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Cine: Los Meyerowitz

¡Te amo y te perdono. Perdóname, gracias, y adiós!”   Antonio Rodríguez En una muestra de arte, padre e hijo resaltan entre la multitud. Los dos van vestidos de smoking, esto a sugerencia del padre Harold Meyerowitz, quien también es un artista plástico que gozó de fama y renombre en su juventud. Al menos eso […]

¡Te amo y te perdono. Perdóname, gracias, y adiós!”

 

Antonio Rodríguez

En una muestra de arte, padre e hijo resaltan entre la multitud. Los dos van vestidos de smoking, esto a sugerencia del padre Harold Meyerowitz, quien también es un artista plástico que gozó de fama y renombre en su juventud. Al menos eso dice.  

Al encontrarse con el expositor, quien es un amigo de antaño, les pregunta si tienen un evento de gala más tarde, pues está extrañado de su vestimenta formal, ya que ninguno de los presentes, ni siquiera él, va tan bien vestido.

Harold, al ver las atenciones que su amigo recibe por parte de los invitados, se incomoda y decide salir de la galería; corre por las calles y entre los autos. Danny su hijo, quien estaba disfrutando de la noche, se ve obligado a correr detrás de él, como si de un niño pequeño se tratara. Cuando logra alcanzarlo, el padre deja en evidencia su envidia; y es que, según su perspectiva, las piezas de arte de la sala no llegan a ser tan buenas como las que él tiene en su taller.

Los Meyerowitz son una familia constituida por el padre y tres hijos: dos varones y una mujer, todos con sentimientos encontrados hacia su progenitor. “A veces preferiría que papá hubiera hecho algo horrible, imperdonable, algo específico para que pudiera estar furioso, pero no es una cosa, sino pequeñas cositas diarias, gotita a gotita”. “Él nunca se encargó de nosotros” o “¡Me haces sentir mal, porque no te importo!” Son las frases que los hijos sueltan sobre su padre en cada encontronazo que tienen con él.

El patriarca de esta familia se ha distinguido por ser narcisista y negligente; sencillamente, jamás se ha preocupado por los sentimientos y aptitudes de sus hijos, por la estabilidad emocional de los mismos, que se pierde cada vez que éste decide casarse o divorciarse, o cuando critica sus vidas sin el menor tacto.

Aunque parezca sencillo, este es el punto medular del filme: lo difícil que es convivir con quien uno no puede sentirse enojado. Noah Baumbach, director de la cinta, logra realizar una fina mezcla entre comedia y drama. Las actuaciones de todo el elenco son formidables. La personalidad y motivos de cada uno están bien definidos; ya sea la búsqueda de aceptación patriarcal, la resignación o la encarnecida lucha por no ser como él.

Los Meyerowitz es una divertida y enternecedora película, con diálogos inteligentes sobre lo importante que son las relaciones padre e hijo, lo necesario que resulta darle su justo y debido tiempo a las cosas, lo incongruente que a veces resulta querer a alguien sin saber el porqué. Un tópico clásico es aquél que reza: “hay que respetar a nuestros padres”, pero, ¿y quererlos? Qué sucede cuando cariño y respeto se van diluyendo, o cuando se mezclan, y uno ya no sabe ni qué sentir, o sobre perdonar y dejar pasar.