5 claves para que tus hijos amen a la Iglesia
La Iglesia necesita jóvenes valientes, dispuestos a dar testimonio de la Verdad; por eso es importante acercar a nuestros hijos a la fe.
La Iglesia necesita jóvenes valientes, dispuestos a dar testimonio de la Verdad; por eso es importante acercar a nuestros hijos a la vida activa de la parroquia… Pero, ¿cómo lograrlo? Aquí te dejo 5 claves:
1. Fomenta el amor a la Iglesia
Es preciso que nuestros hijos vivan en un ambiente de respeto y amor por las cosas de Dios y la Iglesia, así sabrán darle su lugar en el corazón y en la vida cotidiana. Para lograrlo, es importante que ellos vean que amamos a la Iglesia y que no nos da pena.
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2. Mientras más pronto, mejor
Es mejor comenzar a llevarlos desde pequeños a la Iglesia y que participen de las actividades parroquiales según su edad. Al principio, es difícil que quieran asistir voluntariamente, tengan la edad que tengan, por lo que habrá que encaminarlos. Poco a poco irán entrando en la dinámica y entonces será más fácil que asistan por gusto.
Si nuestros hijos ya son jóvenes, seguro habrá algún coro, un grupo juvenil, la Adoración, una misión, o alguna actividad que les quede bien, dependiendo de su carisma y aptitudes.
3. Empieza por lo pequeño
El que es fiel en lo poco, lo será en lo mucho. Por eso es bueno que empiecen con algún compromiso pequeño. Si nuestros hijos son chiquitos pueden asistir a la catequesis. Si ya son jóvenes, quizá sea mejor que comiencen por algún grupo juvenil apostólico para que tengan contacto con otros jóvenes.
4. Busca el lugar más adecuado
La parroquia es el lugar más recomendable para que los hijos vivan un ambiente de Iglesia; pero si no es posible, busca el lugar más adecuado para que convivan con otros jóvenes y hagan comunidad. La idea es que tengan espacios para que puedan crecer espiritualmente junto a otros jóvenes.
5. Apóyales en sus actividades
Muchas veces pasa que ya nuestros hijos están sumamente felices y trabajando en el grupo juvenil, y somos nosotros quienes les frenamos o les hacemos todo su proceso más difícil porque no comprendemos sus actividades o porque no les damos permiso para que asistan a ellas. Que un joven quiera participar en la vida activa de la Iglesia es una gracia y una enorme bendición. Por eso debemos dar gracias a Dios y orar para que esa disposición de nuestros hijos siga creciendo y de mucho fruto.