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Ángelus Dominical

P. Eduardo Lozano

ESTAS SON LAS MÚLTIPLES ocupaciones que tuvo San José en esos días de Navidad (la única, la auténtica y original, pues todo lo que ahora hacemos y que vino mucho tiempo después, es pura fiesta y celebración): disponer del lugar para que María estuviera lo menos incómoda, preparar el alimento, disponer de pañales, atender al burro que los acompañaba, espantar algunas alimañas propias de todo lugar (mosquitos, moscotas, arañas, hormigas, etc.), procurar el aseo ordinario de la gruta, la cueva, el portal, porche, casita, habitación, o el lugar donde haya sido el Nacimiento del Hijo de Dios… ADEMÁS TUVO QUE entrar en diálogo y colaboración con el posadero, o los pastores, tal vez con otros peregrinos o viajeros, acaso se apalabró con alguna matrona del rumbo, y sacar algunos dineros para conseguir víveres, o pedir la buena voluntad y generosidad de los belemnitas, o sea: que algo así como que todo lo tengo resuelto y servido y a pedir de boca, como que no… LA ORIGINAL Y AUTÉNTICA Navidad (todos los 25 de diciembre no son más que festejo y aniversario lejano y muy compuesto) fue trajín, desmoche y ajetreo, afán, diligencia y estar a las vivas por aquello del “no te me rompas cuerito, que te quiero pa’tambor”… NOS HEMOS HABITUADO a embellecer y endulzar nuestros festejos navideños con adornos y esferitas, luces de colores y confites, golosinas y postres de todo tipo; las aderezamos con fiambres, horneados, embutidos y bebidas variadas de esmerada calidad; nuestras navidades más parecen complacencia y halago que vivencia de la incertidumbre y necesidad que experimentaron María, José y Aquel Divino Crío que nació para nuestra salvación… SÉ QUE HAY GENTE de buena voluntad que siempre está dispuesta a dar apoyo y solución a problemas ajenos -¡nunca falta un buen corazón!- y rápido concluyo que esa es auténtica Navidad aunque suceda a mitad del año, ya en la montaña o en la costa, ya en urbe mastodóntica o en ranchito insignificante; vuelve a vivirse la auténtica Navidad cuando un hombre cualquiera abre su mano y su corazón a quien lo necesite, sin aspavientos ni reflectores, sin cámaras ni búsqueda de favores… ME PUDE DAR CUENTA –hace algunos años y en el ambiente del Centro Histórico- de cómo llegaban algunos vehículos familiares (autos y camionetas) a diversos callejones y plazuelas, o a toldos y marquesinas donde se guarecían indigentes y emigrantes: se abrían portezuelas y bajaban jóvenes, niños, la mamá o la tía, y ofrecían alimento y cobija a los menesterosos; alguien podría argumentar que eso es muy ocasional, que sólo para lavar su conciencia, que por qué no lo hacen a diario, pero son argumentos nacidos desde el egoísmo y la necedad… HOY ME ANIMO A desearte Feliz Navidad pero para todo el año que está por comenzar, es decir, te deseo que puedas hacer el bien en enero y febrero y etcétera, en dónde puedas, a quien sea, con lo poco o mucho que esté al alcance de tu mano; y si haces el bien teniendo paciencia, o compartiendo un alimento, si lo que puedes ofrecer es tu atención y buen humor, si haces el bien haciendo bien tu trabajo, si dejas ya la injusticia o indiferencia, pue entonces estarás haciendo realidad mis mejores deseos, y el primer ganador serás tú… YA VEO A SAN JOSÉ con el cansancio a cuestas y atolondrado –más bien aturdido- por sorpresas que no se acaban y que iniciaron desde que María ya estaba a la espera de Aquel Hijo, que si el Ángel del Señor le habló en sueños, que si vámonos a Belén, que si ya nació, que si los pastores y los ángeles cantando gloria, que si llegan unos señorones con regalos buscando al Mesías, que si Herodes no quiere que le hagan sombra, que vete a Egipto y otra vez en los sueños descubrir la voluntad de Dios; ¡se vio cargado de tareas y peligros, de desafíos y angustias!… EN MEDIO Y A PESAR de tantas y tamañas vicisitudes yo estoy en la certidumbre que José, el carpintero de Nazaret, el hombre justo y descendiente de David, el varón que supo llenar su corazón de amor a María y a Su Crío Tan Divino –y Tan Humano, ¡por supuesto!-, vivió la Navidad como el más feliz y dichoso de todos los nacidos después de Adán, pues sencillamente estuvo al lado de María y al cuidado y servicio del Salvador del Mundo, del Mesías esperado, de Jesucristo, el Señor; a San José le pido -¿quién mejor?- que yo tenga una Navidad como la suya…







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