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COLUMNA

Convicciones

El asesinato del jesuita Tomás Antonio Tello

En el catálogo de la Provincia Mexicana de la Compañía de Jesús de 1751 se dice del padre Tello que “era de complexión melancólica y de talento para la cátedra y los ministerios”

13 octubre, 2024
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Rubén Aguilar Valenzuela es profesor universitario y analista político. 

Tomás Antonio Tello nace en Almagro, Provincia de Ciudad Real, España, en 1720. En 1735 ingresa al noviciado de la Compañía de Jesús junto con su hermano Juan Idelfonso, que había nacido en 1718.

En 1744 está en segundo año de teología en el Seminario de San Francisco Javier de Querétaro, hoy la capital del estado del mismo nombre. En 1746 se ordena sacerdote junto con su hermano.

Y también con él hace la Tercera Probación, última etapa de formación de los jesuitas, en el Colegio del Espíritu Santo en Puebla de Los Ángeles en 1748.

Al termina, en 1749, sus superiores lo destinan a hacerse cargo de la Misión de la Purísima Concepción de Nuestra Señora de Caborca, en la Pimería Alta en Sonora.

El 20 noviembre de 1751, hay una rebelión indígena al mando del jefe pima Luis de Sáric, o Luis Oacpicagigua, en la misión de Tubutama, donde los levantados incendian casas y dan muerte a más de 100 personas.

Los sacerdotes jesuitas presentes en el lugar, Jacobo Sedelmayer y Juan Nentuig, puden escapar a la misión de San Ignacio de Cabórica, en el poblado de San Ignacio.

La rebelión pima continua, y el día siguiente, el 21 de noviembre, los rebeldes llegan a la Misión de la Purísima Concepción de Nuestra Señora de Caborca, donde dan muerte al padre jesuita Tomás Antonio Tello. Tenía 31 años.

Los pimas continuan su camino, rumbo a Sonoyta y ya en la misión primero matan a un soldado español y realizan actos de pillaje y diverso tipo de destrozos.

Luego disparan flechas y piedras contra el padre Enrique Ruhen, que muere en el lugar ​el 21 de noviembre de 1751. Tenía 33 años. Atendía la misión más lejana en el occidente de la Pimería Alta.  

El padre Jacobo Sedelmayer, uno de los sobrevivientes de la rebelión, sobre el padre Tello escribió que “le dieron muerte sus pimas alzados”.

En el catálogo de la Provincia Mexicana de la Compañía de Jesús de 1751 se dice del padre Tello que “era de complexión melancólica y de talento para la cátedra y los ministerios”. Y también de “buen juicio y prudencia”.

Cuando la supresión de la Compañía de Jesús en los territorios de España, en 1767, el padre Juan Idelfonso, el hermano del padre Tomás Antonio, era rector del colegio de Zacatecas.

Sale al exilio desde Veracruz en la fragata “La Juno”. En 1768, ya en Ferrara, Italia, que es el destino de algunos de los jesuitas de la Provincia de México, es nombrado superior de los jesuitas que viven en la ciudad.

Los padres Tomás Antonio Tello y Enrique Ruhen son los útimos jesuitas asesinados en la Nueva España. En total fueron 20. El primero el padre Gonzalo de Tapia en 1594 en el pueblo de Taborapa, Sinaloa.

Todos en levantamientos indígenas en contra de las autoridades de la Corona o descontentos con el trato que recibían de los españoles. En algunos casos también por descuerdos de carácter cultural.      


Autor

Rubén Aguilar Valenzuela es profesor universitario y analista político.