nuestros hermanos. Ello puede aplicar para la Cuaresma. No te conformes con vivir tus prácticas cuaresmales en privado, casi casi en lo oscurito donde nadie te vea. Anímate a invitar a alguien a compartirlas. Por ejemplo, invita a tu familia o tus amigos o tu comunidad parroquial a realizar algún proyecto de ayuda a alguien que esté necesitado. Invita a alguna persona alejada a orar contigo, a acompañarte a Misa, o a leer y comentar contigo algún punto del Catecismo de la Iglesia Católica, para comprender mejor su doctrina. Que aquello de lo que ayunes, de lo que te prives pueda aprovecharlo alguien, sea de beneficio para los demás.

 

Pidamos a Dios que nos ayude a vivir esta Cuaresma de manera distinta, no como un molesto y pasajero período de mortificación, sino como gozoso camino de permanente conversión.





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