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Sus prioridades: familia, jóvenes, alejados y vocaciones

DLF Redacción

Cuando monseñor Norberto Rivera Carrera tomó posesión de la Arquidiócesis de México, en 1995, decidió impulsar las conclusiones del II Sínodo Diocesano que había presidido su antecesor, el cardenal Ernesto Corripio Ahumada. A partir de ese documento, definió las estrategias y prioridades de su gobierno pastoral, sin dejar de atender los cambios radicales en la sociedad y la cultura de la muerte en el convulso Siglo XX y los inicios del XXI.

La familia

El cardenal Norberto Rivera se preocupó de manera particular por defender la familia tradicional, poniendo el modelo de la Sagrada Familia en la conciencia de los cristianos. No hay que olvidar que fue severamente criticado por defender con valentía esta institución, como célula base de la sociedad. De igual manera, se opuso a las legislaciones que despenalizaron el aborto, defendiendo la dignidad humana desde el momento de la concepción hasta su muerte natural.

Durante su gobierno pastoral, dio especial importancia al “Mes de la Familia”, celebrando la inauguración y clausura en la Catedral de México. De manera particular, en el 2017 se difundió en todas las parroquias un subsidio titulado “Matrimonio y Familia Camino de Espiritualidad, Amor y Comunión”, inspirado en la exhortación apostólica del Papa Francisco Amoris Laetitia, mismo que actualmente es la base de talleres para familias, preparación de homilías y conferencias sobre el tema.

A través de la Comisión de Pastoral Familiar el cardenal Rivera impulsó también la impartición de talleres y cursos a nivel parroquial, decanal y vicarial, así como retiros espirituales y orientación a los diferentes movimientos que apoyan esta institución. En coordinación con asociaciones civiles como Cenyeliztli, por ejemplo, potenció el programa “Somos tu Familia”, con un crecimiento de asesores capacitados en todas las vicarías, y con el Instituto Juan Pablo II para la Familia promovió el Diplomado en Pastoral Familiar.

También impulsó un taller de capacitación para agentes de retiros espirituales para divorciados vueltos a casar, en colaboración con la Arquidiócesis de Monterrey, y la elaboración de video cápsulas para exaltar los valores de la familia con personajes destacados del deporte, la música, el teatro, la televisión y la academia, entre otras muchas acciones.

Los jóvenes

Los jóvenes fue otro de los sectores sociales que el Card. Norberto Rivera tomó como prioridad, por lo que durante su ministerio, decretó una Misión Juvenil para ir al encuentro y atención espiritual de éstos. Recordemos que en su III Visita Pastoral, particularmente, el tema prioritario fueron los jóvenes, con quienes habló e intercambió opiniones sobre la situación de la Iglesia en la Ciudad de México, durante su recorrido por los 52 decanatos de la Arquidiócesis.



A través de la Comisión de Pastoral Juvenil instauró la capacitación de jóvenes mediante cursos de verano, así como talleres en las ocho Vicarías Episcopales, sin desatender la asesoría y acompañamiento a los movimientos juveniles para la elaboración de sus equipos y propuestas formativas. Especial atención puso en la celebración del Día del Joven y Adolescente Creyente, del Día del Joven Católico y de las asambleas de Pastoral Juvenil anuales, a las que nunca dejó de asistir.

Los alejados

A través de la llamada Misión Permanente, el cardenal Rivera buscó atraer a los alejados de Dios, confiando en el kerigma y en la capacidad y fuerza del laicado para cumplir esta misión.  Desde su llegada a la Arquidiócesis, buscó poner en el centro de la tarea pastoral ordinaria el proceso evangelizador, con un sentido misionero y de índole catecumenal, teniendo como medios privilegiados el testimonio y el diálogo para encarnar en la cultura urbana la Buena Noticia de Jesús.

Las vocaciones

Consciente de que un Obispo puede carecer de báculo y mitra, pero nunca de un seminario, como dijo San Rafael Guízar y Valencia, el Card. Rivera se preocupó por las vocaciones sacerdotales y por la conservación del Seminario Conciliar de México, e incluso, creó el Seminario Hispano de Santa María de Guadalupe y el Seminario Redemptoris Mater.

Para atender el tema de las vocaciones, procuró crear una cultura vocacional en toda la Arquidiócesis de México y redobló esfuerzos para aumentar en número y en calidad las vocaciones sacerdotales para el Seminario, coordinando, a través de la Comisión de Promoción Vocacional, el trabajo de los promotores vocacionales de las ocho vicarías, a partir de un Plan de Pastoral Vocacional quinquenal. Además, creó en la Arquidiócesis dos centros Juveniles y Vocacionales, uno en el Seminario y otro en la I Vicaría Episcopal.

Especial atención puso en las campañas vocacionales anuales para promover las vocaciones sacerdotales y religiosas, así como en los grupos de monaguillos, consciente de que el 80 por ciento de las personas que ingresan al seminario son egresadas de estos grupos. Impulsó también la elaboración de manuales de apoyo para formar a los grupos parroquiales de animación vocacional, y logró la publicación del Primer Catecismo Vocacional, entre otras cosas.





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