Papa Francisco agradece a sacerdotes sus lágrimas de dolor, que son como “aguas santas”

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Para este tiempo

8 febrero, 2023
Para este tiempo
Jaime Septién
Creatividad de Publicidad

Hace unos años el Papa Francisco nos regaló seis “nuevas bienaventuranzas” con las que guiar nuestra vida de fe. Las recordamos en su momento, pero vale mucho la pena volver a traerlas a cuento, hoy que la violencia y la tristeza parecen acecharnos como dos ladronas del corazón:

  • Bienaventurados los que soportan con fe los males que otros les infligen y perdonan de corazón
  • Bienaventurados los que miran a los ojos a los descartados y marginados mostrándoles cercanía
  • Bienaventurados los que reconocen a Dios en cada persona y luchan para que otros también lo descubran
  • Bienaventurados los que protegen y cuidan la casa común
  • Bienaventurados los que renuncian al propio bienestar por el bien de otros
  • Bienaventurados los que rezan y trabajan por la plena comunión de los cristianos

Habrá quien quiera restarle importancia a este camino estrecho que va al encuentro con el mundo real.  Estamos en salida, somos Iglesia en salida.  Adiós a los viejos formalismos inútiles. Un cristianismo de formas es un cristianismo deformante.  Sin misericordia hundimos a la Iglesia. La Edad Dorada, decía don Quijote en su famoso discurso a los cabreros, era aquella donde nadie decía tuyo y mío. Así es lo que pide, poderosamente, el Papa.

De cada uno depende si la Iglesia avanza o se estanca en un conjunto de grupos, cada uno buscando bienaventuranzas que solamente alimenten a su ego. Aunque suene rimbombante, la bienaventuranza de hoy es la sinodalidad: caminar juntos.



 

Los textos de nuestra sección de opinión son responsabilidad del autor y no necesariamente representan el punto de vista de Desde la fe.





Autor

Periodista y director del periódico católico El Observador de la actualidad. 

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