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COLUMNA

Comentario al Evangelio

¿Por qué Jesús habló de fuego y división?

El fuego y las divisiones que anuncia hoy el Señor deben asumirse dentro del contexto de su voluntad de salvarnos a todos.  

18 agosto, 2019

Evangelio según San Lucas (12, 49-53)

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “He venido a traer fuego a la tierra, ¡y cuánto desearía que ya estuviera ardiendo! Tengo que recibir un bautismo, ¡y cómo me angustio mientras llega!

¿Piensan acaso que he venido a traer paz a la tierra? De ningún modo. No he venido a traer la paz, sino la división. De aquí en adelante, de cinco que haya en una familia, estarán divididos tres contra dos y dos contra tres. Estará dividido el padre contra el hijo, el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra”.

¿Por qué Jesús habló de fuego y división? 

Este domingo nos preguntaremos qué tiene que ver el anuncio del fuego y de las divisiones con el Evangelio de Jesucristo. 

El evangelio de San Lucas ha acumulado en la subida a Jerusalén (Lc 9,51-19,27) una buena cantidad de relatos, pero sobre todo de enseñanzas de Jesús a sus discípulos. 

Las enseñanzas del día de hoy forman parte de un conjunto de dichos entre la visita que hizo a sus amigas Marta y María en Betania (Lc 10,38-42) y la curación de una mujer encorvada en día sábado (Lc 13,10-17).  

El mensaje central de Nuestro Señor en toda su vida fue ofrecer la salvación a todos, de esto no cabe duda, pero a lo largo del camino hacia Jerusalén, afrontó en varias ocasiones contrariedades que pueden echar a perder la germinación y crecimiento de la Buena Noticia de la salvación. 

Partiendo de algunos pasajes anteriores al que leemos hoy, podemos ver algunos ejemplos: anteponer los propios intereses a la persona de Jesús, echa a perder el Evangelio; anteponer el amor a cosas y personas antes que a Dios, echa a perder el Evangelio; el apego a las riquezas de este mundo echa a perder el Evangelio.  

Jesús al predicar y llamar a sus seguidores nunca pretendió que le fallaran, pero previó que hay circunstancias que si no se resuelven impiden la salvación. Así pues, hoy propone en forma de conflicto lo que él vino a hacer: “he venido a traer fuego a la tierra y cuánto desearía que ya estuviera ardiendo”, esto no significa el haber traído el fuego aniquilador que destruyó Sodoma y Gomorra, más bien podemos pensar en el fuego de quien purifica los metales que quema todo lo que no sirve, lo impuro.  

Otra forma de comprender la metáfora es el fuego como signo del Espíritu. Traer fuego a la tierra es traer el principio transformador que da vida eterna. Pero Jesús denuncia un conflicto, no ha prendido con tanta fuerza como él quisiera. Los anuncios de divisiones, están en la misma perspectiva.

En otros pasajes, indica que toda división es totalmente perniciosa, ni al mismo Satanás le conviene estar dividido. Más bien, Jesús constata que la llegada del Evangelio a los corazones de las personas provoca tales cambios que es difícil permanecer todos de acuerdo.  

Con ello nos aclara que, ante el mensaje de Dios, las personas individuales permanecen totalmente libres de aceptar o no. Por tanto, comprendamos que el fuego y las divisiones que anuncia hoy el Señor deben asumirse dentro del contexto de su voluntad de salvarnos a todos.